Hablamos con la periodista sobre su libro Born (Ed. Sudamericana). Montoneros, un secuestro doble y el rescate más caro en la historia: 60 millones de dólares.

Por Luján Tilli
Foto de Alejandra Lopez

Hay un pedazo de la historia reciente en el que no se había escarbado, esa parte de los ‘70 que permanecía invisible. O’Donnell rescata esa parte que nos habla de nuestro tiempo, y también de nuestros males. Además del secuestro de los hermanos Juan y Jorge Born (herederos de lo que fue la gigantesca Bunge & Born), el libro avanza hasta entrados los noventa para saber qué pasó con los protagonistas y con todo ese dinero. Expone sin medias tintas una serie de alianzas y avatares que terminan por armar un cuadro lamentable de lo que fue parte de la recomposición democrática de los ‘80 y los ‘90.

La agrupación Montoneros, luego de ser desheredados por Perón, decide volver a la clandestinidad. No tenían dinero, y las posibilidades de conseguirlo eran pocas. La familia aparece Born como una salvación, más para sus problemas financieros que para un ajuste de cuentas político. La dictadura aplasta a la guerrilla y las posibilidades de usar el dinero del rescate, sin tocar, prácticamente, a la cúpula guerrillera que comandaba desde el exilio. Con la democracia renace la esperanza de recuperar la plata de los Born -esa que también fue arduamente buscada por los militares- por parte de los ex Montoneros y por los mismos Born. Los pactos de los noventa enseñan cómo a los enemigos y los aliados no los elige la moral sino las circunstancias. ¿Cómo sigue la historia?

AZ: Venías investigando sobre el dinero y la política pero te atrajo este caso. ¿Por qué?

María O’Donnell: Tenía una vaga idea, por ahí como muchos de los que arrancamos con el periodismo en los noventa. Con cuatro datos me impacté. Fueron nueve meses, no había sido en un lugar escondido, sino en Acassuso, una zona por la que uno puede transitar hoy en día, salir de un cine… y que habían estado encerrados tanto tiempo esos hermanos y que se había cobrado tanto dinero, me llamó mucho la atención. Con lo que tenía me dieron ganas de saber más.maria odonell

AZ: ¿Cómo fue contactar a los entrevistados y dar con los archivos?

MO: Había dos expedientes grandes que fueron mi base importante antes de dar con Born. Uno era un expediente que, por un pedido de reapertura del caso Firmenich, había ido a parar a Comodoro Py. Ellos lo tenían herrumbrado a un costado, como se manejan en los juzgados. Tuvieron realmente muy buena predisposición para dejarme consultar un expediente muy voluminoso, que requería mucho tiempo y me dejaron fotocopiar. Eso facilita mucho las cosas, porqu, si no tendría que haber pasado mucho tiempo más adentro del juzgado. Después, el otro expediente que tenía que ver con el movimiento de la plata estaba en un juzgado en San Martín, y ese era un poco más complicado porque no estaba tan a mano. Pero, por suerte, el entonces secretario de la causa estaba todavía en el juzgado y también tuvo muy buena predisposición. Lo primero fue ojear los expedientes, seleccionar el material para fotocopiar, después sentarme con todas esas fotocopias, subrayarlas, leerlas, darles un orden y con esa base empezar a trabajar.

AZ: ¿Con Juan Born no existió la posibilidad de conversar siquiera?

MO: No, para nada. Entiendo que es un hecho traumático, ni siquiera los hermanos pudieron hablar de este tema entre ellos, no había manera. No es un tema que hayan abordado. Incluso después de la publicación del libro supe que, incluso Jorge Born, se había enterado de detalles por el libro. Por lo que tengo entendido no es un tema de conversación familiar, ni que haya formado parte de las conversaciones cotidianas entre ellos.

AZ: ¿Y Jorge Born esperaba que alguien apareciera investigando?

MO: Cuando el libro se había publicado le hice esa pregunta y él me dice en ese momento que lo habían buscado mucho, durante muchos años, varios periodistas en distintos momentos, para hablar. De hecho yo me acordé de cuando fue el acercamiento con (Rodolfo) Galimberti, había querido hacerle unas preguntas. Jorge Born tiene una foto con Galimberti, en la sociedad con Jorge “Corcho” Rodríguez. Pero él decía que no quería hablar mientras se sintiera acosado. Fue una casualidad. Me parece que mientras lo buscaron él no quiso hablar, y cuando yo lo fui a buscar ya habían dejado de buscarlo y él estaba, ahora sí, predispuesto.

AZ: Quería contar su parte, su versión.

