ArteZeta eligió las veinte mejores canciones de la banda de Ricardo Iorio. Nuestro homenaje a una insignia del heavy nacional en su vigésimo aniversario. 

“Dijo el droguero al drogador” – Mundo Guanaco (1995)

Mundo guanaco, 1995, disco debut de Almafuerte. Con este tema se abre el disco y la carrera de la banda. Tema áspero, violento. Sonido áspero, crudo, enraizado en la genuina tradición metálica argentina fundada décadas atrás por –oh, qué casualidad– el mismísimo Ricardo Iorio. Más tarde la banda sacaría de la galera un oasis de estribillos y melodías un tanto más afables para el oyente promedio poco curtido en los estruendos del metal pesado. Lectura obvia, sentido común, década de los 90, corrupción: pleno crecimiento de la producción de drogas en el país. Y ahí está el metal, cargándose al hombro la problemática social –y la denuncia– como siempre supo hacerlo, de manera directa, de frente march. Abogados, policías, jueces… y giles que pagan. Notoria curiosidad: Iorio juega a ser Girondo (¡!) por un rato y nos ofrece una estrofa estructurada en torno a “droga” y su familia de palabras: Drogaron, drogan y drogarán/ al drogón drogado, drogadizado. Notoria ¿curiosidad? vol. 2: Dios y droga se escriben con “D”. J.A.C.

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“El Pibe Tigre” – Mundo Guanaco (1995)

Pocas bandas como Almafuerte definieron —sin hipocresías, sin baratismos sociales— un territorio ya desde su debut. Un territorio político. Periférico. Narrativo. Arrastrando lo que traía de Hermética, va a convertir el realismo sucio argento y popular en su marca poética. El ojo atento a las tragedias invisibles de los negros. La lengua lista para el cantar envenenado. Envarado o entristecido, pero nunca jamás cayendo en la lagrimita fácil, en la compasión berreta: si hay que cantar es para acompañar y denunciar la mierda —repetida, ensañada— que nadie quiere ver. El Pibe Tigre es un laburante, un changarín que se come el garrón de quedar embrollado en las matufias de un gringo millonario que se está robando el país. ¿Qué hace la justicia, la policía? Lo único que saben hacer, lo que siempre hicieron: torturar al perejil, matar al perejil. Como a Nietzsche, a Iorio lo aterroriza el eterno retorno de lo mismo. Esas playas bañadas desde siempre por las olas de la sangre inocente, la sangre pobre. C.F.

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“Zamba de Resurrección” – Mundo Guanaco (1995)

El tema que cierra Mundo Guanaco es el segundo de raíz folklórica en la carrera de Ricardo Iorio, luego de “Moraleja” en el último disco de estudio de Hermética. A partir de aquí, Iorio se mostró como el precursor no sólo en incluir música popular en el rock, sino, también, de reformar viejos temas metaleros. En el primer caso, se puede mencionar el tanguero “La Llaga” en A fondo blanco; en el segundo, la reversión de “Desde el Oeste” de Hermética en Almafuerte. Además, luego de editar Del Entorno, Iorio se juntó con el Cadillac Flavio Cianciarullo para grabar, con la producción de Ricardo Mollo, Peso Argento, donde predomina el folklore. En el tintero de estos dos bajistas quedó el proyecto sobre el disco de tangos. Así, “Zamba de Resurrección” no sólo es un bello tema, con una profunda letra hacia las entrañas del país. Además, es la piedra fundamental para una buena cantidad de canciones y discos de la música nacional. A.A.

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“Por Nacer” – Del Entorno (1996)

La letra continúa la tradición del prosista de espiritual realidad, que mezcla vocabulario literario, barrial y de lunfardo; tradición iniciada en El Fin de los Inicuos de V8 y continuada con creces a lo largo de Hermética. Pertenece, además, al primer disco de Almafuerte con temas completamente compuestos por sus integrantes. La mezcla, de ritmos pesados con partes de balada, convierten a esta canción en una de las piezas destacadas de uno de los mejores trabajos del grupo (junto a  “Hacia el abismo” y “1999”, tema que tocó con la camiseta de Racing en el programa Club Social y Deportivo, conducido por Alejandro Fantino en 1996). A.A.

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“Almafuerte” – Almafuerte (1998)

“No te des por vencido, ni aún vencido” escribió alguna vez Pedro Bonifacio Palacios (1854-1917), gran poeta argentino. Él nunca podría haberse imaginado que a fines del siglo XX Almafuerte, su alias más famoso, sería la bandera del heavy nacional que miles de fanáticos llevarían en remeras y hasta en la piel. Ricardo Iorio en “Almafuerte” le rinde pleitesía al escritor y explica el porqué la elección de ese nombre, ese símbolo, esa idea para su banda: “Esta canción quiere tu nombre llevarse. /Como se lleva mi voz/ para que guarde quien siente. / Fue por querer, y por si alguno no sabe/que hice mío tu nombre, Almafuerte.”.El homenaje definitivo, una trifecta: Almafuerte, la mejor banda del heavy argento, Almafuerte, el mejor disco de Iorio y Marciello, y “Almafuerte”, su mejor canción.  J.V.

