Por Leonardo Oyola

Desde borrego me enganché con el Jefe. Si todavía hoy uso las mangas de las remeras y las camisas mangas cortas arremangadas es porque vi que Springsteen así lo hacía en los videos que pasaban en Música Total. Tuve un amigo que ya se nos fue y que tenía un aire a él. Esa alegría y esa energía. Y que bailaba “Bailando en la oscuridad” igual… Que se yo. No me podía dar el lujo de comprar la entrada para el recital de septiembre del año pasado. Ni siquiera la más barata. Y me venía mintiendo y lo decía en voz alta a todo aquel con el que pudiera charlarlo que ya me siento viejo para los recitales de estadios. Ese era mi consuelo de pobres. Y en eso me piden de la Rolling que cubra el recital. Algunos caracteres para la web y un texto para el número impreso. Y que le dé una mirada muy personal. No soy un periodista de rock. Soy escritor. Y escribir precisamente me ha dado enormes alegrías como la de ese inolvidable recital de Bruce Springsteen con la E Street Band. En donde me compré la remera.

Dos semanas después di una charla para un público presente de 1800 personas. Como también se transmitió online no podría calcular cuantas personas más la vieron en ese momento. Fue en el marco de un evento en el que artistas, científicos, economistas, expertos en informática, etc., etc., etc. hablamos de nuestros respectivos grandes amores. Yo lo hice de la escritura. Pero no era mi intención dirigirme solo al futuro colega. Yo quise hablar con todos los que me estaban escuchando. Y decirles que, desde lo que me tocó vivir a mí, no sirve ir a medias. Que hay que dedicarle todo. Ojota: que no es “a todo o nada”. Que es, paulatinamente, cada vez más entregarse a eso que uno quiere hacer. Yo soy tímido. Muy. La persona con la que laburé durante dos meses para subir al escenario me dio muchos consejos. Pero el principal fue que fuera yo mismo ahí arriba. Así que respiré hondo. Me putié un poco y salí. Con la pilcha de siempre. Salvo la remera que estaba estrenando: la del recital del Jefe. Fue adrede: pensando en lo que hizo él en el Club GEBA. Darlo todo. Bueno. Nada. Eso. Que las remeras negras siempre garpan. No hay con que darle. Se transpiran. Son parte de la gira y del show. Y quedan tatuadas en fotos y, sobre todo, en recuerdos. Propios y ajenos. Porque son un sentimiento.//z

Leonardo Oyola nació en 1973. Es escritor. Colabora en la edición argentina de la revista Rolling Stone y en la Revista Orsai con el folletín Cruz/Diablo durante el 2012. Sus cuentos han sido seleccionados en varias antologías y medios gráficos de Argentina, Uruguay, México, Francia y España. Tiene publicadas las novelas Santería y Sacrificio para la colección Negro Absoluto dirigida por Juan Sasturain, además de Siete & El Tigre Harapiento (tercera mención del Premio Clarín 2004), Hacé que la noche venga (revelación 2008 en la Revista Ñ), Bolonqui, Gólgota (traducida al francés) y Chamamé (Premio Dashiell Hammett al mejor policial en la XXI Semana Negra de Gijón; también traducida al francés). Kryptonita fue elegido el mejor libro de 2011. sus últimas publicaciones a la fecha son Sopapo y el libro de relatos Sultanes del ritmo.

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