A continuación, doce obras de la literatura universal en las que el mundo y la historia tomaron otro camino.

Por Joel Vargas

¿Qué hubiera pasado si los nazis ganaban la Segunda Guerra Mundial? ¿Y si Perón hubiera muerto de chico? ¿Si no asesinaban a Kennedy, si no derrocaban a Allende? Muchos escritores crearon mundos donde estos hechos sí sucedieron, y analizaron las consecuencias que se produjeron. Historias alternativas, o mejor dicho: ucronías. El filósofo francés Charles Renouvier creó este término en 1857. Es la unión de dos palabras: utopía (un lugar que nunca existió) y cronos (tiempo). Entonces, es el tiempo que nunca existió. Los creadores de este tipo de relatos eligen puntos de inflexión históricos, mejor conocidos como puntos Jonbar, un concepto que remite a las acciones que hace John Barr en La legión del tiempo (1938), novela del escritor estadounidense Jack Williamson. Los ejemplos son fáciles de pensar: aquellos momentos bisagra de la historia que si no hubieran ocurrido habrían cambiado radicalmente el mundo tal como lo conocemos, y se daría un efecto mariposa. A continuación, un repaso por obras que juegan con la historia mundial creando universos fascinantes.

“La trama celeste” (1948), en Cuentos completos de Adolfo Bioy Casares  – Emecé

¿Bioy o Casares?, le preguntaron alguna vez a Karina Jelinek. Sin quererlo, se había metido en el universo de uno de los grandes pioneros de la ciencia ficción rioplatense. De esa pregunta se puede inferir otra, ahí, agazapada, a la espera de que alguien la verbalice: ¿existió más de un Adolfo Bioy Casares? Si seguimos la lógica interna de la obra del ilustre escritor se podría responder de manera afirmativa. En un universo paralelo existió otro Adolfo Bioy Casares, y hasta quizás fue peronista. ¿Un misterio? ¿Una falacia? Lo que sí sabemos es que en este universo la primera ucronía argentina conocida es “La trama celeste”, un cuento que se puede encontrar en los Cuentos Completos de Bioy Casares (recientemente compilados por Emecé). Un piloto de avión, el capitán Irineo Morris, viaja a un universo en el que no existe Gales, la ciudad de Cartago sobrevivió al ataque musulmán del siglo VIII y  Buenos Aires aparece sutilmente distinta. En alguna parte del texto se afirma: “habrá infinitos mundos idénticos, infinitos mundos ligeramente variados, infinitos mundos diferentes.” Entonces, repito: ¿existió más de un Adolfo Bioy Casares?

En el cuerpo una voz (2018), de Maximiliano Barrientos – Eterna Cadencia

Bolivia, un general mata al “presidente indio”. El país se parte: por un lado la Nación Andina y por otro la Nación Camba. En el cuerpo una voz, de Maximiliano Barrientos. narra lo que pasó después, la guerra civil dentro de la Nación Camba y sus consecuencias. Obviamente, nada de lo que cuenta pasó realmente. Evo Morales está vivo y sigue siendo el presidente del Estado Plurinacional de Bolivia. Algo es cierto: alguna vez existió el Movimiento Nación Camba de Liberación ¿Su objetivo? Que se independicen el oriente boliviano (los departamentos cambas: Santa Cruz, Beni y Pando) el norte del departamento de La Paz, y el noreste del departamento de Cochabamba. Este movimiento tuvo su auge entre 2008 y 2009, y se dice que hubo planes concretos de asesinar a Evo. En En el cuerpo una voz, esto ocurre. Hace años que la Nación Camba está sumida en una guerra civil, una facción está comiéndose a la otra. Es literal: los esbirros del General son caníbales, y el hambre y la desolación es moneda corriente en territorio camba. La literatura de Barrientos es muy visual, juega con la forma y el montaje. En el libro conviven una suerte de road movie (una carretera, dos hermanos escapando), un relato coral (una manera de registrar la memoria) y la poesía. En el cuerpo una voz no viene a explicar la tensa relación entre el oriente y el occidente de Bolivia, como así tampoco la figura del dictador latinoamericano. Es, simplemente, una novela sobre la venganza y el vacío.

Historia de la ciencia ficción uruguaya (2014), de Ramiro Sanchiz – Llanto de mudo

El escritor uruguayo Ramiro Sanchiz alguna vez afirmó que su santísima trinidad era Thomas Pynchon, William Gibson y Philip K. Dick. La lectura de esos tres autores lo marcó a fuego. En su obra se pueden encontrar algunas esquirlas de ellos. Sanchiz hace años viene escribiendo una macronovela: doce libros que se conectan entre sí y relatan las aventuras de Federico Stahl.  En ellos encontramos ciencia ficción, cultura pop y rocanrol. En Historia de la ciencia ficción uruguaya (2014),  Sanchiz hace una especie de cartografía alternativa de las publicaciones de fanzines de los noventa. Una historia que sucede en un mundo donde la dictadura uruguaya comenzó con una guerra civil y terminó a finales de los noventa. Un dato que para algunos podría pasar desapercibido pero es clave para entender el desarrollo de ese under noventoso que crea Sanchiz. En nuestro país fue editada por la editorial cordobesa Llanto de mudo.

 

Synco (2008), de Jorge Baradit – Ediciones B

Entre 1971 y 1973 en Chile se desarrolló el programa Synco (Sistema de Información y Control). El gobierno de Salvador Allende quería conectar en red a todas las empresas estatales. Era la tecnología al servicio de la eficacia. Pero el golpe de Estado del ‘73 impidió que se implementara. Jorge Baradit, en Synco, imagina cómo hubiese sido el país trasandino con la continuidad de ese programa. ¿Un estado tecnócrata y socialista? Al parecer sí, pero hay algo oscuro detrás. En ese mundo alternativo donde Synco marca el pulso del territorio chileno, el general Pinochet impide que se realice el golpe al presidente Allende. Baradit construye al otrora dictador en un personaje sensible, un tipo signado por la tragedia: perdió a su mujer y su hijo días antes del 11 de septiembre del ‘73. Gracias ese suceso surge un héroe inesperado. Esta novela va por su quinta edición y es un éxito de ventas. No es la primera vez que Baradit experimenta con las ucronías: entre 2005 y 2008 administró un blog, Ucronía Chile, donde invitaba a diferentes colaboradores (escritores, ilustradores y artistas audiovisuales) a crear historias alternativas, que luego fueron compiladas en el volumen CHIL3: Relación del Reyno (2010). Lamentablemente, ni este libro ni Synco se consiguen en Argentina

El muchacho peronista (1992), de Marcelo Figueras – Alfaguara

En 1992 Marcelo Figueras publicaba su primera novela: El muchacho peronista. Allí cuenta cómo un pibe de Flores, Roberto Hilaire Calabert, se convierte en el primer Papa argentino. Veintiún años después, en 2013, Jorge Bergoglio es nombrado Papa. ¿Figueras hizo futurología? ¿Tiene una máquina del tiempo? No, a veces la ficción se adelanta a la realidad. En El muchacho peronista, reeditada en 2016 por Alfaguara, Calabert cambia la historia al matar a Perón en un prostíbulo en Junín en 1938. Sin esa figura central, todo se transforma. La idea de la novela surge de una pregunta: ¿cómo se hubiera podido evitar la dictadura? La respuesta: matando a Perón.  Años después Figueras va a afirmar que pecó de ingenuo, por su edad: está seguro de que hubiese surgido otro cuadro político para representar a los sectores desclasados.

 

 

Patria (1992), de Robert Harris – Debolsillo

Es el año 1964 y Alemania es una de las grandes potencias mundiales. En el día en que el Tercer Reich celebra el 75° aniversario de Adolf Hitler, Joseph Butler, uno de los altos jerarcas del régimen nazi, es encontrado muerto  en un lago de Berlín. Xavier March, un detective de la Kriminalpolizei, es el encargado de investigar su muerte. Lo que no sabe March es que hay un plan sistemático de la Gestapo: matar a todos los funcionarios que planificaron el Holocausto para que el mundo no se entere de los crímenes de lesa humanidad cometidos por los nazis. Si eso ocurre, la reunión entre Hitler y Kennedy para sellar la paz podría estar en peligro. Patria,  del británico Harris, imagina un mundo donde los nazis ganaron la Segunda Guerra Mundial.  ¿Pero cómo? Venciendo en la batalla contra el Ejército Rojo en territorios de la URSS y dándose cuenta de que la inteligencia británica había descifrado el código ENIGMA. Dos puntos divergentes muy importantes. El libro se convirtió al instante en un best seller en el Reino Unido y fue adaptado  a la pantalla grande por HBO en 1994. También fue el inicio de una carrera exitosa para Harris: después vendrían otras novelas históricas y sus respectivas adaptaciones cinematográficas.

El sindicato de policía yiddish (2007), de Michael Chabon – Literatura Random House

En un hotel  berreta de la ciudad de Sitka, Alaska, aparece asesinado uno de sus clientes. Y por esas cosas de la divina providencia también se encuentra alojado el detective de homicidios Meyer Landsman, que se pone al hombro la investigación. Esto ocurre en El sindicato de policía yiddish, de Michael Chabon. A priori es la típica novela negra pero tiene una vuelta de tuerca: sucede en un mundo donde el gobierno de los Estados Unidos cedió temporalmente, al principio de la Segunda Guerra Mundial,  la ya mencionada Sitka a los judíos centroeuropeos. Pero setenta años después, cuando ocurre el asesinato, quedan tan solo dos meses para que ese territorio vuelva a manos de EEUU. Al leerla uno encuentra un cierto aroma a película de los hermanos Coen. Chabon juega con las reglas del género, es grotesco e irónico. Landsman tiene todos los clichés del detective: derrotado, alcohólico y solitario. Ricardo Piglia sentenciaba que en la novela negra se podía ver al crimen como un espejo de la sociedad, o mejor dicho: “en este tipo de relatos el detective no descifra solamente los misterios de la trama, sino que encuentra y descubre a cada paso la determinación de las relaciones sociales.” Algo que Chabon logra hacer con creces.

Ada o el ardor (1969), de Vladimir Nabokov – Anagrama

Según el crítico Martín Schifino, el gran escritor yanqui del siglo XX es Vladimir Nabokov, un ruso autoexiliado que aprendió inglés a los ponchazos. “Es el que inventó Norteamérica”, y también escribió una ucronía: Ada o el ardor, el libro que más tiempo le llevó crear. Luego de Lolita (1955), Nabokov se sumergió en esta obra. Estuvo años rumiándola. Es la historia de amor entre dos hermanos: Van Veen y Ada. A lo largo de las páginas vemos cómo los amantes sufren y gozan a través de los años. La historia arranca en el siglo XIX y finaliza a principios del XX en un mundo paralelo llamado Antiterra o Demonia. Un planeta muy parecido al nuestro pero donde los avances científicos y cambios sociales sucedieron cincuenta años antes. Un detalle: la distribución geopolítica es diferente a la que conocemos. América está conquistada por rusos, ingleses y franceses y la electricidad está prohibida. Un romance clandestino en un mundo donde nunca Lenin le dijo a H.G. Wells: “electrificaremos Rusia”.

22/11/63 (2011), de Stephen King –  Plaza & Janes

¿Qué harías si encontraras una puerta en un restaurante que te lleva a 1958? ¿La abrís? Y es más, ¿te quedarías a vivir hasta 1963 para impedir la muerte del presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy? Un profesor de literatura de Maine tiene que lidiar con estas preguntas en las primeras páginas de 22/11/63, de Stephen King.

El Rey del Terror, como es conocido el escritor estadounidense, describe con precisión -gracias a una investigación puntillosa- cómo era vivir en EEUU a fines de la década del 50 y principio del 60. Se sumerge en una sociedad que está a punto de sufrir grandes cambios sociales y económicos.  Supongamos que ese profesor salva a Kennedy: ¿qué pasa después? Nunca existió la presidencia de Lyndon B. Johnson y por ende nunca se aprobó la Ley de Derechos Civiles de 1964. ¿La segregación racial podría haber seguido existiendo? Teorías contrafácticas con las que King juega en una de sus mejores novelas.

La conjura contra América (2004), de Philip Roth – Literatura Random House

En 1927 el aviador Charles A. Lindbergh cruza el Atlántico a bordo de su monoplano, “El espíritu de San Luis”. Es el primero en hacerlo. Trece años después, en 1940, se convierte en el presidente de los Estados Unidos derrotando en las elecciones a Franklin D. Roosevelt. Su gobierno se caracteriza por ser filonazi. Lindbergh persigue a los judíos y restringe las libertades sociales. Este es el plot de La conjura contra América, de Philip Roth. La historia está contada desde la perspectiva de una familia judía que vive en Newark, Nueva Jersey.  Página tras página vemos cómo las políticas antisemitas repercuten en la población. Roth es un experto en retratar el dolor y el sufrimiento. Husmea en el lado oscuro del ser humano.  ¿Es su novela anti Bush? Es una lectura posible, aunque Roth diga lo contrario. Supuestamente, se le ocurrió leyendo la autobiografía del historiador Arthur Schlessinger, donde contaba que el Partido Republicano barajó como posible candidato para disputar las elecciones en 1940 a Lindbergh, simpatizante de Hitler y fuerte militante del aislacionismo estadounidense. Esto fue mucho antes de la administración Bush y de las medidas que tomó el presidente después del 11S.  ¿Elegimos creerle?

Watchmen (1986/1987), de Alan Moore y David Gibbons – ECC Comics

Imaginemos un mundo donde existieron los superhéroes y ayudaron a que Estados Unidos ganara la Guerra de Vietnam, donde nunca existió Watergate y Richard Nixon fue reelegido. Un mundo donde existe el Dr. Manhattan, un ser que puede controlar la energía atómica y es el as bajo la manga de EEUU para ganarle la Guerra Fría a la URSS. Toda esta historia alternativa sucede en Watchmen, novela gráfica escrita por Alan Moore e ilustrada por David Gibbons. Publicada entre 1986 y 1987 por DC Comics, marcó un antes y un después. Ganó un premio Hugo en 1988, prestigiosa distinción que se le otorga a las historias de ciencia ficción. ¿Cuál fue la clave de su éxito? Derribar la concepción tradicional del superhéroe: un tipo disfrazado y buenazo con una moral superlativa que combate a los malos de turno. Un boy scout, siempre listo. En Watchmen los vigilantes disfrazados se encuentran prohibidos desde 1977, y los pocos que quedan trabajan para el gobierno estadounidense haciendo trabajitos sucios. El escritor británico hace foco en el ser humano, en sus fracasos y aciertos, y en la soledad. O, como cantaba Gustavo Cerati: “Nena, nunca voy a ser un superhombre. Sueles dejarme solo”.

El hombre en el castillo (1962), Philip K. Dick – Minotauro

Para algunos Philip K. Dick es el autor más importante de ciencia ficción del siglo XX. Para otros, un profeta, un gurú, un mito. Todos coinciden en que su obra es impresionante. Muchas películas están basadas en sus relatos: Blade Runner (1982) y Total Recall (1990) son algunas de las más famosas. Su libro más popular es una ucronía: El hombre en el castillo. Dick describe un universo donde el fascismo es la ideología dominante. En la novela pasaron quince años luego de que Alemania y las potencias del Eje ganaran la Segunda Guerra Mundial y Estados Unidos, el gran perdedor, quedara dividido en tres: la costa Este la controlan los nazis, la Oeste los japoneses y en los estados del medio hay una suerte de territorio neutral. En la historia hay diferentes líneas argumentales que se van conectado de a poco. Hay un detalle interesante: el grupo de resistencia al régimen nazi trafica un libro, La langosta se ha posado, de un tal Hawthorne Abdensen, en el que el Eje perdió la Guerra y el gran ganador es el Reino Unido. Un mundo también diferente al nuestro. Para escribir El hombre… Dick se inspiró en el I Ching, el libro de las mutaciones chino. Lo consultaba para ver cómo seguía la historia, y en algunos casos renegó de cómo se desarrolló el argumento. Según el crítico argentino Pablo Capanna, Dick aseguraba que “en esta novela había experimentado técnicas narrativas desarrolladas en la posguerra por los estudiantes de francés de la Universidad de Tokio”. En 2015 se estrenó la serie homónima que produjo Amazon, que si bien presenta los mismos personajes la narración toma otros rumbos. Por eso es clave leer El hombre en el castillo, el mejor Philip K. Dick. //∆z