Dentro del inmenso planeta que ocupa la figura de culto de Stephen King, en el último año y medio hubo mucho movimiento: adaptaciones a la televisión y al cine se combinaron con reediciones y lanzamientos editoriales de su obra, con algunos resultados favorables y otros bastante olvidables. En ArteZeta, un repaso por los nuevos satélites que orbitan alrededor del cielo de Maine. 

Por Pablo Díaz Marenghi

Foto de portada por Shane Leonard

“La decisión de otorgar el premio anual de la Fundación Nacional del Libro por ‘contribución distinguida’ a Stephen King es extraordinaria, parte del impactante proceso de embrutecimiento de nuestra vida cultural. Describí a King en el pasado como un escritor de novelas de baja categoría  pero quizás incluso eso fue demasiado amable. Él no comparte nada con Edgar Allan Poe. (…) La industria editorial se ha rebajado terriblemente para otorgar a King un premio de por vida que ha sido otorgado previamente a los novelistas Saul Bellow y Philip Roth y al dramaturgo Arthur Miller. Al otorgarlo a King, no reconocen nada más que el valor comercial de sus libros, que se venden en millones pero hacen poco más por la humanidad que mantener el mundo editorial a flote”.

Esas eran las palabras del destacado crítico literario norteamericano Harold Bloom, publicadas en un artículo del Boston Globe del 24 de septiembre de 2003. Stephen King (el autor de Carrie, Cementerio de Animales, El Resplandor, It y tantos otros) había ganado un importante premio para la literatura norteamericana y comenzaba a generar debates, tensiones y escozor en cierto sector del pensamiento académico relacionado a las letras. El llamado “Maestro del terror”, autor de innumerables best sellers que pasaron del papel a la pantalla grande, ¿podía ser considerado un gran escritor? ¿o era, tan sólo, un prolífico autor de “novelitas” de terror exitosas? ¿La literatura popular es mala per se? ¿Había que leerlo con cierta vergüenza?

En un artículo publicado en la revista mexicana Letras Libres, Zakarías Zafra Fernández sostiene: “la obra de Stephen King se caracteriza principalmente por la eficacia narrativa y la segura conmoción emocional. No hay espacio para el lucimiento del lenguaje ni para la exploración vital propiamente literaria. (…) la audacia de King ha sabido llevar a millones de lectores por una senda de imaginación”. Por fuera de lo literario, sus historias vienen siendo adaptadas al cine y a formatos televisivos hace décadas, desde la histórica versión de El Resplandor (1980) de Stanley Kubrick, que no contó con el agrado de King, a la emblemática Carrie (1976) de Brian De Palma, el telefilme de It (1990) que aterrorizó a los niños criados en los noventa o las entrañables adaptaciones de Frank Darabont y Rob Reiner respectivamente de dos de las historias más “humanas” de King: The Shawshank Redemption (1994) y Stand by Me (1986).

En 2017 las adaptaciones audiovisuales fueron variadas y rutilantes. Algunas con mayor éxito (como la It del argentino Andrés Muschietti), otras de una repercusión menor pero notable valor creativo (El juego de Gerald) y algunas otras con más decepciones que aciertos (La torre oscura), consagraron lo que para muchos fue el “Año King”. En mayo de este año, el escritor recibió el premio PEN America a la labor literaria y las adaptaciones continuaron. Además de la serie Castle Rock,  producida por J.J. Abrams, que se estrenó este 25 de julio pasado, hay próximos lanzamientos ya anunciados. Tomen nota: la la segunda parte de It, la remake de Pet Sematary, la adaptación de Boogeyman, la secuela de El Resplandor (Dr.Sueño), la serie de La Torre Oscura y la nueva temporada de Mr.Mercedes. Además, King no para de escribir, para alegría de sus “lectores constantes” -como llama a sus adeptos-. Su última novela, The Outsider, ya lanzada en EE.UU, encabeza las listas de los más vendidos.

En los últimos tiempos, a base de premios y reconocimiento popular, Stephen King ha dejado de ser considerado un best seller de la estirpe de Tom Clancy, Danielle Steel y autores similares para pasar a ser uno de los autores norteamericanos más importantes del último siglo. Prolífico como pocos, con una historia de superación personal admirable (que plasmó en su libro de memorias y consejos de escritura Mientras Escribo), el valor de su obra radica en su potencial imaginativo, su estilo minimalista y concreto (deudor de la mejor tradición narrativa norteamericana), su oficio de novelista y su capacidad para transmutar sus propias miserias y obsesiones dentro del tamiz del género terror o fantástico. King logró que su alcoholismo, su temor a los fans enfermizos, su miedo a la falta de inspiración o el pánico a la muerte de sus hijos, decante en obras literarias notables. A los setenta años, a la par de su obra de ficción, se volvió un líder de opinión en Twitter y uno de los principales opositores al gobierno de Donald Trump. Cuando recibió el premio PEN, el pasado 22 de mayo, declaró: “Aquellos que pueden leer, pueden aprender a escribir, y aquellos que pueden hacer ambas cosas finalmente tendrán éxito en el mundo. Son el contrapeso crucial para aquellos que son de mente cerrada y mezquinos. Demasiados de ellos están actualmente en el poder”.

