Beady Eye (Oasis sin Noel) editó su promisorio disco debut. Con Liam al frente de la banda, reivindican gran parte de sus raíces musicales, barriendo con prejuicios arrastrados desde la época dorada de Oasis.
Por Matías Roveta
Beady Eye resulta ser una sorpresa gratificante. Porque, siendo sinceros, ¿alguno de ustedes podría pensar que estos tipos iban a ser capaces de editar un gran álbum sin el acompañamiento estelar de Noel Gallagher? Bueno, lo lograron. Luego del alejamiento de su hermano, Liam Gallagher disolvió Oasis y reclutó la última formación de esa banda – Gem Archer en guitarras, Andy Bell en bajo y Chris Sharrock en batrería – para encarar la grabación de un nuevo disco: Different Gear, Still Speeding.
El mérito enorme de este álbum es que los chicos demuestran que podían componer un LP compacto y exitante, más allá de sus propias contribuciones aisladas en los discos de Oasis, donde (se sabe) era Noel quien comandaba la composición y aportaba las ideas musicales principales. En ese sentido, a Liam se lo nota suelto y como si se hubiera sacado un peso de encima. Pero cuidado, quien tome este disco debut como un episodio más en el extenso prontuario de peleas entre los hermanos Gallagher, la está pifiando feo. Liam no tenía que demostrarle a su hermano (ni a nadie) que podía escribir buenas canciones. Ya lo había hecho en Oasis. Con recordar “Little James”, “Songbird” o “I’m Outta Time” alcanza. Por eso, este disco no se trata de una revancha personal, porque Beady Eye es una banda y no un proyecto solista del menor de los Gallagher.
Los resultados están a la vista: de las trece canciones que conforman el tracklist, cinco son de Liam, y entre Gem Archer y Andy Bell aportan cuatro cada uno. Más allá de que Bell es quien parece exhibir un nivel más parejo de excelencia a lo largo del disco (de hecho dos de los tres sencillos del álbum pertenecen a su autoría, “The Roller” y “Four Letter Word”), todas las canciones son el resultado de un trabajo conjunto.
No obstante, lo que sí logra Liam es, si se quiere, un acto de justicia. Este disco ayuda a deslegitimar esa malintencionada hipótesis, común en tiempos de Oasis, de que Noel era el cerebro musical y Liam una especie de vividor descontrolado e irresponsable que vivía colgado del talento de su hermano. Different Gear, Still Speeding reivindica el merecido lugar en la historia que le corresponde a Liam. Los fans de Oasis van a extrañar melodías como las de “The Roller”, “Kill for a Dream” o “The Morning Son” en los discos solistas de Noel, sobre todo el poder inigualable de esa gola, entre sentida y cascada; esa mezcla de sorna y armoniosidad que ilumina todas las canciones del álbum.
El disco en sí – producido por el veterano Steve Lillywhite – es digno en su propuesta. Continuando con la línea estilística de Oasis (de allí su nombre: Different Gear, Still Speeding, algo así como Diferente motor, misma velocidad), tiene mucho britpop, post-britpop y rock clásico. Liam se propuso homenajear gran parte de sus raíces musicales: el rock británico de fines de los ´60 y principios de los ´70, junto a la psicodelia de ese período. Es por eso que, luego del potente arranque con “Four Letter Word”, un hard rock ácido, con epicidad sinfónica y un tropel de guitarras eléctricas, al álbum lo atraviesa un clima seSentoso y seTentoso.
“Millonaire” tiene un riff country y una melodía pop, a mitad de camino entre los Beatles y los Kinks, algo que se repite en “For Anyone”. “Bring the Light”, de Liam, oficia como primer corte de difusión y es un rock and roll aceleradísimo, con claras influencias de Jerry Lee Lewis en el piano, coros femeninos, beats marcados con palmas y Liam en su salsa escupiendo millones de “Baby Come on”. “Beatles and Stones”, clarísima desde el título, es otro rock and roll, pero en los términos en que le gusta a Liam: crudo y directo, con su voz psicodelizada onda John Lennon y su más pura arrogancia british cuando dice “quiero pasar la prueba del tiempo, como los Beatles y los Stones”. Y si de los Stones hablamos, ahí está entonces la genial “Wind Up Dream”, la mejor de Archer: un blues rock que, con un riff hipnótico y arreglos de armónica, remite a la atmósfera cargada y viciada del Exile on Main Street Stone. Pero, sin dudas, lo mejor de esa primera parte es “The Roller”, temazo de Bell: un mid tempo que (con mucha obviedad) homenajea la carrera solista de John Lennon en general, y a “Instant Karma” en particular, donde Liam construye una de esas melodías que emocionan, a partir de una mezcla de sentimiento y un apretar de dientes.
La segunda parte del disco avanza sobre caminos ya transitados en tiempos de Oasis, marcada por la búsqueda de la “canción perfecta”, algo que los mancunianos siempre intentaron a partir de la influencia de los Beatles. Mucho del britpop se trataba de eso: canciones emotivas con buenas melodías, instrumentaciones sencillas, las notas justas en el lugar indicado y estribillos con acentuación pop. En el caso de Liam, siempre le dieron buenos frutos las baladas. “Kill for a Dream” y “Wigwam” son confirmaciones de esa idea, donde las referencias parecen ser Richard Ashcroft, otro de los héroes del cantante. Baladas con arreglos de vientos, la voz acompañada por coros angelicales y etéreos, cierres de canciones que crecen en intensidad, recordando el clima festivo y optimista de “Hey Jude”, caracterizan el acervo. Todos esos elementos están también presentes en “Beat Goes On” o en el cierre del álbum a cargo de “The Morning Song”, donde Liam parece ofrecer su propia versión de “Champagne Supernova”.
Con mucha autosuficiencia y para dejar en claro que la cosa va en serio, Beady Eye editó un disco que brilla por peso propio. La potencial reunión de Oasis por el momento es improbable, solo resta esperar cuál será la respuesta de Noel a todo esto. Esperemos que a través de un disco.
AZ Recomienda: “The Roller”, “Wind up Dream” y “Kill for a Dream”.