Tras 18 años y luego de separaciones, proyectos solistas y reuniones, Faith No More vuelve a las bateas con un disco que no defrauda. Pero, respetando su legado de los noventa, les faltó dar una vuelta de tuerca que los ubique en el 2015.
Por Agustín Argento
Sol Invictus arranca con la canción homónima, una pieza de piano con la voz de ultratumba de Mike Patton. Como es de esperar, el track número 2, “Superhero”, empieza con un machaque de guitarra, violento, que invita a saltar, y una rítmica hiphopera en los estribillos. Patton, a cinco minutos del inicio del disco, ya se adueña de la placa con sus mil voces, que pasan de las catacumbas a las melódicas.
El resto del grupo acompaña como en Album of the Year, pero sin los arrebatos creativos que canciones como “Last Cup Of Sorrow” o “Ashes to Ashes” tenían en aquel entonces. La comparación, tras casi dos décadas, es inevitable. Sobre todo si durante todo este tiempo fue Patton el que más movedizo se mostró; además, las reuniones sucesivas desde 1998 sólo aportaron un rejunte de grandes éxitos excelentemente bien tocados.
Pese a que no se destaca ningún tema por sobre el resto, Sol Invictus es un álbum muy digerible y que pasa casi volando por los oídos. Tal vez sea “Motherfucker”, uno de los dos cortes difusión junto a “Superhero”, el que se lleve la mayor atención; aunque le falte, como a todo hit, ese momento de emoción en el que uno quiera apropiarse del tema.
“Cone Of Shame” es un caso similar. Una guitarra con chorus, junto a redoble de tambor, presagian una explosión, que, cuando llega, se queda a mitad de camino. “Rise Of The Fall”, “Matador” y “Sunny Side Up” van por el mismo lado. Un tanto diferente es la canción que cierra el disco: “From The Dead”; con una guitarra acústica, y otra rítmica eléctrica, Faith No More muestra un grado de composición, con coros que no son de Patton, y de producción por encima del resto.
A diferencia de otros grupos, que son criticados por cambiar, el talón de Aquiles de Sol Invictus es su permanencia en el mismo camino tras 18 años de ausencia. A muchas bandas se les pide que mantengan el rumbo. Faith No More se mantuvo tanto en su línea, que suenan un poco fuera de tiempo. Quizá, no le encontraron la vuelta; o, quizá, todavía se están sacando el óxido.//∆z