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“Triunfo” – Almafuerte (1998)

“Ya fue, se ahogó en su nada nuestro contrincante”, tan solo un extracto de los dardos envenados de Iorio y de cuánto esperó ver el cadáver de su enemigo: Malón. “Triunfo” es una canción dedicada a la separación de la banda formada por sus ex compañeros de Hermética. Hasta hay una carcajada revanchista de Ricardo antes del solo excepcional del Tano Marciello. No es la primera vez que hace mención a O’Connor, Strunz y Romano en sus letras. “Zamba de resurrección” -con el claro guiño: “el malón traicionero”– y “El Amasijo de un gran sueño”, ambas de Mundo Guanaco, también son partes de guerra. J.V.

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“Se vos” – Almafuerte (1998)

Hay en “Se vos” un Iorio libertador, un profeta de la causa más simple y compleja: el de ser sin falsear al propio ser. Es extraño que un mensaje tan emancipador surja de uno de los personajes más polémicos del rock nacional, sus canciones no escapan a la contradicción de su ser nacionalista y paternalista pero con destellos de libertario, la parte más sana de su obra, si se quiere. Y “Se vos” es un oasis que se mantiene en esa línea, una canción despersonalizada. No hay biografías singulares en este mapa compositivo, lo impersonal es el símbolo y la arenga por ser. El tono es intimista y de dialogo, pero su finalidad: universalista. Cada frase es una verdad, una premisa: “Muy duro es aguantar. Más quien aguanta, es el que existe” y ante la cuestión trágica shakespeareana  del “Ser o no ser”, Almafuerte instruye: “Sé vos, nomás, que al mundo salvarás”. N.S.C.

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“Niño Jefe” – Almafuerte (1998)

Los mitos, las fábulas, las leyendas no tienen dueño. La propiedad privada en la narración es un invento reciente y falaz: nadie puede apropiarse de esas historias que nacen de la tierra y se alimentan de la carne. “Niño Jefe” es una de esos cuentos. La novela negra de un Robin Hood de acá nomás, de una villa de General San Martín. El loco de la metralleta, un loquito curtido a la vieja usanza, un pendejo que a los 13 ya se había hecho respetar y conocía los códigos de los viejos malandras, que sabía que no había nada peor que zarparse con la gente del barrio. El Niño. El Jefe. Un animal de la estirpe de los Vairoletto, de los Mate Cocido. La canción es una biografía ultra sintética y estremecida. Impecable. El nacimiento en lo más bajo, el bautismo de fuego, la generosidad con los suyos, los enemigos traidores, la astucia y los códigos, la muerte inevitable, la gloria pagana. Iorio no se limita a contar la historia; destila y condensa la esencia que hace falta para construir un mito popular. C.F.

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“Homenaje”  – A Fondo Blanco (1999)

Gualeguaychú Suburbano. Un mundo donde las cosas son irreversiblemente como son: frío en invierno, sol asesino en verano; la fealdad de lo real cuando es honesto. A un costado de la ruta que lleva a la playa de Ñandubaysal, la incansable camioneta de Ricardo Iorio frena cargada con bolsas de carne y botellas de vino. Viene a homenajear a su gaucho preferido. Comparten el cantor y el anfitrión una misma noble profesión en la doma de caballos y de canciones. Porque ya el gaucho sabe que el animal necesita ser reducido para amansarse, mientras el cantor precisa andar con rienda atenta a los delirios de la poética. El humo de la parrilla sube por el aire mientras el infame carnaval se menea en la ciudad. Dos domadores en homenaje ven pasar la caravana de autos y chasquean la lengua. Nadie sabrá qué se dicen hasta que esta canción vea la luz. S.R.M.

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“Convide Rutero” – A Fondo Blanco (1999)

No hay otros dos tipos tan emparentados con la ruta como el Gauchito Gil y Ricardo Iorio. Como un mandato que cumplir, Ricardo sigue, con el tono profético que lo caracteriza, las voces que lo llaman a lanzarse a un andar errante y que tiene como único requisito, y Pedro Bonifacio Palacios lo sabe, siempre avanzar y nunca detenerse. En uno de los pocos videoclips de la banda, Iorio apela a su histrionismo para convencernos de que la ruta, con sus baches y banquinas, siempre fue su lugar. A.V.//z

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