Son referentes literarias de las redes sociales. En sus cuentas exhiben distintas formas de vivir, pensar y abordar la lectura. Además de recomendaciones y reseñas, organizan talleres, hacen coberturas de la Feria del Libro, tienen podcasts y blogs. ¿Quiénes son estas nuevas difusoras de la cultura?

Por Candela Cebrero

“Leer es soñar de la mano de otro”

Esta cita del escritor portugués Fernando Pessoa habla de la importancia de transitar la literatura en compañía. El individualismo instalado como consecuencia del capitalismo nos hace perder la noción de comunidad y nos lleva a la soledad en más de un aspecto de nuestra vida. Las redes sociales, la herramienta de consumo masivo de la actualidad, nos ofrecen muchas veces lo banal como indispensable. Las bookstagrammers, sin embargo, surgen como una réplica a esta lógica, inundan las redes con cultura y les brindan a los lectores la posibilidad de experimentar un libro de la manera como la definió Pessoa: de la mano de otro.

Reuniendo a un conjunto de apasionados por la literatura y generando un ida y vuelta de consejos y opiniones entre los lectores y las “dueñas” de estas páginas, esta dinámica ya se hizo un lugar y formó una comunidad propia dentro de la red social.


Agus Recomienda Libros

Agustina de Diego es estudiante de Letras en la Universidad del Salvador. Lee desde que su hermana la atrapó leyéndole en voz alta Harry Potter, cuando era chiquita. Sus padres son lectores, por lo que la literatura es algo que estuvo siempre en su vida.

Foto: Mariu Jarazo

Su relación con los libros es natural. Ella lo describe como su cable a tierra, una necesidad orgánica: “Llevo un libro a todos lados, necesito leer”. Confiesa que se siente cursi definiendo a la lectura como algo mágico, pero así lo siente. “Disfruto de  saber que me estoy metiendo en un mundo íntimo, que creó el escritor y me está permitiendo formar parte de ese mundo suyo”, explica.

Su cuenta de Instagram se llama “Agus Recomienda Libros” y la abrió hace un año y medio. El detonante fue la Feria del Libro. “Vi una cantidad de gente y de libros impresionante, y pensé: ‘Qué quilombo debe ser venir y no saber qué llevarte’, y ahí hice el click”. Tras esa edición de la Feria, estuvo satisfecha con los libros que se llevó, y quiso transmitirlo. En su cuenta la mayoría de sus fotos son al aire libre (en la playa, en un parque, rodeadas de naturaleza) porque los libros son su hábitat, su conexión con la tierra. En sus palabras: “quería combinar la foto -lo estético y más superficial- con un libro, que es lo más profundo que hay”.

Como toda lectora, Agus se apropia de los libros a su manera. Los subraya, les pega post it, usa señaladores y los dobla. En su biblioteca abunda el orden. Están acomodados por editorial. A la hora de elegirlos, también es organizada y tiene varios pasos: lee la contratapa, la primera página y la editorial, y se fija si fue recomendado por algún crítico de su agrado. Igualmente, también acepta recomendaciones.

Como bookstagrammer, siente que las editoriales no toman en serio a las redes sociales porque se dejan llevar por el contenido vacío que abunda en ellas, pero la realidad es que lo ve como una forma accesible e inmediata de compartir con todos la literatura. “Yo creo que la gente se siente acompañada por nosotros, parece como un grupo de autoayuda para el lector que se siente solo”, dice.


Decime Un Libro

Rosario Pozo Gowland es abogada. Lee desde los doce años, cuando se inició en la literatura con la saga Las gemelas de Sweet Valley y los libros de la mítica Agatha Christie. A pesar de este amor por la lectura, tuvo que dejarla por aproximadamente veinte días. La falta de tiempo le dificultaba su concentración y no lograba sumergirse en ningún libro: “Venía leyendo mucho pero sin ganas, muy rápido y sin conectar”, cuenta. Sufrió lo que ella llama un “bloqueo lector”, y ansiaba vencerlo.

Foto: Sofía Butler

Elige sus libros por instinto. No lee las contratapas ya que siente que le spoilean la trama o  que lo venden como “el bestseller del año”. Suele seleccionar en base al título, a si tiene buenas referencias de algún conocido y, a veces, de acuerdo al puntaje que tiene en Goodreads. Generalmente se inclina por las novelas contemporáneas, pero afirma tener un espectro amplio. Este “sistema que no es sistema” hizo que varias veces se llevara algunos fiascos.

“Decime un libro” surgió espontáneamente como una creación de un espacio propio, personalizado y diferente. Las fotos son cálidas, sus tonalidades acompañan esa idea, y en ellas el libro siempre está en manos de la lectora. Fiel a su filosofía anti spoiler, Rosario no habla sobre la trama en sus reseñas, sino que cuenta lo que ella sintió al leer el libro, cómo la interpeló y el mensaje que le transmitió. Además de su cuenta de Instagram, tiene un sitio web llamado DUL Store, donde comenzó hace tres meses un sistema de compra y venta de libros usados y un proyecto de remeras temáticas.

