Elegimos 12 libros de no ficción nacionales.
Ilustración por Martina Mounier
La intimidad pública, de Beatriz Sarlo (Seix Barral)
No hay explicación para el deseo irrefrenable del público de inmiscuirse, como voyeuristas, en el bombardeo constante de intimidades, aventuras pasionales y maternidades rebosantes de dulzura que se reiteran por televisión, revistas de variedades y redes sociales. El último libro de Beatriz Sarlo examina el entramado discursivo y los sentidos de una práctica cada vez más extendida: la exposición de la intimidad. Su objeto de análisis no son las “estrellas”, que destacan por alguna cualidad, sino los “famosos” quienes persiguen la exposición a cambio de unos minutos ante las cámaras. La categoría no incluye actores reconocidos o atletas de alto rendimiento, sino aquellos sujetos que señalan la capacidad de los medios para producir sus propios contenidos. Famosos por el solo hecho de serlo, como los ganadores de un reality, sobresalen por haberse ofrecido ante el altar de la exhibición pública.
Dos géneros se repiten y resumen el ciclo televisivo: el escándalo amoroso y el idilio a la maternidad. Se aproximan a la forma más despojada y simple de lo humano. Muestran que espectadores y mediáticos comparten la misma identidad. La grandilocuencia y la hipérbole exageran la indignación, los celos o el amor materno. La fórmula sirve como una parábola ética, una estética moral a la retaguardia de las demandas de género. Sarlo ha escrito un ensayo sobre la subjetividad simplificada de los nuevos medios, una genealogía de los discursos repetidos por las redes sociales, donde todo almuerzo es una bacanal y toda maternidad un milagro. Salvador Marinaro
Por qué volvías cada verano, de Belén López Peiró (Editorial Madreselva)
Desde la contundencia de su pluma, Belén López Peiró cuenta en Por qué volvías cada verano un abuso intrafamiliar. El que padeció la autora entre los trece y los dieciséis años por parte de su tío, comisario del pueblo donde, justamente, la adolescente solía pasar cada uno de sus veranos. Aunque el eje del relato no está en el pasado, la autora se esmera en demostrarle al resto y a ella misma como una situación de violencia no termina con la vida de nadie. Su libro es sin duda una transformación. El lector se encontrará con una historia que por momentos le será difícil de digerir, pero de seguro no se la olvidará jamás. Algo que empezó como un simple diario es hoy la muestra más fiel de la visibilidad que, afortunadamente, están ganando las temáticas de género en nuestra sociedad.
Con un relato polifónico, forjado en sus encuentros literarios con la talentosa Gabriela Cabezón Cámara, e inspirado por grandes exponentes del feminismo como Teoría King Kong de Virginie Despentes, López Peiró describe su experiencia y, casi sin buscarlo, le da voces a miles de mujeres que, al igual que ella, ya empezaron a sanarse. La autora se compromete por completo con el uso del lenguaje, considerando sumamente importante la reivindicación del lugar que la justicia, parte activa de dicha polifonía, les da a las víctimas de situaciones de violencia.
