El regreso triunfal de Illya kuryaki & The Valderramas. Promesas de gira, disco nuevo y la crónica del show.

Por Victor Najmías

“ …Siempre fue divertido correr, dejar a este mundo detrás, hoy la atmósfera oprime sus pies, ella es mi chica lunar…”, cantaba Gustavo Cerati desde su álbum Amor Amarillo y esa chica lunar no es otra que Lisa, su hija menor, quien como toda señorita que se precie de tal con la llegada de sus quince años, se encargó de festejarlo de la mejor manera posible. Ahora, algo que ni ella sabía, era que en su propia fiesta se comenzaba a escribir una nueva página en los libros de la buena memoria de nuestro rock. Cuando de entre las mesas de invitados sobresalen dos particulares personajes que se encaminan al escenario y al grito de “¿Cuál es tu nombre? ¿Cuál es tu nombre?” ellos mismos responden: “Mi nombre es Coolero Connor”. A esta altura ya es obvio quiénes eran. ¿Casualidad, espontaneidad y chispa rockera o precisos engranajes formando parte de un perfecto plan de regreso? Eso nunca lo sabremos, pero allá por mayo esa fue la primera señal que el dúo daba sobre una posible reunión que hoy es una realidad.
A partir de allí, rumores y teorías echaron a correr, pero el misterio no tardó en develarse cuando en vivo, a través del programa radial Cuál es?, los propios IKV confirmaban su vuelta a los escenarios grandes. En el medio, una conferencia de prensa en el Samsung Studio y una campaña multimediática encabezada por un tráiler tipo film con el legado Bruce Lee en su pecho argento.
Y finalmente el día llegó, en el marco del segundo episodio del Movistar Free Music, en el Anfiteatro que para la ocasión fue rebautizado como Puerto Funkero. Dante & Emma, los Kuryaki, el funk volvió madafaca ¡Y cómo volvió!
La cuenta regresiva se emitía a través de las pantallas de ultimísima generación ubicadas a los lados de un escenario, la gente ansiosa se sumaba con gritos coreando cada número, y por primera vez aquella vieja canción de Europe cobraba sentido. 10, 9, 8, el ambiente cada vez más caliente y preparado, listo para vivir una fiesta.
3, 2, 1, y llegó el momento, el instante, el show que trajo de vuelta a una de las bandas más controversiales, rebeldes, renovadoras de la escena del rock vernáculo. Se los ve en buena forma, quizás por estar cada uno de sus pilares en uno de los momentos más sólidos de sus carreras personales, por eso, porque evidentemente no hay egos fulgurantes que generen una batalla por las luces, porque se nota que la química está intacta, por esa amistad, esa camaradería, esa sensación de familia, seguramente por todo eso es posible este regreso.
Chacoooooooooooooooo y así empieza el viaje, de la humedad, la pesadez del Norte argentino a la Apocalipsis, probar la droga de estación y de ahí a un doblete donde se evidenció a qué apuntaba la banda con el spot The Funk is back: “Jaguar house” donde Emma preguntó: Qué noche ¿eh? ¿Qué pasó? ¿Teníamos que venir nosotros, todos nosotros? -en referencia a la benevolencia del cielo y el santo de la lluvia, que contra todos los pronósticos brindó una noche limpia y de una brisa refrescante junto al río-. Tras la declaración, los presentes presenciamos la metamorfosis del lugar que dejó de ser un recital y se transformó en un dancefloor para doce mil personas que se prendieron fuego y se cocinaron en su propio “jugo”.
Dos canciones más tarde esa pista de baile oscureció y se transformó en un callejón gangsta para dar paso a “Expedición a Klama Hama”, desde donde es obligado mencionar que en los diez años de descanso que la banda se tomó, El Dante se convirtió en amo y señor del flow, la lírica y el fogueo de la palabra, dueño del Hip Hop Latinoamericano, referente número uno.
“Una que no tocamos hace mucho”,- Spinetta dixit-, y con guitarra acústica en mano su socio le daba inicio a una remozada versión de “Virgen de riña”: sin duda una de las mejores canciones del dueto y una de las perlas de la noche. Imposible no mencionar los dos minutos de furibundo solo de guitarra de Dante… Hendrixiano.
A esta altura quien suscribe estas líneas se siente obligado a pedir perdón por lo extremadamente detallado en el relato de la lista de temas, pero no hacerlo sería una falta de respeto y de compromiso con el concierto, con el nivel alcanzado durante el mismo y sin duda con el trabajo de preproducción y ensayo que podía leerse en cada minuto de sincronismo durante el mismo. Sin dudas, el show nacional del año.
“Queremos un Pogo como el de los Noventa”… “Mi Chevy y mis franciscanas” y la era de hielo se derritió en fuego en el glamour y la sensualidad Plantiana de la voz de Emma.
Una pequeña Trewa, un pequeño descanso para el público, tras ella, medley: “Fabrico cuero”/ “Es tuya Juan”/ “No way José”. Minutos después “Jennifer del estero” vino a mover el “Coolo”, porque se acababa la era y de igual forma el setlist oficial.
Tras el obligado descanso rockero, la banda vuelve en pleno y tal vez sea un buen momento para hacer las menciones al respecto. Sincronismo, polirritmia, groove y fuerza, muuuuuuucha fuerza son las características de este combo que combina players de la vieja guardia Kuryaki y algunos debutantes: en la guitarra Matías Rada (si el hijo de), con una imagen tan impactante como la de un cavernícola con Les Paul; Carlos Salas en percusión (proveniente de la experiencia en solitario de Dante); uno de “los viejos”, Sergio Verdinelli en batería, el corazón de la banda, y si el batero es el motor, sin duda el bajista Mariano Domínguez es el combustible que enciende esta maquinaria de elegancia soul e impronta rock. Dueño del feel y del field de las cuatro cuerdas (el mismo lugar ocupa en la banda solista de Emmanuel). Teclados, samplers y demás parafernalia tecnológica para Rafa Arcáute, el otro “viejo” (quien también forma parte de la banda habitual de Dante), de un trabajo de precisión destacable. Y para el final “Las Kuryets”, coristas que se lucieron con sendos solos a cappella al frente del escenario y de igual forma trabajaron durante todo el concierto: Ayelén Zuker y Natalia Welbey.
Luces bajas, y de la guitarra de Dante nació el primero de los bises: “Ruégame”. Simplemente sublime, fue creciendo lentamente: cuerdas, coros para terminar explotando la banda y desangrarse con otro de esos solos de guitarra donde Illya Kuriaki demuestra que es rock y es rock argentino, y porque como dice el refrán, “lo que se hereda no se roba”, a Dante se le cae el DNI y nos deja ver que guitarra en mano es más Spinetta que nunca. Acto seguido llega “Abismo”, otra excelente balada en este caso made in Horvilleur y el final a puro arengue y baile, con “Remisero” (a pesar de ya no ser una moda como bromearon los ex Pechugo), que desató el pogo hasta en el VIP, y en último lugar -porque lo más rico es el postre-, lo que todo el mundo esperaba: “Abarajame”, y más de diez mil personas gritando: Illya, Illya Kuryaki & The Valderramas, Illya…, el impronunciable nombre que el combo eligió hace veinte años y que ahora tras diez de descanso vuelven a hacer brillar y a hacer notar que si ellos quieren tienen un futuro juntos. Por lo pronto ya hicieron promesa de gira continental y disco nuevo, y si algo se evidenció en el concierto de regreso es que cuentan con muchísima gente ávida de su música, poesía y toda su galería de personajes alucinantes, hermosos, deformes.

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