MO: Sí, pero creo que no había ninguna versión. Mi idea fue rescatar este hecho que se había perdido en la historia. Si bien se conocían los rasgos principales, el hecho de que los Born se habían ido a vivir a Brasil, después vino todo el horror de la dictadura y de alguna manera el caso del secuestro quedó perdido. Más allá de los titulares que generó lo de que Galimberti y Born se volvieran socios, la revisión hacia atrás no se había producido. La sociedad con Galimberti evocaba este recuerdo. De alguna manera lo evocó, pero no se sabía nada. Quedó como que se habían juntado carcelero y secuestrado, y el secuestro había quedado sepultado en la historia.

born hermanos

AZ: El botín del secuestro termina convirtiéndose en una suerte de eje de varios rumbos políticos. Eso que llamás “desvíos” en varias partes del libro. Puede leerse como una manera de leer la historia política nacional marcada por la corrupción.

MO: Una de las cosas que me impactó -porque me parece que facilitó poder hacer un hilo que mostrara lo que había pasado de manera más concreta- era que Jorge Born estuvo dispuesto a admitir que el arreglo posterior para recuperar el dinero había sido un manejo muy desprolijo, sin ningún tipo de cobertura legal y con mucha corrupción de por medio. Aunque él sintiera que era su plata y que tenía derecho a hacerlo. Él habla de corrupción a lo largo de la historia argentina, echándole la culpa a los funcionarios como si los empresarios estuviesen ajenos a esa corrupción. Para mí es una forma muy auto-justificatoria, en la que se sienten a cubierto de su propia moral, siendo que en realidad están jugando el mismo juego y que lo hacen por beneficio propio. Jorge Born después me dice “bueno, hay que decir la verdad porque acá nadie dice la verdad, todos tienen el culo sucio y nadie habla, nadie quiere contar”. Yo creo que lo dice desde un lugar de un tipo que ya está grande, corrido, pero esta matriz creo que sigue vigente. No creo que haya un sistema tanto más transparente entre negocios y poder.

AZ: Es llamativo cuando, en los juicios políticos que le hacen a Montoneros, Jorge Born cuenta con mucha naturalidad cómo se daba ese vínculo entre empresarios y funcionarios políticos.

MO: Exacto, además hay varias cosas interesantes que a mí me llevaron a pensar cuestiones más actuales: todo el tema de los contubernios con las cúpulas sindicales traicionando un poco a las bases, donde las comisiones internas son un enemigo común de los sindicatos y los empresarios. Muchas cosas que vemos hoy, problemas de falta de transparencia del funcionamiento de la política. Cuando él cuenta que va con una valija a darle plata a Menem (que actuaba como funcionario de Bunge & Born), problemas vinculados a la burocracia sindical…

En muchas cosas yo creo que hay continuidades. En los noventa, la cúpula de Montoneros garantiza con la plata del rescate y el aporte que hacen a la campaña de Menem el indulto para muchos de ellos, incluso para Firmenich, que estaba preso. Con todo ese dinero hay ambiciones bastante personales.

Born libro

AZ: Los personajes políticos y económicos de los ‘90 aparecen en el libro de tal forma que parece una década improvisada. ¿Sorprende encontrarse con esos hechos en la investigación o son una muestra más de lo pasaba en ese momento?

MO: Los noventa ya los viví como profesional. Hubo una improvisación en términos de ejecución de una línea, pero había una política clara de fortalecer a los grupos de poder a través de privatizaciones y demás. Eso sí formaba parte de una decisión para nada improvisada. Ahora, la ejecución sí era tremendamente desprolija, pero para mí no era exactamente un escenario de improvisación, sino de desprolijidad y mucha corrupción.

AZ: ¿Qué líneas o conflictos nuevos de investigación se abren con este libro?

MO: Hay algo acerca de la construcción de la memoria, con relación a qué pasó con la revisión o la falta de revisión de lo que realmente fueron los años ’70. La oscuridad de la dictadura y la necesidad de reparación y de justicia hicieron que esos años que la precedieron, si bien parecía que estaban muy visitados, sobre todo en la literatura… en realidad creo que un poco el impacto que tiene el libro es que falta una revisión más despojada de lo que vino antes, para saber qué pasó. Una revisión distinta de la organización guerrillera, del manejo de sus fondos económicos. Muchos de los protagonistas están todavía hoy, porque eran muy jóvenes entonces.

Nunca existió la necesidad de hacer una autocrítica. Hay una visión un poco edulcorada de algunos aspectos de esos años en los que había mucha violencia, aún para aquellos que consideraban legítimo pelear de esa forma. Entonces, me parece que como consecuencia de eso tenía que contar el contexto, y esto hace que aparezca una mirada despojada de aquellos años. Una mirada despojada de pre-conceptos, que, más que tratar de mostrar los hechos de esos hoy, es una mirada que todavía falta completar. //z