Repasamos los shows más destacados de 2017.

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Ilustración de Sabrina Pintos (@sabri.pio)

Festipulenta Vol. 25  –  Centro Cultural Matienzo – 24, 25, 26 y 27 de febrero

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La expectativa era alta. El regreso del Festipulenta tras dos años sin hacerse permitió recordar esas noches de invierno en el Zaguán Sur y las largas noches de verano, cuando el festival salía a matar. La nostalgia se apoderó de los corazones pulentas y esa frase tanguera de que todo tiempo pasado era mejor no aplicaba en esta edición –la número 25- El line up ya conocido de antemano justificaba las ganas de vivir esas cuatro fechas de carnaval con música en el cuerpo y una birra fría en la mano. Martín Barraco

La Renga – Club Atlético Huracán –  29 de julio, 2, 5, 9,  26 y 30 de agosto

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Antes y después, el show de La Renga sirvió como poderoso muestrario de todas las capacidades de la banda más convocante del país. Entre rock and roll sucio y rutero, hard rock valvular, heavy metal y un par de buenas baladas, Chizzo dejó sobre Huracán bien clara su impronta como letrista para ángeles caídos.Antes del final, con “Hablando de la libertad”, Chizzo tomó el micrófono, explicó que van a parar por un tiempo para grabar un nuevo disco y agradeció a todos los que hicieron posible esta serie de seis shows en Huracán. Además, le habló a su público y dejó un mensaje para el futuro: “Les agradezco a todos ustedes que demostraron que se puede hacer un concierto de rock sin problemas acá en Capital Federal”. Clarito. Matías Roveta

Mi Amigo Invencible 10 años – Niceto Club – 5 de agosto

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Un Niceto repleto fue testigo de un repaso por toda su obra (centrado en su trilogía nostálgica) y de las herramientas con las que cuentan para defender el espacio que se han ganado: mucho talento, evidente trabajo y esfuerzo por repensar sus melodías y una fuerza volcánica que parece no tener límites. Desde aquel disco solista en 2007 – Guaper, la tenaza que corta el alambre del corral – hasta hoy, la banda creció en cuanto a lo sonoro, lo compositivo y lo performático. Se convirtieron en una banda que no sólo traspasa sus temas de los discos a los escenarios sino que los repiensa, los reformula y los condimenta todo el tiempo. Pablo Díaz Marenghi

 The Who – Estadio Único de La Plata –  1 de octubre

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La primera vez en el país de una banda insignia de la historia del rock mundial será recordada para siempre. The Who brindó un show sólido y contundente, con una lista de diecisiete temas en donde repasaron todos sus clásicos. En el marco de una gira en conjunto con Guns´n Roses, el tándem Roger Daltrey/Pete Townshed se lució y demostró vigencia. Zak Starkey, hijo de Ringo Starr, confirmó estar a la altura para sentarse en la silla caliente de la batería del mítico Keith Moon. El comienzo con “Can´t explain” fue un homenaje a la cultura mod y a la psicodelia de los sesenta. Luego vendría el momento de rockear con “Who are you” -hiper coreada-, “The kids are allright” -bien beat- y “My generation” a todo volumen. La puesta de luces generó un momento intimista en “Behind Blue Eyes” y el cierre fue bien hitero, como debe ser: “Pinball Wizard”, “Baba O´Riley” -que tantos conocen por Pearl Jam- y “Won´t Get Fooled Again”, una de las mejores piezas de los británicos que demuestra por qué fueron tamaña influencia para una infinidad de bandas que reinvidican la tradición del buen rock clásico que dialoga con la psicodelia, el hard rock y hasta le guiña un ojo al punk que estallaría en los setenta.  Pablo Díaz Marenghi

