King Animal, el regreso de Soundgarden luego de 16 años, llegó para unir todo aquello que una gran batalla de egos supo separar. Es así cómo Chris Cornell vuelve a tomar las riendas de una banda que vuelve a los escenarios con el mismo fin que en sus comienzos: llevar como estandarte la gloriosa bandera del grunge.
Por Estefanía Lestanquet
Ese salvaje y fantástico sonido proveniente de Seattle vuelve a gozar de Soundgarden. Estos muchachos -ahora cuarentones- decidieron hace dos años volver al ruedo y hoy lo materializan con su sexto álbum de estudio, King Animal. Como todas las bandas que en 2012 decidieron romper el silencio (Garbage, Smashing Pumpkins, etc), el retorno de Soundgarden acarreaba un sinfín de expectativas. Ansias que la banda de Cornell, a diferencia que las otras mencionadas, supo pagar con creces.
Los 16 años de letargo se quiebran con “Been Away Too Long”, primer corte de difusión y tema que abre el disco. Una canción que hace sonar todo lo que antes fue callado: la rasposa voz de Cornell unida con el bombo constante de Matt Cameron es sin duda la mejor carta de presentación para una banda que, indudablemente, quiere volver al ruedo. A ella le siguen “Non-State Actor” y “Blood on the Valley Floor”, dos melodías donde la guitarra de Kim Thayil marca la diferencia. Es que está característica, de un protagonismo de los cuatro integrantes por igual durante todo el álbum, demuestra la madurez del grupo. Dándose cuenta, después de mucho tiempo, que el todo podía más que la suma de sus partes.
Los topes más vigorosos de la lista de King Animal, siguen con “By Crooked Steps”, sin duda el tema más prolijo en cuanto a estética musical de todo el álbum. Luego vendrá la parte más lenta, pero no menos atractiva, del disco. Los falsetes y juegos líricos de Cornell recaen en la melancolía más agria que de una manera exacta representa el grunge.
“Singing In The Cold And The Fall To Earth”, no deja de escucharse en la autobiográfica “Bones of Birds”, como una especie de leyenda y perseverancia ante los obstáculos que supieron distanciarlos. En esta catarsis seguirá “Taree”, canción que ya fue elegida por la banda como segundo single y gozamos de una muy buena elección. Quizás la parte más floja del disco se encuentra en “Halfway There” y “Eyelid’s Mouth”. Dos temas que rozan la delgada línea entre lo ya oído y lo comercial, aspecto que nunca ha ido de la mano con el sonido que Soundgarden vaticina. Un error que entre tanta maravilla se sabrá perdonar.
Es indiscutible que la reunión del famoso cantante con la guitarra de Thayil, el bajo de Ben Shepherd y la inolvidable batería de Cameron, consigue un excelente resultado con un nombre soberbio y merecido a la vez. Sólo nos queda desear que ahora este cuarteto conserve la corona por un largo tiempo.
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