Boom Boom Kid tocó el pasado domingo en Niceto presentando la nueva edición de Frisbee, su última placa.
Por Gonzalo Penas
Ya es costumbre: último fin de semana del año y Boom Boom Kid se presenta para dar un concierto de rock “sólo para que después ustedes se lo cuenten a sus nietos”. Lo mismo pasaba cuando BBK era Nekro y cantaba en Fun People. Ya es una costumbre, pero sana, de esas que no pueden dejarse de hacer (ni de ir) porque pasará un momento tan genial como lo hacía en plena adolescencia. El domingo post-navidad el lugar elegido fue Niceto Club, tal como las últimas veces que BBK tocó en Capital. No cabía un alfiler y el calor era un invitado al que nadie daba bola, pero todos sintieron.
Pasadas las 21hs, se escuchó la intro de la canción “Ánimo” y todos se excitaron al punto que hubo pogo, mosh y slam, incluso atrás de todo. Nadie esperaba que el comienzo del recital fuera con el primer tema del primer disco de Fun People (Anesthesia, 1995). Delirio durante toda la canción. Aunque no fue la única de la anterior banda de Nekro o Il Carlo o Boom Boom Kid, fue raro, porque si bien siempre en los conciertos de BBK suenan canciones de Fun People (teniendo en cuenta que esta última volvió a principio de año, dando algunos shows durante el verano) pocos esperaban que sonaran canciones como “Bad influence”, “FMI” o “Easy to come”, entre otras. De BBK sonaron varias de Frisbee (2009) el último disco que ahora tiene nueva edición (al frisbee que trae el cd, se le agregó un vinilo con 10 canciones inéditas y un póster). La primera que tocaron de esta producción fue “Crayones”. Con el correr de la noche se fueron sumando “Del absoluto vacío surge este capricho”, “Entre nos…” “Lo único feo es no tener porqué vivir”, “Y el hospice burning” y “Pon tu corazón en la música”, una de las más festejadas, donde todos bailaron al ritmo de la canción y los coros.
Boom Boom Kid nunca deja de sorprender. Esta vez, primero advirtió a los chicos que se subían al escenario a saltar y a abrazarlo (un clásico de los shows de Fun People y de BBK) con un “chicos esta noche no se puede, hay muchos cables, hay que tener cuidado, así que cuando se suben, enseguida se tiran, ¿ok?” Y remarcó el “ok” para que quede claro que era peligroso hacer este ritual. Obviamente, el público se siguió subiendo igual. Pero él no se resigno a su advertencia y cada vez que podía le explicaba a alguno que era mejor saltar del escenario rápido. Si siempre fue un ejemplo para el público (cultural, musical y hasta personalmente hablando) y un protector, ¿por qué no iba a serlo esta noche? Más tarde, ya más distendido, se dio el lujo de pasearse por el público sentado en una silla sostenida por la misma gente. No fue el único paseo que hizo. También, surfeó entre las personas con una especie de tabla para la ocasión. Un groso.
Entre tanta temperatura y adrenalina hubo lugar para clásicos como “Tomar helado”, “I do”, “My smiling fragile heart”, “She runaway”, “I don’t mind” y “Perfume de vos”, momento donde el escenario se pobló de gente cantando la canción. Sonó perfecta y ajustadísima “Déjame ser parte de esta locura”, esa especie de balada BBK marca registrada: basta escuchar la frase “jamás me faltaría nada de comer y compraría el mundo entero, si eso es lo que quiero, pero no, tu eres lo que yo elegí” para darse cuenta. Para el final hubo un combo de canciones que no parecía terminar nunca, a pesar del “ahora sí, es la última” que decía BBK, como un pequeño respiro entre cada tema: “Brick by brick”, “20 años” y “Julio” (“el mes que más te gusta a vos, fanático de Bauhaus, que te gusta todo esto”, sic BBK).
El recital terminó minutos antes de las 23 y si la gente esperaba salir rápido para refrescarse con el viento de la calle, se equivocó. Afuera hacía tanto calor como adentro. Lo que no se puede negar es que en una maravillosa noche de verano, BBK nos regaló otro brillante concierto, dejando una sonrisa en la cara de cada miembro del público.