El dj estadounidense habla de su particular sonido lo-fi sin Pro-Tools ni masterizaciones, su desinterés por el rock y el folk de guitarras y propone una lectura política de la actualidad electrónica en los EE.UU.

Por Alan Ojeda

Moon B es dj y productor, nacido en el sur de Estados Unidos que actualmente reside en la ciudad de Los Ángeles. Se ha destacado en el underground electrónico por sus producciones con toques retro y lo-fi que alternan entre la música disco, el boogie y el house. Antes de su show en G104 en la fiesta Family Affair el próximo viernes 3 de junio, Moon B conversó con AZ sobre su relación con la música y la escena electrónica actual.

AZ: Primero, para comenzar, me gustaría que elijas tres tracks que te hayan marcado de alguna forma especial y expliques por qué.

MB: 1. Prince – “Lady Cab Driver”. Yo era muy joven a principios de los 80 y apenas me habían dado mi primer equipo de música con tocadiscos. Mi papá compró el LP doble de Prince 1999, y resultó especial para mí de manera instantánea. Musicalmente tenía estos nuevos sonidos que nunca había oído (caja de ritmos Linn LM1, sintetizador Oberheim OB-8) reunidos de una manera funky que eran como escuchar magia.

Peter Abdul – “Let’s Do It”. Éste disco proviene de África y también es de comienzos de los 80s. Los artistas de boogie africanos siempre utilizaron sus sintetizadores y cajas de ritmo de una manera particular. Todos ellos tienen una impronta lo-fi, deforme, como amateur, que los hace sonar de otro mundo, una cualidad que adoro.

Alan Braxe and Fred Falke – “Crystal City”. Un salto en el tiempo hasta mis años de universitario, durante el apogeo del sonido french touch. Estos dos chicos lanzaron un disco que me voló la cabeza. En lugar de depender de sampleos de antiguas canciones disco para conducir la canción, los riffs de sintetizadores originales de Alan combinados con el bajo estridente y en vivo de Falke me hicieron entender que el funk de mi infancia todavía podía realizarse en el siglo XXI.

AZ: Tus tracks tienen un sonido retro, muy cercano a la música de afroamericana en todas sus variantes: disco, blues, motown, hip hop,  house. ¿Qué te llevó a reelaborar las tradiciones musicales en estos tiempos en los que se valora, más que nada, la visión futurista?

MB: Nunca he tenido interés en la música que se centra en las guitarras, se trate de rock o folk. Sencillamente no complace mis oídos. Cuando te influencia ese otro tipo de canciones (como las que enumeré más arriba), es natural que de algún modo afecte lo que producís. Y sin embargo, yo simplemente intento hacer música que viva “en el presente”, para sorprenderme y para gratificarme a mí mismo. Hay gente que la considera “futurista” y para mí está bien, pero no es una etiqueta que me resulte significativa.


AZ: ¿Qué puede ofrecer ese sonido que a veces roza lo lo-fi, con su pequeña cuota de ruido, frente a la experiencia cada vez más apoyada en la high-definition? ¿Has percibido que la pasión por la alta definición y lo digital haya generado algún problema en el campo de la música electrónica?

MB: Simplemente me encanta el silbido de cinta y la compresión de los casetes. Una vez más, es para satisfacer mis oídos en primer lugar. Por supuesto que añade calidez y textura, pero también permite que los errores se filtren al sumarle un carácter accidental a las grabaciones. Creo que muchos amantes de la música comparten las mismas sensaciones que yo al respecto. Y sin embargo, esto ha generado un problema con los audiófilos. Te voy a dar un ejemplo. Mi primer disco fue criticado porque no estaba “masterizado adecuadamente”. Lo curioso es que nunca fue masterizado en absoluto. En el sello (People Potential Unlimited) tomaron los archivos .wav que les envié y así fueron directamente al vinilo. Los audiófilos son incapaces de imaginar que la música puede ser grabada sin Logic, Pro-Tools o Ableton y que puede no ser masterizada por algún ingeniero venerado de Berlín, y sólo porque un artista y el sello quieren que se oiga de forma más cruda. Yo trabajo con ambos tipos de producciones, algunos de mis discos son lo-fi y otros suenan más limpios y nítidos, sobre todo los últimos. Trato de reservar el sonido lo-fi para una experiencia de escucha casera, y los sonidos limpios para conciertos en vivo con grandes sistemas de sonido.

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AZ: En Detroit, Underground Resistance apareció como un proyecto músico-político-social. Hoy en día la potencia de esas primeras utopías sonoras parece haberse diluido. ¿Creés que es posible volver a construir una cultura electrónica capaz de tener más incidencia en lo social? ¿Imaginás la posibilidad de construir nuevamente una cultura electrónica under con principios sólidos? ¿Está perdida la guerra contra el mercado del mainstream?

MB: Buena pregunta, y difícil de responder. En mi opinión ya nadie realmente utiliza la música como un medio político. Y, sin embargo, si vas a una manifestación en favor de Bernie Sanders aquí en los EE.UU. vas a encontrar a las mismas personas que están involucradas con la cultura de la música electrónica underground. Hoy en día creo que la gente quiere evadirse de la locura del ciclo electoral y de los problemas sociales que los aquejan cuando van a una fiesta. Es apático pero comprensible al mismo tiempo. Creo que la cultura electrónica ya establecida se sostiene exitosamente por su cuenta. Y aquellos que realmente comprenden las verdades, los sentimientos y los muchos conceptos sobre los que se ésta se basa los preservan lejos del mainstream como si se tratara de algo sagrado. La mayoría sabe cómo diferenciar lo verdaderamente grandioso de la mierda mainstream.

AZ: Para terminar, ¿qué artistas actuales han logrado llamar tu atención con sus producciones en el último tiempo? ¿Y de la escena internacional de la electrónica, la de qué país te ha llamado más la atención? ¿Por qué?

MB: Últimamente estuve escuchando mucho a un pibe de Dallas llamado Felix. Publica su propio material en un sello llamado Dolfin Records. Es frío, crudo y freaky con el uso de su sintetizador, sus bases y vocales. Cuando me siento más indefinido y abierto suelo escuchar las cosas del viejo Hype Williams.

En lo que respecta a las escenas, y siendo completamente egoísta, tengo que decir que realmente amo a la gente involucrada en la escena de acá, en Los Ángeles. Hay hombres y mujeres de gran carácter que saben exactamente cómo tratar a los artistas y organizar tremendas fiestas al mismo tiempo. Sin turbiedades ni negociones raros involucrados, solo personas tratando a los otros con respecto y consideración.//∆z

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