Conversamos con el crítico cultural y creador del Tinder literario: Pila de libros

Por Martina Mendoza

Nacho es periodista cultural y Licenciado en Letras. “Intento contagiar entusiasmo por la lectura.”,  dice su biografía en Instagram. Colaboró en varios proyectos culturales y en el último año trabajó con Pila de Libros. Es una comunidad y un podcast que hace con Julieta Venegas (producido por Congo) “¿Qué leen los que escriben? ¿Cómo lee un autor? ¿Cuál es la relación entre lo que lee y lo que escribe?”, son las preguntas que abren el programa y la vida de Damiano.

En el Instagram de @piladelibros, Nacho creó una sección para intercambiar libros todos los viernes. La consigna: elegir una obra, comentar “ofrezco” con el título que se ofertaba, “deseo” por el que se quería intercambiar y “vivo en” con tu dirección. Si se daba esta coincidencia: match

El juego creció y tuvo tanta repercusión, que el creador decidió sistematizar la dinámica en una web lanzada la semana pasada. ArteZeta habló con Damiano sobre este nuevo proyecto. 

ArteZeta: ¿Cómo fue el proceso hasta llegar a crear la web de intercambio de libros?

Nacho Damiano:  La idea original era hacer un podcast con una comunidad en Instagram que lo sostenga, complemente y amplíe.  La pandemia frenó la segunda temporada del programa. Íbamos a grabar en marzo y no lo hicimos. Tenemos todo, está toda preproducida: invitados, invitadas, libros. Entonces, la comunidad tomó mucha más presencia y se transformó en el banco insignia.

El intercambio de libros arrancó como una sección dentro de @piladepibros. Los usuarios y usuarias se ofrecían libros en los comentarios del post semanal usando el hashtag #QueGireUnaPilaDeLibros. Crear la web me pareció una gran idea. Aunque lo veía difícil desde la logística. Creía que encontrarse para el intercambio iba a ser complicado, pero empezó a funcionar. 

AZ: ¿Qué te motivó a crearla? 

ND: Los dos grandes motores que me motivaron son generar encuentros entre las personas y prescindir del intercambio monetario. 

AZ: ¿Qué pensás del uso de la tecnología para difundir literatura?

ND: La tecnología puede ser usada para todo, pero no es intrínsecamente mala. Enfrentarse a lo digital es inútil, no tiene sentido enarbolar esa batalla porque las relaciones humanas siempre van a estar mediatizadas por la tecnología y eso es inevitable. Entonces, hay que tratar de armar algo que saqué cosas positivas de esa mediatización, que no es mala per se. No tiene sentido pelear contra un concepto, hay que tratar de sacarle el mayor rédito posible.

El intercambio de libros me pareció un gran punto de encuentro, cuando comprás o vendés libros usados en librerías no tenés contacto con el anterior comprador. Siempre hay un mediador entre el libro que dejás y la persona que lo compra. Acá, vos elegís un libro, y otra persona elige el tuyo. A priori hay algún tipo de pathos y ethos compartidos. Por algo a vos te interesa el que él tiene y viceversa. Ven el mundo de una manera parecida. Y si intercambian, lo más factible es que después charlen sobre el libro que leyeron u otras lecturas. Se va formando una comunidad de nuevos contactos “espirituales”. Un fenómeno de la metrópolis: gente que tiene gustos, pasiones y deseos similares a los de otra persona que capaz son vecinos y nunca se cruzaron. Ese es uno de los objetivos concretos del proyecto: generar contacto entre  personas de intereses similares. Es la posibilidad de que se junten los que viven más o menos cerca,  intercambien libros y opiniones. 

