El cuarteto inglés editó su quinto disco luego de tres años y, a pesar de que no se trata de una revolución musical, Kasabian sigue marcando la tendencia mundial del rock.

Por Agustín Argento

48:13, el nuevo trabajo de Kasabian, presenta la conocida faceta estética de la banda aunque, tras varias escuchas, queda claro que todavía los londinenses continúan en la búsqueda de su sonido. Esto, que tras la aparición del determinante Kasabian (2004) y sus tres sucesores (Empire de 2006, West Ryders…, de 2009, y Velociraptor!, de 2011) parecía estar orientado, pegó un giro en esta placa.

Con respecto a los trabajos anteriores, 48:13 aparece más roquero, sin tanta mezcla sonora como, por ejemplo, “ID” o “Man of Simple Plassures”. Pero, por el contrario, tiene canciones plagadas de rabia rockera; tal es el caso de “Stevie” o “Bow”. El título de la placa se explica por sí solo: es la duración total de la misma.

Serge Pizzorno, guitarrista y principal compositor del grupo desde la salida de Christopher Karloff, declaró a la prensa que “el rock está muerto” y que el objetivo de 48:13 es el de evitar esa proclamada defunción. “Queremos que el próximo álbum sirva de inspiración para las nuevas generaciones”, declaró a los medios británicos. Un deseo tan ambicioso, como difícil de comprobar en el corto plazo.

De todas formas, a pesar de la polémica que Pizzorno intentó generar (un clásico de todos los músicos), la intención es buena. Y en este punto, Kasabian sigue siendo fiel a su debut diez años atrás; porque no se quedaron quietos y continuaron en la búsqueda de algo que realmente marque un antes y un después en la música.

Aquellos primeros sonidos y acordes de “Club Foot”, que  hoy siguen siendo revolucionarios, se complementan con el electrónico corte difusión “Eaz-Eh”. El bajo retro, plagado de swing de “Fast Fuse” está presente en “Doomsday”. El vertiginoso teclado arpegiado (marca registrada de la banda) que hace de puente en “Re-Wired” está a lo largo de “Explodes”, el track 8. Hasta aquella suerte de interludios o introducciones también aparecen en 48:13.

Es por toda esta variedad sonora que, justamente, Kasabian todavía sigue en la búsqueda de su identidad. Y esto no habla mal de ellos. Porque se podrían haber conformado con los hits y continuar en esa vía. Pero, con ambición, continuaron al frente. Esta actitud es la que los convierte en tendencia mundial, en no ser la banda que recuerda a tal banda. Sino, en ser la banda que recuerda a muchas bandas. Que unifica varios criterios. Y es esta unificación con la que parecen convivir para tener su criterio.

O, tal vez, la identidad de Kasabian pasa por no tener identidad. Por dejar de lado todos los carteles y dedicarse a hacer lo que a ellos les sale, mostrando cierta pasión por el eclecticismo. Porque si hay algo que también mantienen desde 2004 es la imprevisibilidad, tanto en sus discos como en sus temas. Y, al parecer, también en su carrera.

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