Eterna Cadencia apuesta a dar a conocer a este escritor que, a pesar de haber conseguido varios premios literarios en su carrera, nunca alcanzó la masividad.

Por Alejo Vivacqua

“¿Qué me gustaría leer en un cuento? Que sea claro y original e interesante. Algo hecho de una manera que no se haya hecho antes y que esté tan bien hecho que ya no haya manera de volver a hacerlo”.

La cita, que figura en el prólogo escrito por Rodrigo Fresán, pertenece a Stephen Dixon, el autor de Calles y otros relatos, estos once cuentos que Eterna Cadencia publica por primera vez en español y que conforman tan solo la punta del ovillo de la obra de un escritor hasta ahora desconocido por el gran público.

Si Dixon, neoyorkino nacido en 1936 y autor de más de veinte libros de ficción, hubiese sido, en un juego imaginario, lector de cualquiera de los cuentos de Calles y relatos, no habría dudado en remarcar la potencia y originalidad de la obra, palpable en textos como “Historias del 14” -en el que varias tramas se entrelazan a partir de un suicidio frustrado- o “Un tipo enamorado”, donde un hombre se desespera porque su mujer lo abandona.

¿En qué consiste la magia de estos relatos? Situaciones cotidianas como, por ejemplo, un mendigo que le pide monedas a un hombre (“El Reloj”), toman, siempre con la vuelta de tuerca como bandera, un cariz inesperado hasta llegar al absurdo que no solo sorprende sino que por momentos incomoda. El uso de la primera persona en la mayoría de las historias, los diálogos punzantes y el humor disparatado comparable -según Fresán- a Woody Allen y Louis CK, son las claves para que la cuota de sorpresa que Dixon le impregna a sus textos cree una voz tan personal como innovadora.

De la misma generación que Don DeLillo, Philip Roth o Cormac McCarthy, Stephen Dixon -de quien se dice, y siempre de forma tan elitista, que es escritor de escritores- es un tesoro escondido que bien vale descubrir en este caso gracias a la selección de relatos escogidos por Eduardo Berti y traducidos por Martín Schifino bajo la mirada de la editorial Eterna Cadencia, que prepara otro volumen de cuentos a ser publicados próximamente. Ya es posible, habiendo leído estos once cuentos, y siguiendo en la tradición de Borges, Cortázar o Kafka, hablar de este escritor en forma de adjetivo, y comprobar que hay una manera dixoniana de ver la vida. Eso también es reconocimiento.