Un relato que se multiplica, una pluma que salva, una autora que perdió el anonimato y su nombre se escucha cada vez con más fuerza. Por qué volvías cada verano es sin duda el libro de no ficción del año. Columna vertebral de un movimiento que apenas está empezando y, afortunadamente, pareciera no detenerse. El miedo quedó atrás. Estefanía Lestanquet
Oración, Carta a Vicky y otras elegías políticas, de María Moreno (Literatura Random House)
Rodolfo Walsh, emblema del periodismo comprometido, desaparecido durante la última Dictadura Cívico-Militar que supo combatir, investigó, además de crímenes y fusilamientos, la muerte de su hija. Volcó sus hallazgos en sus diarios personales y en comunicados íntimos que luego se volverían documentos públicos, testimonios de una época: “Carta a Vicki” y “Carta a mis amigos”, escritas entre octubre y diciembre de 1976, servirían de inspiración para Oración, monumental libro que combina crónica y ensayo, y en donde María Moreno no solo intenta comprender el pasado y el legado de una figura de leyenda como Rodolfo Wals, sino también ampliar el espectro para pensar las relecturas sobre la memoria, las consecuencias desgarradoras que dejó la dictadura cívico militar, la cuestión familiar en la guerrilla, el rol de las mujeres en las organizaciones armadas y la moral sexual setentista. Vale la pena sumergirse en una lectura de largo aliento para que se convierta en un rito del que se sale reconvertido, entendiendo que el pasado nunca se termina, tan solo alimenta al presente con su sedimento necesario. Pablo Díaz Marenghi
Maestros de la escritura, de Liliana Villanueva (Godot)
Un poco por necesidad y otro poco por obligación, así comenzaron algunos de estos grandes escritores a dar talleres literarios. Necesidad y obligación que se confundían e iban de la mano: el trabajo de escritura –ficción, crónica, periodismo– que nunca fue sustento suficiente para ellos, al mismo tiempo resultó indispensable. En momentos en los que recrudecía la dictadura militar, las reuniones literarias se volvieron fundamentales como forma de reflexión y resistencia. Así comienza y se desarrolla esta peculiar historia, mitad manual de escritura, mitad apuntes biográficos, con testimonios de Abelardo Castillo, Liliana Heker, Alberto Laiseca, Hebe Uhart, Alicia Steimberg, María Esther Gilio –a quien Villanueva le dedicó su libro Lloverá siempre– y Leila Guerriero.
Villanueva, participante de varios de estos talleres, guía al lector sin lucirse; lo pasea entre las vidas de los maestros, sus anécdotas, sus mañas y sus vicios; el abanico completo de características que formaron sus métodos de enseñanza. De la libertad total a la corrección precisa, del cariño al desapego, de los juegos del lenguaje a la mirada rigurosa y siempre atenta, los escritores develan algunos de sus trucos con humildad y sabiduría. Un libro tan delicado –con las virtudes a las que Villanueva nos tiene acostumbrados– como oportuno, en un momento en el que se multiplican tanto los talleres –¿necesidad ante la crisis económica, demanda del mercado?– y el público desea transformarse en publicador. Juan Alberto Crasci
Los Atrevidos. Crónicas íntimas de la Argentina, de Julián Gorodischer (Marea Editorial)
En tiempos donde el periodismo haiku, notas de ínfimas líneas y poquitos caracteres son moneda corriente, Los Atrevidos es un bálsamo, un refugio en la intemperie. Este libro viene a romper con dos mitos. El primero: la muerte del periodismo. El segundo: la crónica es un género pasado de moda. Julián Gorodischer es el padre de la criatura, y la génesis de este proyecto está en su tesis de Doctorado de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires: Nueva crónica argentina. Intimidad y vida cotidiana en el periodismo narrativo (2000-2015). En el prólogo Gorodischer teoriza sobre cómo el periodismo narrativo de nuestro país ensanchó los límites de su objeto y su método, y puso la bala en los intersticios de la cotidianidad y la intimidad. Ejemplos en Los Atrevidos hay de sobra, pero con tan solo leer la crónica de Alejandro Seselovsky sobre cómo es sentirte un deportado, un paria en otro país, alcanza. Gorodischer muestra que al calor del Argentinazo nació una nueva era dorada de la palabra y la acción en el periodismo vernáculo. Hay crónicas de todo tipo: minuciosas, descriptivas, juguetonas, comprometidas. También hay perlitas como el texto firmado por Martín Rejtman (donde el escritor, devenido en cineasta, hace gala de su ritmo narrativo). Los Atrevidos es un dream team. Hay pesos pesados del género: Leila Guerriero, María Moreno, Martín Caparros, Cristian Alarcón, Javier Sinay, Mariana Enríquez, Cicco y siguen las firmas. Joel Vargas
