Tras cuatro años de silencio, vuelve Phoenix con Bankrupt!. Un disco bien pensado, pero que apuesta a poco.

Por Nahuel Ugazio

Ya nada queda del Phoenix que se dio a conocer a principios del 2000. Aquel que bajo un entramado de guitarras ligeras y chispeantes, representaban una mirada moderna del rock de guitarras. Más adelante supieron coquetear con la electrónica, y les quedó como anillo al dedo.

Mas allá de que su disco del 2006, It’s Never Been Like That, los llevó definitivamente a recorrer el mundo, fue con Wolfgang Amadeus Phoenix (2009) que confirmaron su estatus de una de las bandas más importantes de la nueva escena independiente, encabezando festivales y profesando el rock electrónico por cuanto lugar visitaran. Ese disco era la llave del éxito, una formula cerrada y perfecta que supieron exprimir hasta la última gota.

Ahora bien, ¿Qué es Bankrupt!? Se podría decir que es una continuidad de su disco anterior. Con los sintetizadores al frente y siempre apostando por una certera armonía vocal, los Phoenix continúan bajo la senda de la fórmula “perfecta”, aquella que alguna vez funcionó para catapultarlos a nivel mundial pero que esta vez no conmueve mucho mas allá de sus propios fans.

Hay buenos momentos, como en “Entertainment”, que abre el disco. Un hitazo que seguramente será un punto alto en sus recitales de acá en más. En “Bankrupt” (la canción) y sobretodo “Chloroform” encontramos a un Phoenix más relajado y por momentos casi baladísticos. “Trying to be cool”, “Dakkar noir” y “Oblique City” están diseñadas para la pista de baile, momentos donde se muestran en su mejor forma.

Pero, al menos desde mi mirada, Bankrupt! se caracteriza por la pérdida de sorpresa. No aporta nada nuevo, y tal vez ni siquiera haya sido la intención, sino más bien insistir con la formula del éxito.//z

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