Siguiendo con el ciclo de pequeñas presentaciones de La Piedra En El Aire, el dúo Flopa Minimal encandiló el viernes en Ultra Bar con un manojo de canciones perfectas. Crónica de un espectador que la flasheó.

Por Seba Rodríguez Mora

Fotos de Mimi Cappellini

Advertencia: Este texto está escrito bajo los efectos de la subjetividad. Quien escribe defiende a muerte el disco La Piedra En El Aire, de este dúo, contra sus detractores, así como discute a los que dicen que Dylan canta mal (lo cual es verdadero, pero la cosa no pasa por ahí). Tal vez siempre sea así, siempre dependa de la subjetividad, esa otra abuela. La cuestión es que este cronista presenció con sus amigos un show para el que le faltan adjetivos si quisiera describirlo como debería. Veremos qué le sale.

¿Es intimidad la palabra para definir lo que generan Flopa Lestani y Ariel Minimal arriba del petiso escenario del Ultra Bar? Ahí en las fronteras norte de la City, a eso de las 21 horas del viernes, unos 200 privilegiados ofrecieron el dorso de su mano para que les pongan un sellito con tinta, como en los boliches, para poder entrar y salir a gusto a fumar. Fueron pocos los que se movieron de sus mesas durante el (complete aquí con el adjetivo más positivo que se le ocurra) show de este dúo de guitarras al que se sumó en varias canciones un ocasional Checho Marcos en armónica y buena onda. Por momentos –vale decir que por largos tramos- el ambiente se achica, se cierra amontonando espectadores con músicos y estamos todos ahí adentro de las cadencias y armonías como acolchonados, cómodos.

Flopa y Minimal son personas comunes, se nota: sin ir más lejos, apenas bajados del escenario, alrededor de los primeros minutos del sábado, pelan una caja con sus cds y la gente hace la fila para llevarse alguno más la foto, abrazo y beso. Pero además, estos dos laburantes virtuosos tienen para ofrecer en vivo las canciones que a nosotros nos faltaban, que veníamos a buscar.

Empezando con “Atolondrón”, arrancó una lista-tobogán de temas que recorrió el nuevo disco de ambos, el ya famoso Flopa Manza Minimal (2003) y un poco de la obra solista de cada uno. Una criolla y los dedos para Flopa, cuerdas de acero para Ariel y la empatía total de dos grandes músicos fanáticos de Neil Young, Crosby Stills & Nash y The Grateful Dead, pero también de Morrisey, Descendents o Black Flag. Aficionados profesionales en esto de hacer música, fueron bajando quién sabe de qué constelaciones las joyas como “Sonajeros” –Flopa mostrando todo su talento y presencia-, “Mi Cámara”, “Don’t Cry No Tears” de Neil Young, “Las Ruedas Que Te Llevan” y más. Todo mezclado, por momentos bellamente desprolijo, porque Ariel se confunde o ni se acuerda los temas y Flopa más o menos. Entonces presenciamos una especie de sitcom folk, en la que los dos tienen la razón y los dos se equivocan, porque era así, ves, estoy seguro, ¡esta vez estoy seguro de que tengo razón! Y ella asintiendo le da el pie para arrancar de nuevo el tema, aunque ninguno sepa muy bien cómo es la letra. Es un diálogo del que no quedamos excluidos y tal vez eso sea lo más lindo de ir a verlos -un colega me dijo que directamente desgrabe el show entero y lo transcriba. Son ellos mismos, compartiendo amor musical y la sensibilidad que recorre una geografía discográfica con fronteras en Hoy de Pez, Dulce Fuerte Grave y Emoción Homicida de Flopa, Un Día Normal en el Maravilloso Mundo de Ariel Minimal y los ya citados La Piedra y Flopa Manza Minimal. Un canon de canciones que suenan a hippies pero no, que dicen mucho pero tampoco atrofian. “Tengo una canción y es como un escudo que me guarda”, dicen los dos en “Escudo”, ¿y a quién no le pasa lo mismo?

Después de un receso de quince minutos, el show va subiendo en intensidad, porque administrada con inteligencia la lista de temas se guarda lo mejor para el final: “Feriado”, “Todo Lo Que Ya No Sirve”, una magistral “Y Cuánto Más Tengo Que Pagar”, “Betty Al Desierto” (de Pez, cantada por la gente para apuntarle a Ariel que se perdió un poquito), Debajo del Álbum Blanco, La Máquina De Hacer Todo Mal y un cover de Grant Hart traducido y bien rockero para irse arriba. Y se van avisando que vuelven a presentarse en Ultra para mediados de febrero, además de un plan para hacer una Trastienda con banda completa, dejando quizás la puerta abierta a que Manza Esaín vuelva a compartir escena y se repitan esos shows de 2010 como trío. Finalmente se van vaciando las mesas y alguno que otro se queda charlando con ellos, como para confirmar que se trata de personas de carne y hueso. Y sí, son de eso nomás, y de canciones que les calzan perfecto.