Prosa Caníbal, de Juan Carlos Kreimer (interZona)
Muchos conocen a Juan Carlos Kreimer (1944) por ser el autor de Punk, la muerte joven, aquel libro que circuló fotocopiado en la década del ochenta, y sirvió como un manual de instrucciones para los punks porteños. Otros, por su etapa vinculada a la superación personal, la meditación y las terapias alternativas: fundó la revista Uno Mismo y escribió un libro (Bici Zen) sobre los beneficios espirituales de transitar la cotidianidad sobre dos ruedas. Dos cosas atraviesan la vida de este reconocido periodista: la contracultura y el acto de escribir. Eso mismo, en partes iguales, está presente en este volumen de memorias que recupera, de manera fragmentada y ecléctica, los pasajes trascendentales de su vida en diferentes momentos y escenarios. El libro reúne fragmentos de diario íntimo, relatos a medio acabar, reflexiones a la distancia y textos catárticos cuya honestidad brutal funciona a modo de hilo conductor. A lo largo de 232 páginas, Kreimer desnuda sus influencias: una joven lectura de Kerouac y los beatniks que abrirá su “tercer ojo” y lo ayudará a vislumbrar una existencia metafísica que lo conducirá hasta la redacción de la revista Eco Contemporáneo, de Miguel Grinberg; un paso por la redacción de la revista Claudia, en donde tuvo de “compañera de banco” a la poeta Olga Orozco; un entrenamiento periodístico de primer nivel en las redacciones de Panorama, Primera Plana y La Opinión; épocas como cadete de la editorial Jorge Álvarez, su roce con el rock y el punk (sus primeros dos libros se circunscriben en el periodismo rockero), y amplias reflexiones sobre la escritura que fueron volcadas en su libro ¿Cómo lo escribo? Como en la mayoría de memorias que trascienden el mero compendio de anécdotas, el relato de Kreimer crece página a página obteniendo un notable vuelo literario. Pese a narrar hechos que valen por su propio peso (como su relación con figuras relevantes de la cultura argentina de la talla de Antonio Di Benedetto, Piri Lugones o Tomás Eloy Martínez), el verdadero valor agregado de su historia personal radica en el cómo y no tanto en el qué se cuenta. Es el tono y la manera de enhebrar el relato de su propia vida lo que posee un atractivo narcótico que genera una identificación ineludible con cualquier apasionado del periodismo y la literatura. “Poetizar al periodismo”, le llama en algunas líneas. Sus aventuras, su despertar sexual, su andar errante por Buenos Aires, Brasil y Europa, frustraciones a la hora de escribir ficción, batallas para ser publicado o para llegar a fin de mes, coronan un volumen de recuerdos fragmentados que, vistos a la distancia, logran amalgamarse en una totalidad superior. El todo es, finalmente, más que la suma de las partes. Todo esto se encuentra tamizado por un dejo de melancolía y nostalgia, atravesado por una obsesión con la escritura. Una dependencia que obliga al autor a escribir absolutamente todo lo que vive, siente, piensa y desea, desdibujando los límites de la vida dentro y fuera del texto. Parafraseando al título, su prosa avanza y devora todo lo que hay a su paso; incluso a sí misma. Pablo Díaz Marenghi
Que cien flores florezcan, Norberto Cambiasso (Gourmet Musical)
Norberto Cambiasso hace lo que quiere. En una época en la que la crítica musical desoye la música y la época, y funciona como mero instrumento publicitario de “la novedad”, Cambiasso apuesta por recopilar un grueso de artículos escritos entre 1993 y 2001 junto a un puñado de textos fechados entre el 2005 y el 2011, yendo al revés, trabajando a contrapelo de las modas. Si en 1993 era extraño analizar exhaustivamente a Polifemo o a Arco Iris, entonces, ¿cómo puede leerse ese gesto –y esos artículos– en 2018? ¿Y bajo qué lógica puede comprenderse el corpus del libro? Del doo woop al rock progresivo sueco, de Domenico Modugno al kraut rock y al jazz europeo, de Arco Iris o Polifemo a Einstürzende Neubauten, de Comus al rock post industrial… nada parece quedar por fuera del ojo de Cambiasso. Y lo que aparenta ser inconexo al ojear el índice del libro, se muestra relacionado y vivo gracias al enfoque social e histórico del crítico, que revela más continuidades –por muchos impensadas– que rupturas, expone que no todo lo que luce contracultural o revolucionario nació de ese modo, y viceversa, y que lo que muchas veces pareció llegar al pico absoluto de creatividad, al mismo tiempo se estaba consumiendo desde adentro hasta agotarse.
