Mudhoney presenta su nuevo disco, Vanishing Point. Con 25 años de historia a cuestas, los titanes de la escena de Seatlle demuestran lo que es envejecer con gracia y altura.

Por Damián Jarpa

“Se suponía que no debería haber durado tanto, solo unos singles y fue”. Es lo que muchas veces contesta al ser consultado Mark Arm, guitarrista y cantante de Mudhoney, respecto a la longevidad de la banda. Sin incurrir en ningún período de hiato, siempre se mantuvieron activos y editando novedoso material. Más allá  de su último disco de estudio, The Lucky Ones (2008), en el medio se lanzaron discos de inédito material como Head on The Curb (2011) y otro que contó con la colaboración de Kim Salmon, de The Scientists, una institución dentro de la escena garagera  australiana y culpable también del sonido de la banda. Además el año pasado, los encontró con el lanzamiento de su brillante documental “I am now”, registrado en Brasil, Japón y Europa.

El comienzo es deliberadamente y agresivamente crudo: Dan Peters le pega duro al redoblante como un demente, sumado a un solo oscuro y sobrecargado con un feroz wah-wah, que queda perfectamente en delay. De “Slipping Away” hasta la feroz “I don’t remember You” demuestran todavía porque son los mejores alumnos de la escuela Stooge (en referencia  al Santo Padre del Rock y guitarrista de The Stooges, Ron Asheton). La habitual sobresaturación de fuzz en las guitarras están presentes cortesía de Steve Neil Turner, que más los aullidos de Arm, hacen el deleite de aquellos que gustan del sonido más garagero de la banda.

La principal diferencia entre Vanishing Point y su anterior disco, es la vuelta de Mark Arm a la guitarra, de manera tal que el sonido de la banda vuelve a ser más dinámico y balanceado. Por otro lado, el bajo no se queda atrás y su sonido en esta ocasión es expansivo, con una mayor participación respecto a otros discos.

Arm, encargado de las letras, hace hincapié como siempre en su cínico y sarcástico sentido del humor, como queda demostrado en “I like it Small”, el primer corte del álbum, que se burla un poco de la escena musical actual y de cómo algunas veces los idiotas, disfrazados de  músicos, se toman así mismos demasiado en serio. “What to do with the neutral” va por el mismo lado y esta vez el blanco son aquellas personas que siempre ven el vaso medio lleno de la vida.  “Douchebags on Parade” es un ácido ataque a todos aquellos que se subieron y (enriquecieron) a costa del sonido “grunge”, meros oportunistas que ya nadie quiere recordar.

A esta altura del partido, la banda no va a cambiar la dirección musical actual ni va a convertirse en paladines de la moda. Díficilmente se sumen nuevos fans a su rebaño, pero  lo que sí se puede afirmar es que hay más bandas que toman como punto de referencia a Mudhoney, como es el caso de jóvenes agrupaciones como Metz, Obits o Thee Oh Sees. Lo que les da a los oriundos de Seattle un jovial presente. Y a pesar de ser sobrevivientes de la vieja escuela de aquello mal llamado “grunge”, junto a Soundgarden y Melvins, demuestran que más allá de los rótulos, están lejos de agotarse musicalmente. Su sonido y su incansable lucha confirman su inacabable potencial. Y después de 25 años, el cielo es el límite.//z

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