 El Mató a un Policía Motorizado – Teatro Vorterix – 5, 6,7 y 11 de octubre

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Se habló mucho durante 2017 de El Mató y con justicia. La banda nacida al calor de las esquirlas del incendio de Cromañón, producto de la amistad de jóvenes outsiders platenses que se escapaban de las clases de Bellas Artes para hacer música, que escucharon a fondo Guided by Voices y Pavement y transpolaron esa tradición del indie noise norteamericana a su propia geografía, lograron la consagración con La síntesis O´Konnor, su último gran disco. Fueron tapa de diarios, revistas y suplementos. Lo presentaron con una seguidilla de Nicetos y coronaron la exhibición de sus nuevas canciones con cuatro Teatro Vorterix agotados. Sin dudas, es una muestra más que merecida del grato presente que goza esta banda, que se volvió parte de una marca indeleble para toda una generación. En cuanto al público, se notó un recambio: muchos más pibes se acercaron con el último álbum. También, por supuesto, los inclaudicables de siempre que le daban un abrazo simbólico a los recién llegados, fundiéndose en un pogo catárquico. Además, desde lo musical, demostraron una mayor fineza en el trabajo de bajos y baterías, una bella inclusión de percusiones, una versatilidad notable de bases y arreglos de teclados/sintes y hasta una amplitud en el espectro vocal de Santiago Barrionuevo, su cantante que ya es un referente del rock independiente nacional. El 2018 los espera para seguir superándose día a día y para revalidar “la depresión sin épica” de sus canciones, que las vienen haciendo “más o menos bien”. Pablo Díaz Marenghi

Acorazado Potemkin – Presentación de Labios del río – Niceto Club3 de noviembre

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En el escenario de Niceto están los tres Acorazado Potemkin acompañados por Elbi Olalla en el piano, y Christine Brebes en el violín. Mariano Fernández Bussy, ex Me Darás Mil Hijos, está en el centro, se mueve inquieto y canta junto a su hermano, Juan Pablo Fernández. La canción es “Hablar de vos”, dedicada a Santiago Fernández, el otro hermano de aquellos dos fallecido a principios de año. Termina la canción y se trenzan en un abrazo profundo, al borde del llanto. La escena fue la postal más representativa de lo que fue la presentación oficial de Labios del Río. El álbum más intenso de la carrera del notable trío tuvo su correlato carnal en su show más grande hasta la fecha: un concierto apabullante de más de dos horas, lleno de invitados (incluyendo a Flopa Lestani en “La mitad”), que tocó fibras nerviosas del cuerpo, la cabeza y los sentimientos. “Tenemos que pensar qué elegimos cada mañana”, sentenció el cantante y guitarrista antes de “El pan del facho”, ofreciendo un final rabioso, catártico y necesario para la Argentina contemporánea. Ilan Kazes

PJ Harvey en el Personal Fest – Club Ciudad de Buenos Aires – 12 de noviembre
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Polly Jean Harvey fue un cisne negro entre la estética visual y mental de un Personal Fest claramente concebido para un público adolescente. Cisne negro en su singularidad musical y propositiva, cisne negro literal en su atuendo espectacular, las piernas inolvidables de esta mujer al borde del medio siglo de vida. Tómense el tiempo, hayan ido o no al show, de escuchar el set de canciones que tocó junto a su hiperexigente orquesta enfundada en rigurosos uniformes negros, la banda del funeral más sexy del mundo. Parada en esa extraña posición de poder, uno diría incómoda, quizás, incomodándose e incomodando a los pocos niños fucsias que miraban sin saber muy bien por qué tantos ya-no-tan-jóvenes aplaudían al ritmo de “The Wheel”, uno de los puntos altos del show que a todas luces se acercó a nuestro país para presentar The Hope Six Demolition Project, su último disco editado en 2016. Circulan las fotos de la PJ sosteniendo el saxo que toca durante gran parte del set: mucho de performer, muy poco de saltimbanqui rockerito SADAIC. Habrá durado una hora y monedas, pero dejó a todos los presentes shockeados. Sebastián Rodríguez Mora