AZ: Y encontraste la forma de que las personas pueden intercambiar libros, sin plata de por medio…

ND: La bandera de prescindir del intercambio mercantil es el alma de acción de nosotros. Los ámbitos de la vida en donde el dinero no interviene son cada vez menos, está bueno defenderlos y generarlos. Me parece fundamental en la columna ética del proyecto que no haya plata. Más allá de cómo sea la biblioteca de cada uno y una, siempre se va a contar con una gran suma de dinero. Hoy mucha gente consume literatura como yo consumo cine. Si veo una película, por más que me haya gustado mucho, no la voy a volver a ver. Y hay personas que leen una novela que les gustó mucho, pero que no van a releer siete veces. Entonces, que usen ese capital para moverlo y leer cosas que les gusten sin necesidad de comprar otro. También funciona a nivel ecológico usar los materiales que tenemos y reutilizarlos simbólicamente. Es una nueva reformulación de la circulación del capital simbólico de la literatura. Un libro es un libro mientras está siendo leído. Si lo leíste y estacionaste en la biblioteca por 25 años, en ese tiempo no fue un libro. Fue un rejunte de papel y tinta. No cumple el valor simbólico del libro sino el valor material de los componentes que tiene. Después están los títulos que uno quiere atesorar, que son de consulta o estudio. Yo no soy parámetro, tengo más de seis bibliotecas. 

 AZ: ¿Siempre te llamó la atención el intercambio de libros? 

ND: Hace muchos años que hago canjes. Voy a ferias o librerías de segunda mano y compro libros para canjear. Si encuentro un libro que está bueno, a buen precio, lo compro aunque ya lo tenga, y después lo canjeo. Ahora lo sistematicé. 

AZ: ¿Cómo te gustaría que sea la experiencia en la web? ¿Tenés pensado reunir todo en una misma página: el podcast, la comunidad y el intercambio?

ND: Quiero la página más limpia, sencilla y eficiente que pueda. Si una persona busca un libro, es prioridad que pueda ver el libro, quién lo ofrece, dónde está, y qué libros busca el oferente. Yo genero el contacto y nada más. Estamos pensando en algún tipo de foro donde se puedan recomendar libros y escritores. Pero ese sería otro proyecto. Las buenas ideas son simples. Cuando las empezás a complicar un poco, pierden la fuerza original. Por ahora, cuanto más simple, mejor. Sobre todo las cuestiones técnicas. Hace una semana me reventó el sitio: subieron 700 libros sin prensa en las primeras horas. Fue una locura. Tenemos una campaña comunicacional bastante grande y organizada. Conozco gente que está en los medios, me dieron una mano y les tuve que pedir que paren.

 AZ: ¿Pensaban que iba a sumarse tanto público?

ND: Con el equipo de programadores sabíamos que las primeras publicaciones iban a ser las más complicadas. Pero nunca imaginamos que iba a explotar así. La página está armada para toda Latinoamérica y público hispanohablante. Hay una campaña fuerte que vamos a hacer en México,  me va a ayudar Julieta Venegas y amigos de ella.. Sé que el mercado del libro mexicano es mucho más grande que el argentino. Si pasó esto acá, los mexicanos en dos días van a subir el triple que acá. Tuvimos que reformular un poco para no romper todo. La verdad, no me la esperaba. Y no sé dónde termina. 

 AZ: ¿Cómo fue tu camino por la literatura?

ND: Le dedico mi vida a los libros desde que tengo uso de razón. No entiendo mi vida sin lecturas, es muy inherente a mi forma de entender las cosas. Ahora soy Licenciado en Letras y es parte de mi vida profesional. Antes de eso le dediqué mi vida espiritual. No concibo una vida sin libros. O es más que eso, no entiendo por qué debería concebir una vida sin libros.

Foster Wallace cita esta frase: “Hay dos pescaditos en el agua y se acerca una tortuga que les pregunta si el agua está caliente o fría, por que no sabe si meterse o no. Entonces, uno de los pescaditos le pregunta al otro, ¿qué es el agua?”. Cuando uno tiene algo que es tan inherente y está tan metido en la vida, se naturaliza. Los libros se llevan una parte importante de mis días desde que tengo siete años. Tengo 38, no puedo pensar en la vida sin libros. No sería quien soy pero tampoco sería el mismo si hubiese nacido en otra familia.  Cuando tengo una duda, la busco en un libro. Soy más el que soy por lo que leí que por lo que viví. Está esa discusión hermosa de ¿por qué separamos vida y lectura?  ¿por qué leer no es vivir también? Si los sueños, pensamientos, recuerdos son parte de nuestra vida. De la misma forma, la literatura es parte de nuestra vida. No considero mi vida sin libros, no la puedo pensar. //∆z