A continuación, una revisión a los últimos lanzamientos cinematográficos, televisivos y literarios del maestro del terror contemporáneo.

PELICULAS

IT (2017), de Andres Muschietti

El proyecto de volver a adaptar It cargaba con el peso de una antecesora de culto: la película para TV de 1990 dirigida por Tommy Lee Wallace con Tim Curry como Pennywise. Este payaso asesino era una entidad demoníaca que se alimentaba de la maldad de Derry, el pueblo ficticio creado por King donde ocurría la acción. El director argentino Andrés Muschietti se encargó de revitalizar esta historia, serle fiel al libro y plantear una narración en dos que altera la estructura de flashbacks recurrentes en la novela: la primera parte, estrenada en 2017, aborda el primer ataque del payaso en los ochenta (otro cambio: en la novela ocurre en los sesenta), en donde varios niños desaparecen y el Club de los Perdedores (un grupo de preadolescentes que anda en patota y es agredido por los más grandes) lo enfrenta con su mayor arma: la amistad. La película conmueve y homenajea a grandes cintas de los ochenta, como Los Goonies. En este sentido, no es casual la elección de Finn Wolfhard (Stranger Things) como Richie. El nuevo payaso, interpretado por Bill Skarsgård, está a la altura, y Beverly (Sophia Lills) emociona ante el sufrimiento por un padre abusivo. Resta esperar para ver cómo continúa la historia, con los perdedores ya adultos intentando recuperar el poder de su amistad.

La torre oscura (2017), de Nikolaj Arcel

Esta película tenía, también, una tarea difícil: sintetizar una saga que consta de ocho novelas y más de 4250 páginas en 95 minutos. Lamentablemente para los fanáticos, no cumplió con las expectativas a pesar de las grandes actuaciones de Idris Elba como el pistolero Roland (que despertó críticas racistas por no ser caucásico como en los libros) y Matthew McConaughey como el Hombre de Negro (que después de True Detective parece especializarse en papeles sombríos). La película toma elementos de la obra original (protagonistas, escenarios, viajes hacia diferentes mundos mediante portales, androides, monstruos, una atmósfera western) y se aleja del terror, como en los libros, para situarse en un terreno fantástico. Sin embargo, quizás por su clasificación apta para mayores de 13, logró un tono demasiado lavado, que encaja en sagas para adolescentes post-apocalípticas como Divergente o Maze Runner. Recibió críticas muy negativas y se rumorea que Amazon producirá una serie que intentará reflotar este mal paso y relanzar la saga, a modo de reboot. Una saga tan rica merece una adaptación digna.

El juego de Gerald (2017), de Mike Flanagan

Sin dudas, fue la sorpresa dentro del universo en torno a la obra de SK. Producida por Netflix y dirigida por Mike Flanagan, no se esperaba demasiado de la adaptación de la que es considerada una de las novelas más flojas de King. Sin embargo, la película conmueve y perturba. No construye un terror efectista, sino más bien climático: engancha al espectador y lo atemoriza con el horror encarnado en el monólogo interno de Jessie (Carla Gugino) que mientras está esposada a la cama, en medio de un juego sexual con su esposo Gerald (Bruce Greenwood) ve como este muere de un infarto. Esto la lleva primero al pánico de la supervivencia, luego a la locura y finalmente a explorar un pasado turbulento que la conectará con lo más hondo de su ser. El final encaja con un sentir de época #NiUnaMenos y quizás es medio cliché, pero esto no opaca un filme notable del terror moderno.