Vale decir también que Cambiasso lee con el guiño del tiempo, yendo hacia atrás, relacionándolo todo desde su postura humanista, marxista, inquiriéndolo todo, guerreando con otras lecturas por zonzas, sesgadas o incorrectas. Porque, ¿qué es este libro sino un gesto de resistencia, de la supervivencia de una forma de leer y de ejercer la crítica, que, por ser quirúrgica y penetrante, resalta las luces del arte y de la época como también sus sombras? Elementos constituyentes de los objetos artísticos en igual medida. Imprescindible tanto para amantes de la música como para periodistas. Juan Alberto Crasci
Los Oficios, de Sara Gallardo (Excursiones)
Este libro es una ventana entreabierta al universo de Sara Gallardo. Reivindicada con lentitud por la crítica literaria y la opinión pública, su obra goza de una salud rebosante y en este volumen que compila sus artículos periodísticos publicados en las décadas del setenta y ochenta, se vislumbra su particular estilo. A través de la ironía y la erudición, Gallardo se convirtió en una verdadera “cronista de su tiempo” que mediante la descripción de la vestimenta de moda, los hábitos nocturnos o los estrenos de cine, pintaba frescos de época. Allí alterna elogios a directores de cine como Werner Herzog o Federico Fellini, paseos por muestras de arte en Roma, reflexiones sobre la argentinidad mientras vivía en Europa. Su acidez era, por momentos, corrosiva. En un artículo escribía: “Las argentinas cuando viajan por Europa lo primero que se compran es un sombrerito de ala pespunteada. Saben usarlo y les sienta bien. En la Argentina no se atreven”. También se incluyen dos cuentos, entrevistas en donde se destila su melancolía y su amor por H.A. Murena, su esposo, cuya muerte le ocasionó una enorme depresión, y necrológicas escritas a partir de su fallecimiento. Este volumen, sumado a Macaneos: las columnas de Confirmado 1967-1972, complementa la literatura de Gallardo haciendo foco en su rol como mujer de prensa y escritora en un ámbito profundamente masculino. Esto, leído en épocas de una (enhorabuena) mayor consciencia en torno a la desigualdad de género, es más que saludable y bienvenido. Pablo Díaz Marenghi
La seducción de los relatos, de Jorge Panesi (Eterna Cadencia)
Jorge Panesi es un “profesor que escribe”, así se autodefine en el prólogo de La seducción de los relatos. Es el titular de una de las cátedras de Teoría y Análisis Literario I de la carrera de Letras de la Universidad de Buenos Aires. Así que es parte estable del elenco de Púan y uno de los últimos grandes críticos literarios argentinos. Discípulo de los míticos Enrique Pezzoni y Josefina Ludmer, Panesi hace de la polémica un arte. En La seducción… despliega toda su gimnasia de ensayista curtido, y problematiza la figura del crítico, su vínculo con la política y los medios. ¿Para qué sirve un crítico? ¿Se puede despegar la crítica de la academia? Algunas de las preguntas que podrían responderse con la lectura de La seducción de los relatos. Es un libro que además hace foco en escritores muy disimiles entre sí pero que en el fondo están cortados por la misma tijera: Mario Bellatín, César Aira, Silvina Ocampo, Néstor Perlongher, entre otros. Sus obras resquebrajaron el canon hasta que fueron aceptados. En una entrevista, Panesi sostiene que la crítica literaria está amenazada por la ficción, y se basa en el axioma de que las lecturas de un crítico son una especie de autobiografía. Por eso aboga para que siempre prevalezca una cierta objetividad. Ahí entramos en otro debate: ¿existe la objetividad? Habría que hablarlo con Panesi. Joel Vargas
Peregrinaciones Profanas, de Fernando Noy (Sudamericana)
La década del ochenta es sinónimo de toxicidad corrosiva para aquellos que la vivieron con intensidad y sobrevivieron. Algunos protagonistas de aquella “Primavera Democrática” decidieron contar, en primera persona, sus experiencias. Uno de los más prolíficos es Fernando Noy. Poeta, escritor, performer, en 2015 editó Historias del Under, libro basado en los guiones que escribió para un programa televisivo emitido por Canal A. Allí reunió crónicas biográficas de personajes y grupos icónicos de aquel entonces como Alejandro Urdapilleta, las Bay Biscuit, El Clú del Claun, Mosquito Sancineto o La Gran Markova. El relato se basa en la reconstrucción de un movimiento, en su mayoría teatral, que incluyó el nacimiento de actores que luego se sumarían al Star System porteño -Carlos Belloso, Verónica Llinás o Humberto Tortonese-. También el basamento de lo que luego se conocería como el “teatro aéreo”, personificado por De la Guarda o Fuerza Bruta, nacido en el corazón de Cemento con la obra UORC de La Organización Negra. A pedido de su amigo Pedro Lemebel, amplió sus relatos en Peregrinaciones Profanas en donde revive su estadía en Brasil de la mano del movimiento tropicalista: noches en bares calientes, la influencia de los happenings de los sesenta en el Instituto Di Tella (algo que se ejemplifica en el cruce entre Roberto Jacoby y Virus), y su amistad con Néstor Perlongher, Alejandra Pizarnik, Marosa di Giorgio o Batato Barea (de quien escribió su autobiografía: Te lo juro por Batato). Intercalando anécdotas y reflexiones, delirios místicos, historias de experimentación psicotrópica, fotografías de archivo y narraciones de una poética ineludible, Noy se despacha con un relato emotivo que amplía el espectro de la memorabilia contracultural argentina. Pablo Díaz Marenghi
Notas sobre la literatura y el sonido de las cosas, de Marcelo Cohen (Malpaso)
Si bien Notas… se publicó en España en 2017, a nuestro país llegó en 2018. Cuando sale un libro nuevo de Marcelo Cohen es interesante leerlo, ya sea para aprender o debatir. Este volumen recoge ensayos e ideas escritas por el autor a lo largo de cuarenta años. Tiene un carácter bifronte: dos metrópolis descomunales, Barcelona y Buenos Aires, dicen presente a lo largo de las páginas. Marcelo Cohen vivió un poco más de veinte años en la ciudad catalana, entre 1975 y 1996. Los textos reflexionan sobre la traducción, el lenguaje. Obsesiones made in Cohen. También hay tiempo para hablar sobre las figuras de Diego Armando Maradona y Raúl Zurita, y del micromundo de Retiro. En una entrevista le preguntaron al creador del Delta Panorámico cuándo le empezó a interesar la ciencia ficción. Él contestó que a los 14 o 15 años cuando era un adolescente atraído por la obra de Ray Bradbury. Destacó el trabajo del lenguaje y los argumentos del escritor estadounidense. Para Cohen lo más importante, más allá del estilo, es contar una buena historia, algo que él sabe hacer muy bien. Lean La calle de los cines, ahí está la prueba. Joel Vargas
Plano Americano, de Leila Guerriero (Anagrama)
En 2018, Anagrama reeditó Plano Americano, una antología formidable sobre perfiles de personajes de la cultura de variada índole: escritores, artistas plásticos, fotógrafos, cineastas, diseñadores, periodistas, editores y músicos son retratados por su excelsa pluma, que se posa sobre sus vidas generando una mirada única y completa sobre sus propios mundos. Por ejemplo, presenta al poeta chileno Nicanor Parra comparándolo con un rugido, un dragón o el estertor de un volcán. A la vez que destila pinceladas de sus contradicciones, como la de protagonizar una publicidad o de pretender cobrar altas sumas de dinero en cada reportaje otorgado. También retrata la inseguridad de Fabián Casas, el desorden de Fogwill, los misterios que rondan en torno a la figura de Roberto Arlt (en un texto inédito -el más extenso del libro- que se suma en esta nueva edición). Así describe a la pianista Felisa Pinto: “la mujer que acaba de rasgar la suavidad de la noche derrama, sobre los que están allí la sensación eufórica, y a la vez triste, de estar viviendo ya un recuerdo”. Retrató, como nadie, la relación de Sara Facio con María Elena Walsh. Combinando información y relato, acción y narración y, sobre todo, poética en el lenguaje, Leila forja un estilo único a la hora de contar una vida, recurriendo a las mejores armas de la crónica. Pablo Díaz Marenghi