Mi Amigo Invencible cumple diez años y lo festeja el sábado 5 de agosto dando un show en Niceto Club junto a Las Ligas Menores y Las Cosas que Pasan. La redacción de ArteZeta elige sus mejores canciones.

10 – “Bahía do Point Olive” – Relatos de un incendio (2011)
Con la banda ya radicada en Buenos Aires, en 2011 los cuyanos lanzaron Relatos de un incendio, la primera pieza de una trilogía con feroz abordaje de la nostalgia y el desasosiego. “Ando algo extraño / no me gusta extrañar / no me cabe extrañar… / mudando todo hacia otro lugar”, dispara di Cesare, posiblemente sin imaginarse el fértil porvenir que le depararía a Mi Amigo Invencible. “Bahía do Point Olive” tiene ese toque esencial y autóctono que la banda desarrolló con el correr de los discos y las canciones: una estructura de guitarras norteamericanas entre Pavement y GbV, arreglos corales y un germen con sabor a punk de trasfondo. A puro frenesí, cierra con un mantra africano que Vinícius de Moraes se apoderó y popularizó en todo Brasil: “A tonga da mironga do kabuletê”. Nadie sabe bien qué significa. Juan Martín Nacinovich

9 – “Edmundo año cero” – La Danza de los Principiantes (2015)
Edmundo refresca su cara y cuando se mira al espejo ve la vida que nunca tuvo. El vértigo que le imprime Mi Amigo Invencible al tercer track de La Danza de los Principiantes lo sumerge en un océano de inseguridades con apenas una bocanada de oxígeno para intentar salir a la superficie. Baterías y guitarras marcan el pulso de una mente maldita que no puede encontrar la salida, y sostienen la voz de un Mariano di Cesare en todo su esplendor. Edmundo pide más tiempo, no quiere saltar. Es un hombre caminando sin rumbo, que mira constantemente hacia atrás en busca de la salida. El presente, o el futuro por delante le es impropio. Ya no tiene hambre, no tiene ambición por lo que vendrá. Es prisionero de su memoria, porque ¿Qué son los recuerdos de lo que pudimos ser sino ruinas de un futuro que nunca llegó? Martín Barraco

8 – “Los lobos” – La Nostalgia Soundsystem (2013)
Un suceso inesperado como disparador de emociones. Ese parece ser el ADN del cancionero Invencible y “Los lobos” no es la excepción: un apagón pone las cosas en claro y es el escenario ideal para el viejo dilema shakesperiano entre la vida en la ciudad y el campo. ¿Pueden el amor y el deseo manifestarse en su máxima expresión cuando las obligaciones no nos dan tiempo ni de respirar? ¿O es acaso ese anhelo de una vida más simple el combustible necesario para sobrevivir otro día? Mariano Castro y Mariano di Cesare entrecruzan sus voces en una de las canciones más confesionales de su repertorio, y una de las más cantadas durante sus presentaciones en vivo. Martín Barraco

7 – “Destruir” – 14 minutos de distancia (2011)
Aquí la letra lo devora todo. Di Cesare recita, cual payador perseguido, una copla arrojada a la inmensidad de la naturaleza. Las guitarras modelan un folklore 2.0. “El hombre destruye lo que le han regalado” y un cóndor que “vuela asustado” porque el cielo ya no es el mismo. Los invencibles le cantan a su Mendoza natal, a la geografía que los vio nacer. Algunos se asustan ante el cambio climático y se enlistan en Greenpeace. Los amigos construyen canciones para poder combatir el clima adverso. Mientras una lágrima rueda por entre la mirada de un ave herida. Una frase, casi susurrada por Castro, prevalece por sobre el resto: “El sol no tiene enemigos / sin aire ni agua, nadie sale vivo”. La canción invita al ritual, al tomarse de las manos y a meditar sobre la existencia. Las voces se unen en un punto. Se intuye un futuro incierto a través de esta melodía. Sin embargo, se percibe una búsqueda por hallar el rumbo que evite el desastre. Esta canción sirve tanto como diagnóstico de un posible relato de un incendio pero también como una advertencia. Un llamado a la acción. ¿Qué más se le puede pedir al arte? Pablo Diaz Marenghi

6 – “Máquina del tiempo” – La Danza de los Principiantes (2015)
En un disco que pone en tensión el ser y el paso del tiempo esta canción es clave. Corte de difusión de La Danza de los Principiantes, el tema va en un tempo lento, con una percusión y un ritmo casi hipnótico. La letra tiene frases insuperables: “Viajé al pasado a solucionar/ lo que había arruinado/ y lo volví a estropear/ soy un idiota importante/que lo arruina todo por quedar bien”. ¿Qué haríamos si pudiéramos volver el tiempo atrás? ¿Tendríamos la posibilidad de mejorar el futuro? Son preguntas universales, en la que se basaron libros y películas. Mi Amigo Invencible las transforma en una canción y logra suavidad y sutileza. El viajero del tiempo logra imágenes vívidas: “y entre las ramas pudimos ver/ el sol naranja del atardecer”, “entre los autos pude ver/ las nuevas luces del anochecer”. Este viajero del tiempo puede sentirse un idiota importante pero su banda sonora es una canción con una melodía potente que no se sale más de la memoria.  Ayelén Cisneros