La repercusión que ella ve de los bookstagrammers es positiva. Mucha gente, dice, emprende lecturas gracias a páginas como la suya. “Instagram es mi red social preferida, tiene un rol muy importante, pero el mundo editorial nos ningunea, no le cabe lo que hacemos”, expone Rosario, a lo que agrega: “Te puede gustar el under, pero nosotras hacemos que la gente compre los libros”. En su opinión, lo que hace  “Decime un libro”  y otras cuentas es captar la atención de los usuarios y llevarla hacia la literatura. También entiende que es una forma de exhibir a las editoriales independientes y nacionales, ya que para ella son el motor cultural del mundo literario, por lo menos a nivel nacional.


Booklosophy

María Agustina Pardini y María Paula Vasili son traductoras y apasionadas de los libros. Agustina describe la experiencia de leer como terapéutica, “que te hace bajar mil revoluciones y te ayuda a canalizar”. Incorporó el hábito de la lectura en la facultad. Estudió traducción y es licenciada en Lengua Inglesa. Pero este amor data de años atrás. Los libros siempre estuvieron ahí. “Estás con los pies en la realidad pero tu mente cambia todo el tiempo”, cuenta, fascinada.

Booklosophy nació, como la mayoría de las cuentas de bookstagrammers, hace un año. Paula y Agustina son amigas hace diez, y siempre se recomendaron libros entre ellas. Un día, cuando Agustina estaba de viaje, Paula le mandó un mensaje: “Pensá un nombre para nuestra cuenta de Instagram”. La respuesta fue “Booklosophy”, y ahí comenzó todo. El principal objetivo de su perfil es difundir literatura latinoamericana contemporánea. A través de sus reseñas en inglés, buscan llegar al mercado extranjero al que difícilmente tienen acceso estos autores. “Está bueno que se visibilicen para que se den a conocer otras voces, otras culturas y otras realidades, para que los estereotipos se rompan”, explica Agustina.

Su feed es la belleza de lo simple: citas con fondos pasteles y libros sobre mesas se intercalan de manera armoniosa. El té y el café están siempre presentes en las fotos (Agustina confiesa que la mayoría de sus libros están pasados por té, pero no le molesta porque siente que un estado imperfecto hace que cobren vida). Además de reseñar, las chicas organizan un club de lectura en inglés, otro en español y tienen una columna en el programa “La Segunda” de Radio Oktubre. Esto les dio cierto reconocimiento, aunque aclaran que no se preocupan por el número de seguidores: lo que les importa es que quienes las sigan estén convencidos.

Para ellas, las redes son sinónimo de revolución. De todas maneras, reconocen que no son lo único, ya que existe público ajeno a estos portales que no se debe perder de vista. Agustina piensa que “sin dejar de lado la cultura orgánica, está bueno usarlas para difundir y nutrirlas de cultura”, porque son algo imparable e inmanejable y no queda otra que aceptarlas y adueñarse de ellas, siempre de la mejor manera.


Leer Argentinos

Cecilia Di Tirro y Florencia Savarino son dos amigas que consideran a la lectura como algo vital. Se identifican en el acto físico de uno mismo frente al libro, “ese pequeño acto íntimo que se puede volver un hecho colectivo”, como dice Cecilia. A ella, la literatura la remite a su infancia, al ámbito familiar, pero principalmente al goce.

“Leer Argentinos” surgió como una iniciativa de Florencia, a la que Cecilia se adhirió sin dudar. “Ella venía del palo académico, de la docencia, y tenía ganas de traer la literatura un poco más a tierra”, cuenta Cecilia. Eligieron focalizar en autores y autoras argentinos para recortar su “objeto”, pero, viéndolo en perspectiva, es una decisión tanto poética como política: “es muy loco pensar que ese tipo que escribió la historia que tenés impresa en tu mano puede ser tu vecino, y eso desacraliza la cuestión de lo literario”. Además, hacen énfasis en las editoriales independientes porque consideran que su aporte es valioso como trampolín para impulsar a una industria “de nicho” en la que labura mucha gente. Ellas sienten que ese es su accionar político más importante.

Su cuenta de Instagram exhibe fotos de libros donde los fondos contrastan y atraen por su originalidad. Libros sobre madera, arena, un sweater o una sábana. Sus reseñas son acompañadas por un mini perfil del autor o autora de la obra, un adelanto de la forma en la que se presenta el texto y una mención de la editorial. Lo más característico de “Leer Argentinos” son los ‘lunes de encuestas’ y los ‘viernes de poesía’, dos secciones en las que la interacción con sus seguidores es continua y que generan un clima receptivo y afable. Quizás eso sea lo que más las define: el empeño por hacer de la literatura algo de todos.

Cecilia y Florencia son militantes activas del uso de la palabra, de las expresiones colectivas e individuales, de una literatura terrenal a la que todos puedan acceder. “Tiene que ver con cierta democratización de algunos saberes y de algunos contenidos”, explica Cecilia. “Con bajar a tierra cuestiones que a veces están ligadas a lo académico o a la alta cultura y nada de eso tiene que ver con la concepción que nosotras tenemos de la literatura”. //∆z