La perfecta muestra de cómo un level design mediocre y unas pobres innovaciones de gameplay pueden hacer que una mecánica divertida se vuelva un tanto aburrida.

Por Ezequiel Heyn

Después de años esperando que salga un juego de plataformas de Sonic para una consola que no sea portátil, finalmente apareció el Sonic 4. Tras dieciséis años del Sonic and Knuckles (segunda parte del Sonic 3) el erizo azul de zapatos rojos vuelve con una nueva aventura, predecesora de la saga clásica. El juego intenta recrear la mejor época de la mascota y, de alguna forma, se la homenajea al hacernos cruzar escenarios y enfrentar Jefes ya conocidos.

El Dr. Eggman ha vuelto a interrumpir la paz y tranquilidad del planeta, utilizando su coeficiente intelectual de 300 para convertir a los animales en robots y poder controlar el mundo a su antojo. Sin embargo, un joven, canchero y veloz erizo llamado Sonic, intentará detener sus maléficos planes para lograr establecer nuevamente la paz en el mundo.

A nivel grafico, el juego es una mezcla de 2D y 2.5D, lo cual hace que a nivel visual sea bastante chocante, debido a que con el 2.5D uno logra profundidad, pero con el 2D no. Personalmente, creo que no tuvieron una dirección clara respecto a dónde apuntar: sin motivo aparente, en algunas zonas los fondos son 2.5D y en otros 2D. A nivel sonoro, el juego también trata de remitir a los clásicos bits de Sonic, aunque en esta última entrega la música es un tanto “sosa”. No está mal pero algo le falta…

El gameplay del juego es muy similar al de las entregas anteriores y al de cualquier plataforma side scroller: el jugador empieza con su personaje en la punta izquierda de la pantalla y debe llegar, en un tiempo determinado, a la otra punta del escenario, atravesando distintos obstáculos y enfrentando enemigos que se interponen en el camino. Al final de cada uno de los mundos, se encuentra un jefe que hay que derrotar para liberar a todos los animales cautivos.

En esta entrega, Sonic puede realizar las acciones clásicas, como saltar, hacerse bola, agacharse y el spin dash. Aunque hay una nueva habilidad: el homing attack, una especie de mira semi-automática que se posa sobre enemigos y objetos (piedras, resortes, ítems, etc.) que se encuentran dentro del área de acción. Cuando el jugador apreta el botón de salto, Sonic ataca directamente el objetivo. Esta “innovación” en el gameplay hace que el juego sea bastante sencillo, al punto que es ridículamente fácil. Por momentos, lo único que hay que hacer es apretar el botón cuando la mira se centra y listo, todo el peligro se zanja de esa manera.

Respecto al level design (diseño de nivel), la verdad que me sentí bastante decepcionado, sobre todo en las primeras dos fases: Splash Hill y el mítico Casino. Lo único que hice la mayor parte del tiempo fue chocar contra 20mil millones de resortes distribuidos por la pantalla, que guían todo el escenario de una forma lineal, casi absurda. Lo más molesto es que, desde el Sonic 3, los niveles se destacaban por la inmensidad de sus escenarios y por la posibilidad de elegir distintos caminos para llegar a la etapa final. En esta versión, a pesar de tener un level design lo suficientemente grande como para darle al jugador la opción de explorar los escenarios, la cantidad de resortes que aparecen hacen que uno pierda el control del personaje, perdiendo también la posibilidad de interactuar con el entorno, ya que un resorte lleva a otro, y a otro, y así hasta que terminás el nivel con la sensación de: “¡¿¿Qué carajo pasó, ya terminó??!”. Otro problema es la cantidad de monedas y vidas que se pueden ganar en las primeras dos zonas: para cuando había terminado la instancia del casino, ya disponía de 46 vidas y 6 continues, es decir, una cantidad de vidas y continues ridícula si tomamos en cuenta que no hice mas que rebotar por toda la pantalla, sin hacer casi nada. Gracias a Dios el juego mejora en los escenarios siguientes, matando de a poco esa linealidad y dando más libertad para explorar, aunque tampoco llegando al nivel de diversión de las entregas anteriores.

La estética, el diseño de nivel y muchos de los objetivos (en zones como Splash Hill, Lost Labyrinth, Casino Street y Mad Gear), están basados en las sagas anteriores. Lo mismo ocurre con los Jefes finales. El problema con estos es que son exactamente iguales a los de las entregas viejas, solo que con algún movimiento nuevo. Entiendo que la idea es generar una especie de tributo a las versiones anteriores, pero en un tiro me sentí estafado, al punto que pensé: “¡¡Eeeeh!! Si este jefe lo pasé hace 10 años y era más divertido. Che, ¿algo original no da?”. Creo que lo más rescatable es el stage de las esmeraldas de Chaos, en las que se tomó la fase de bonus del Sonic 1 dándole un twist entretenido: en vez de mover a Sonic, uno mueve la cámara, debiendo llegar a la esmeralda antes de que se acabe el tiempo.

El tiempo de duración del juego es como el de un Sonic de megadrive: en 2 o 3 horas se puede llegar hasta el final tranquilamente.

El juego se puede conseguir en formato digital Xbox Live Arcade, WiiWare y PSN a unos 15 dólares. A pesar de las críticas, tengo que admitir que no la pasé tan mal. O sea, en el fondo es Sonic en formato clásico, lo cual es buena onda, pese a todo… Si sos fanático de este juego, te recomiendo tenerlo. Si no es así, la verdad que por ese precio podés conseguir algo más interesante.