Phoenix en el Personal Fest – Club Ciudad de Buenos Aires – 12 de noviembre

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¿No escucharon todavía Ti Amo, el último disco de Phoenix? Con razón andan tan amargados y grises. Resulta que ese domingo de noviembre, ya de noche, el público vio ingresar a –por favor, nos ponemos de pie- Thomas Mars, Laurent Brancowitz, Christian Mazzalai, Deck d’Arcy y el magnífico Thomas Hedlund, baterista nacido en Sri Lanka que explica con su potencia por qué la banda hoy en día suena igual o incluso mejor que en los discos. Phoenix ha logrado algo que quizás se vuelve sistemático si miramos las bandas más exitosas de Francia en los últimos años (Daft Punk, Justice, Air): tomar las fórmulas del rock y reelaborar hacia un sonido más propio del pop y el dance, un desafío que se plantea siempre difícil. A eso, la banda suma la escenografía de gestos kitsch que sigue la estética de este último disco, cuyos temas implicaron la mitad del set que sonó en Ciudad. Thomas Mars, hombre de familia, dos hijos con Sofía Coppola, galán desgarbado y con las mejores camisas del mundo occidental, cumplió sobre el final con su tradicional caminata sobre la multitud que no paró un segundo de bailar. El quinteto de fanáticos de Franz Liszt dejaron a la gente transpirada y sintiéndose un poco como ellos, un poco más bellos. Qué más podríamos pedirles. Sebastián Rodríguez Mora

Los Espíritus – Estadio Malvinas Argentinas – 2 de diciembre

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El sonido de Los Espíritus es música para mover el esqueleto, un rock que rastrea influencias variadas y clásicas que cargan el ambiente de groove y permiten bailar toda la noche. Con su habitual mirada de crítico filoso, así de claro lo había dejado el inglés Simon Reynolds durante su paso por Argentina este año: “Me parecieron muy buenos. Tienen mucho groove en los ritmos y un sonido setentoso que me hizo acordar un poco a Santana”, le dijo en una entrevista a la edición local de la Rolling Stone. Tal vez a partir de allí, entre otras razones, pueda explicarse el merecido fenómeno masivo que catapultó a Los Espíritus desde el under independiente a cerrar el año en el estadio Malvinas Argentinas. Tienen tres discos brillantes –Los Espíritus (2013), Gratitud (2015) y Agua Ardiente (2017)-, pero el círculo se cierra en el vivo, donde la banda ofrece una experiencia física inigualable e inolvidable. Shows extensos con mucho de ritual que no han parado de crecer, justamente, porque allí está el secreto de lo que esta formación de La Paternal tiene para ofrecer. El año consagratorio para Los Espíritus (un triunfo no sólo de la propia banda, sino de todo el rock independiente argentino) terminó en el Malvinas, pero se alimentó a lo largo de todo un calendario anual que incluyó el lanzamiento de Agua Ardiente y giras extensas repletas de shows en Argentina y el exterior. “Estamos muy contentos de estar acá”, dijo sobre el final Prietto. Matías Roveta

Litto Nebbia+Pez Presentación de Rodar, 50 años de Rock Argentino – Ciudad Cultural Konex –  19 de diciembre

Foto Pez Nebbia Seba Delacruz.

La puesta escénica de la sala del Konex con la luz siempre intensa para enaltecer la figura de Litto Nebbia simbolizó de manera explícita lo que realmente significó la gestación de Rodar: una banda de rock cumpliendo el sueño de rendirla homenaje y  culto a su ídolo. La banda liderada por Ariel Sanzo se puso al servicio para segundear a uno de los padres fundadores del Rock Argentino en casi dos horas de entrega repleta de sonrisas y miradas cómplices; una química fundada seguramente en tiempos de La Luz. Con un sonido impecable, se fueron sucediendo las canciones de Rodar expandiendo en la sala un clima de paz, amor, libertad y respeto. De su repertorio, Pez aportó a la velada “Para las almas sensibles” y “De la vieja escuela del amor”, dos banderas musicales en plena coyuntura donde la falta de amor fue peor al infierno del que habla Dios. Es que efectivamente, a horas de haberse aprobado la polémica reforma previsional en medio de una brutal represión, “la música no nos traiciona” afirmó Litto Nebbia sobre el final del show que cerraron con “Hogar”, recordándonos que  la música es nuestro cálido refugio en medio del ruido de ciudad.  Omar Sisterna