Después de 35 años, Snoopy y Charlie Brown vuelven a la pantalla grande con Peanuts, la película. El espíritu de Schulz: intacto.
Por Martín Escribano
Casi 18.000 tiras cómicas publicadas en 70 países durante 6 décadas. 4 largos entre 1969 y 1980 y más de 35 especiales televisivos. Si hay algo que las criaturas de Charles Schulz tienen es historia y le tocó a Steve Martino (director de la última entrega de La era del hielo y Horton y el mundo de los Quién) dar el siguiente paso. En realidad no le tocó sino que lo buscaron. Los familiares de Schulz, ni más ni menos, quienes quedaron impresionados al ver su adaptación del Horton…
Desde el estreno de Bon Voyage, Charlie Brown (and Don’t Come Back!!) en 1980, lo último que se hizo para cine sobre Snoopy y Carlitos, pasaron tres décadas y media en las que ocurrió de todo. Charles Schulz murió en el 2000, Bill Meléndez (cuyo nombre real era José Cuauhtémoc Meléndez y quien fuera la voz de Snoopy) también murió, en 2008 a los 91 años y la tecnología avanzó de manera descomunal. Gracias a ella, del mismo modo en que Paul Walker volvió a la vida en Furious 7, para Peanuts, la película se reciclaron las viejas grabaciones de Meléndez para que el perrito no perdiera su histórica voz.
Y aunque es la primera película de la saga Peanuts hecha en CGI, la gente de Blue Sky Studios tuvo el tino de no desechar el trazo grueso y a mano alzada que puede verse en los especiales que se hicieron para televisión ni tampoco los rasgos básicos de la tira cómica original. Lo mejor de Peanuts, la película es esa mezcla resultante entre el espíritu de ayer y la tecnología de hoy.
Su argumento es simple: chico conoce chica. Charlie Brown, el adorable niño loser por excelencia, se enamora de la nueva vecinita del barrio. Snoopy, por su parte, se eleva en su clásica cucha-avioneta para enfrentar al Barón Rojo y rescatar a Fifi, su interés romántico. Así en la tierra como en el cielo, el niño y su perro intentarán, fracasarán, sufrirán y persistirán en la senda del amor, acompañados por los entrañables Linus, Schroeder, Patty, Lucy, Pig-Pen y el resto de la banda. No sería errado pensar en ellos como en Mafalda, Felipe, Manolito o Susanita pues si bien Schulz lanzó Peanuts en los ‘50 y Quino presentaba Mafalda 14 años después, ambos autores poseen al menos dos puntos en común: el tono existencialista y la defensa de los valores.
La película está lejos de ser perfecta y el guión, escrito en 2006 por Craig y Bryan Schultz, hijo y nieto de Charles respectivamente, le dedica demasiado tiempo a la subtrama aérea de Snoopy, pero hay algo en la idea de infancia (sin computadoras ni celulares) que circula en Peanuts que es imposible hallar en otras cintas de animación. Más allá de la comedia, del baile y del humor físico hay un fondo dulce y melancólico, cierta ternura que nos invita a bajar un cambio. En ese sentido, Peanuts, la película, se despega de sus contemporáneas. Hasta se podría decir que atrasa. En esta época signada por la multiplicación de las pantallas, Charlie Brown todavía intenta remontar su barrilete. Bien por él.//∆z