5 – “La Danza de los Principiantes” –  La Danza de los Principiantes (2015)
Mientras la base rítmica se agiganta y expande, di Cesare comienza con el lento canto hasta desembocar en la danza. Entonces, ésta se apersona para no irse más: “Encendió algo para no apagarlo más”, repite Castro sutilmente en los coros. El track, que a su vez bautiza al disco, narra las peripecias de un valeroso viejo cantor –mismo personaje que se representa en el imaginario invencible a lo largo de toda la trilogía– por momentos algo atemorizado aunque siempre bien parado, que canta frente a todas las eventualidades posibles y afinca su figura de estrella. Juan Martín Nacinovich

4 – “Días de campos minados” – Relatos de un incendio (2011)
Un bombo legüero presagia el comienzo del Apocalipsis, las huellas de lo que vendrá. Su repique es un loop omnipresente. Hay una melodía que recuerda todo. Hay una voz que vive. Repite voces anteriores. Rumores. Ecos de visiones. Esa voz es la de Nicolás Voloschin. Él se confiesa un heraldo negro. Admite sus errores, se desdobla: “Rompo todo a mi paso/destruyo ciudades/nada queda en pie/sé que te asusté/no lo quise hacer”. Su voz resuena, se confunde con otras. Vuelve a un instante primigenio, arrasa. Se recompone, se resguarda: “Nadie quiere acercarse tanto /Algunos si, después los espanto”. Hay una fuerza vital que sostiene el pulso. Es una canción compuesta para que volvamos a ella una y otra vez, un bucle infinito. “Días de campos minados” es una ola que no para de volver. Joel Vargas

3 – “Los pájaros” –  La Nostalgia Soundsystem (2013)
“Un, dos, tres, va” dice Mariano di Cesare, en un tono casi imperceptible. Un rasguido de guitarra que se quiebra por una eléctrica que puntea en in crescendo. Luego, la batería de Arturo Martín revienta los parches y marca el tempo de esta oda a la nostalgia. Los MAI forjaron una trilogía en base a este concepto, quizás producto de su migración a Buenos Aires (“estando en un lugar que ya no es mío”). O quizás también le cantan a toda una generación. En este caso, se imaginan una ciudad en ruinas poblada por animales, donde “los pájaros vuelan bajo /lento a su encuentro” y no quieren perderse “su concierto”. La voz de Castro armoniza de fondo mientras las violas de Voloschin y di Cesare se funden, se mixturan en una sola distorsión de escalas y acordes. Al final, todo estalla. Esta síntesis entre una letra más bien introspectiva y un sonido mutante, componen uno de los hits más demoledores de la banda. Las partículas elementales de la canción se tensan hasta límites insospechados. Pablo Diaz Marenghi

2 – “Hacernos extraños” – Relatos de un incendio (2011)
Hay canciones que parecen estar hechas para que se canten a gritos. Este tema de Relatos de un incendio (2011) es una de ellas, es un hit perfecto: una letra pegajosa -que se repite con pequeñas diferencias- y acordes de guitarras urgentes que permiten una air guitar digna. El ida y vuelta entre Mariano di Cesare y Mariano Castro en voces y su entonación marcan la influencia de la forma de cantar de Gustavo Cerati. Es un aire sutil, de esos que no molestan ni parecen copia. Las referencias al rock nacional no terminan ahí: hay un momento de la letra (“tan perdidamente vivos/ los extraños conocidos”) que recuerda con su adverbio el disco de La Renga Insoportablemente vivo (2001). Existen formas intensas de transitar la vida para Mi Amigo Invencible como para la banda de Mataderos. El existencialismo tiñe sus canciones y esto se convertiría en una marca registrada de la banda de Mendoza. En el video de la canción los músicos son remiseros perdidos en el tiempo. Es una buena forma de imaginarlos. Ayelén Cisneros

1 -“Descanso sobre ruinas” – La Nostalgia Soundsystem (2013)
Además de ser una gran canción es el manifiesto de los mendocinos, su declaración de principios. Lo diseccionamos. Uno: “Me aburre lo definitivo”, canta di Cesare. Disco tras disco los MAI mutan, juegan con los géneros, no se quedan quietos. Su último single, “Nuestra noche”, es un gran ejemplo. Dos: “Esta solemnidad no da para más”. Es una de las bandas más interesantes que apareció en la nueva escena independiente, rompió con la abulia que existía en el rock nacional. Tres: “Si hacemos mal, eso se verá/ ya estamos acá/ es nuestro lugar”. Son tipos que vienen tocando juntos hace muchos años. Es una familia que se forjó al calor del fuego. Varios de ellos antes formaban parte de Los Goonies, una banda que coqueteaba con el punk y el emocore. Se separaron y di Cesare antes de venir a vivir a Buenos Aires grabó un disco solista, proyecto que se convirtió en Mi Amigo Invencible. Eso fue en 2007, el resto es historia conocida. Diez años después siguen componiendo canciones que combaten lo que alguna vez Fogwill llamó: “el fuego de un mundo que nos quema”. Joel Vargas

Aquí podés escuchar la playlist entera: