Muchos volantazos, comodidad, pop canchero y menciones a Dios en el nuevo disco de Arcade Fire.

Por Sebastián Rodriguez Mora

Arcade Fire es una banda que siempre pretendió filtrar una mirada social / política a lo largo de su carrera. Universitario, cool entre lo que no es cool, ante todo indie: eso que durante los primeros tres discos fue (pero hoy ya es una estudiada ficción) siempre nos gustó. Arcade Fire es la banda en la que supimos abrigarnos porque aun cuando no resolviera nuestras preguntas vitales, al menos era una compañía, una marca identificatoria, un espejo que nunca deformó. Pequeños, íntimos, los puntos de vista narrativos y musicales de Arcade Fire cambiaron a partir de Reflektor, la gema oscura de la pista de baile para los que casi nunca bailamos. Una especie de jodamos un rato antes que empiece la distopía, o como lo definiera la aristocráticamente ortiba revista Pitchfork “ahora tienen sintes, beats y destellos plateados junto a James Murphy y algo de música haitiana, todos celebrando con joie de vivre bajo la bola de espejos”. Algo parecido habíamos captado por estos lares, pero sin el asco anémico de la reputada publicación de Chicago. Sin embargo, debe concedérsele a Jeremy Larson, redactor de tal demoledora reseña, que el sexteto liderado por el matrimonio Butler-Chassagne pifia feo a lo largo de los endebles 47 minutos del disco.

Empecemos a juntar los restos del desastre que llegan a la costa y todavía sirven. Everything Now tuvo cuatro cortes promocionales:

– El homónimo del disco, una melodía hermosa que esconde una calculada canción para estadios;

– “Creature Confort”, el mejor tema con una estética residual reflektoriana;

– “Signs of Life”, un pop para sentirse lindo/a;

– “Electric Blue”, temita para lanzar la carrera solista de Règine Chassagne.

Lejos de cualquier referencia borgeana intencionada, “Everything Now” contiene un intento de conceptualización en el disco, respecto al infinito y la simultaneidad de los eventos que implicaría nuestra vida sumergidos en la constante conexión a wi-fi. En el caso de esta ironía sobre el capitalismo de servicios y su ilusión de inmediatez, precisan de mucho prólogo en cada presentación televisiva que hicieron para que la crítica se entienda. En síntesis, hay poco en la letra misma de la canción y mucho alrededor. Todo muy livianito, pero es la música y sobre todo esa línea de piano a cargo de Thomas Bangalter de Daft Punk –cuándo no- la que se lleva todo por delante, aun cuando no esté exenta de un fragmento para que cante la gente que de tan obvia genera una sensación molesta. Y dado que abre el disco, la canción ilusiona con otra fiesta interminable como la de Reflektor, pero no, nada que ver. El único concepto extraíble de este disco es que tiene más volantazos que circuito de rally. Derrapa, sale de los márgenes y vuelca un par de veces. Pero sigamos.

https://www.youtube.com/watch?v=fH29jAc6ICM

Ya de arranque, “Creature Confort” anuncia con sintes rotos y guitarra procesada que algo anda mal aunque se vea lindo. La letra conecta con la nueva agenda pública de luchar contra el suicidio y la autolesión –de hecho, el epígrafe del video en YouTube ofrece un link a la espartana web de la International Association for Suicide Prevention. En línea con el éxito de la serie 13 Reasons Why, las estrofas se apoyan en la música para dar un mensaje potente y eso está muy bien. Pero además, la banda logra reírse un poco de sí misma cuando dice que “ella sueña que se muere todo el tiempo. / Me contó que estuvo muy cerca, / llenó la bañadera y puso nuestro primer disco”; acaso un contraataque a los críticos que ponían a Arcade Fire en la nómina de las bandas para llorar. El centro de la canción, sin embargo, está en el estribillo que capta una máxima de época, algo que vivimos casi todos: “Dios, haceme famoso / Si no podés, al menos que no sea doloroso”. Triunfo o muerte, dos millones de seguidores o Chacarita, no hay término medio vital en el siglo de la intimidad socializada. A todo esto, retengamos la mención a la deidad. Everything Now está plagado y no sabemos muy bien por qué.

“Spend your life waiting in line / You find it hard to define / But you do it every time, / then you do it again”. ¿Dónde habíamos escuchado eso de pasar la vida hacienda la fila? Hay un vínculo entre “Signs of Life” y esa gran canción de The Suburbs llamada “Modern Man”. Acaso estos dos chicos cool que andan de noche buscando señales de vida (¿buscando una fiesta o buscando humanos en la distopía?). Si el narrador en “Modern Man” no podía dormir de noche por esa ansiedad que lo acosaba, estos decidieron salir a ver qué es lo que queda para salvar. En cuanto a lo sonoro, sólo dos palabras: Arcade Fire se siente muy cómodo haciendo pop canchero, con un sonido más y más BAFWeek.

Por esas derivas de la comodidad es que Win Butler se pasa en la curva y queda clavado en la leca con las dos canciones siguientes. “Peter Pan” y “Chemistry” componen un Frankenstein de influencias caribeñas o algo por el estilo, una especie de reggaetón hecho con sillas marca Colombraro. Caro, horrible y plástico. Hay algo que le pasa a Arcade Fire que se corresponde con el 95% de los norteamericanos blancos: no tienen la más puta idea de qué es tener gracia, swing, onda. Si lo lograron desde una perspectiva world music en todo el hermoso disco uno de Reflektor quizás tuviera que ver con los restos de polvo estelar que Bowie dejó en el aire del estudio. Lo bailaron y aún forma parte de su setlist en vivo (el cual traerán a Argentina cuando vengan en noviembre para el festival BUE), movimos nuestra incapacidad de movernos, brillamos en nuestra opacidad. Pero al parecer fue todo lo que pudieron dar o todo lo que el portal desde otra dimensión permitió pasar (un portal más bello, bueno y con las articulaciones mejor formadas).

“Infinite Content” es una basura total acelerada, pero por suerte la banda tiene la inteligencia suficiente para robarle 104 segundos al espíritu del Harvest Moon de Neil Young en un reprise tranquilo y folkie de lo mismo. Cual reliverán tomado para cortar con los vómitos, volvemos a ponernos los auriculares.

De ahí salimos a “Electric Blue”, otro pop en el que tres cuartos de la banda sobran. Regine Chassagne canta un críptico estribillo que dice así: na na na na na na na na na. Más allá de eso, la canción toma lo mejor de ese cambio de paradigma musical que significó Lorde y lo hace pasar bien por la agudísima voz de Regine.

“Good God Damn”: ¿qué tiene que ver dios, Jesucristo y demases con las preocupaciones progres de Arcade Fire? Nunca lo sabremos, aunque si prestamos atención, a lo largo y ancho del disco la deidad aparece en forma de súplicas y reproches. Entre tanto, la banda suena pequeña, cuidada, un post punk, un Talking Heads, siguiendo con la estética pop ochentosa. El tono de voz de Butler para cantar por fin sale de la seguridad mainstream y recuerda la depresión indie con la que la banda se embanderó allá por Neon Bible, por ejemplo.

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El disco cierra con un outro majestuoso de “Everything Now”, pero antes deja dos canciones con el mismo regusto íntimo con el que cerraba Reflektor. “Put Your Money on Me” es un atraco a Metronomy, una salidera bancaria. Sobre todo por las cascadas de voces idénticas a las cantatas pop de la banda de Joseph Mount. Divertida y depre, la canción parece hablar de lo difícil que se hace confiar en el otro, apostar lo propio a favor de lo ajeno. El concepto conecta bien con “We Don’t Deserve Love”: algo se está rompiendo entre dos personas (“cuando nos conocimos / vos no esperabas esto. / Tal vez no merecemos amor alguno”). Y entonces, bajo los arreglos y producción de Daniel Lanois –ex Dylan y U2; parece que nadie quiere quedarse afuera del fogón-, Butler pronuncia la imagen más hermosa del disco: “Si los árboles te tapan el bosque / quemalo todo y traeme las cenizas”.

En una de esas, en la frase de más arriba se pueda leer una justificación de qué le pasó a Arcade Fire en Everything Now. Algo nuevo aflora pero para eso hay que deforestar todo lo anterior. En el medio, este disco quizás sea la no man’s land necesaria para emigrar a otras zonas musicales. Lo sabremos en unos años.//∆z