1922 (2017), de Zak Hilditch

La historia está basada en una novela corta de King incluída en Todo oscuro, sin estrellas (2010). Ambientada en el año 1922, la película nos muestra un escenario rural y desolador. Una pequeña familia, compuesta por un matrimonio y su hijo adolescente. El conflicto se desata cuando Arlette James (Molly Parker) le cuenta a su marido Wilfred (Thomas Jane) y a su hijo Henry (Dylan Schmid) que desea ir a probar suerte a la ciudad. Su esposo se niega y, con la complicidad de su hijo, decide matarla. Jane, con una actuación notable al practicar una tonada campechana, es el foco del filme en donde el fantasma de la culpa por haber asesinado a su mujer lo asecha a lo largo de los 101 minutos de duración. En esta relectura de “El corazón delator” de Edgar Allan Poe, donde King se lució desde una prosa confesional, Hilditch construye un drama sórdido. Hay guiños al terror, al cine de zombies, de espectros y a las películas clásicas de los setentas de terror rural (The Texas Chainsaw Massacre, de 1974, como paradigma). Esta película sorprendió dentro del catálogo del gigante del streaming en 2017 por su ritmo lento y pausado, su estética cuidada y una fotografía polvorienta a cargo de Ben Richardson. Esta adaptación, al igual que la novela original, certifican que King no necesita de monstruos espeluznantes para atemorizar. A veces, el peor de los miedos, reposa en la profundidad de la mente.

SERIES

La niebla (2017, Spike Tv y Netflix)

Luego de la aceptable versión de Frank Darabont, un experimentado a la hora de trasladar los textos de King a la pantalla grande, llegó esta versión con muchos retoques, nuevos personajes y múltiples escenarios para Spike Tv y Netflix. La novela corta, publicada por King en la antología Dark Forces de 1980, cuenta la historia de una espesa neblina que recubre el pueblo de Bridgton, Maine luego de una tormenta. Un grupo de personas se refugia en un supermercado y los pocos que se atreven a salir, encuentran la muerte. Además, un sinfín de criaturas terroríficas parecerían alojarse en la espesura grisácea. La diferencia que plantea la serie, es, en primer lugar, la expansión de la historia. La trama transcurre, al mismo tiempo, en un shopping, una iglesia y algunas casas. Este relato coral de supervivencia, llevado adelante por Christian Torpe, bebe de las películas de zombies de John Carpenter y expande el drama, a niveles tal vez excesivos, a diversos personajes cargados de estereotipos (quizás lo más flojo de esta serie): la delincuente Mia Lambert (Danica Curcio), el policía Connor Heiser (Darren Pettie), la madre sobreprotectora Eve Copeland (Alyssa Sutherland), la niña buena y rubia que se rebela Alex Copeland (Gus Birney), el atleta bad guy del colegio Jay Heiser (Luke Cosgrove). Hay tiempo para dilemas religiosos, dramas familiares, éticos y morales. La desconfianza y la traición se expande a todo nivel hasta el escape final, con conspiraciones secretas del gobierno de por medio. La serie, pese a que logra entretener, no aporta nada demasiado novedoso a lo ya conocido en torno a relatos de un grupo de personas que intenta sobrevivir a una catástrofe, algo similar a otro de los fracasos televisivos con el sello King: Under the dome. Es por esto que la serie fue cancelada y no tendrá segunda temporada.

Mr. Mercedes, de David E. Kelley (2017, Audience Network)

Otra de las adaptaciones que estuvieron a la altura del original. Producida por Audience Network, la serie sale de la novela homónima de King que da inicio a la “Trilogía de Bill Hodges”, aquel detective retirado del FBI, solitario y obeso que el maestro del terror utilizó para dejar los sustos de lado y pasarse al género policial. Esta primera temporada, de diez episodios, comienza igual que el libro: una larga fila de hombres y mujeres haciendo fila para conseguir trabajo y un Mercedes Benz que irrumpe a toda velocidad y los atropella. Nunca se encontró al culpable, y Hodges (aquí interpretado por un correcto Brendan Gleeson) fue uno de los policías que investigó el caso. Ya retirado, ensanchando su sillón y con poca higiene encima, recibe una carta del “Asesino del Mercedes”, que lo desafía a encontrarlo. El asesino resulta ser Brady Harstfield (un brillante Harry Treadaway), un psicópata que mantiene una relación incestuosa con su madre alcohólica y trabaja en un local de artículos de computación. La carta es el detonante para que Hodges intente hacer justicia por mano propia y atraviese su propio camino del héroe, acompañado por su joven asistente Jerome (Jharrel Jerome) y la friki Holly Gibney (Justine Lupe). Con un notable casting, fiel a los personajes construidos por King, la serie atrapa y da vida a un policial clásico, con la remanida estructura del gato en busca del ratón duro de cazar, aunque con el toque sórdido y particular de la factoría SK. Se anunció una segunda temporada para agosto de 2018.

LIBROS

La Torre Oscura, comic (DeBolsillo, Random House, reeditado en 2017)

Dentro de lo que podría llamarse el “Multiverso King”, los comics ocupan un lugar central. Sobre todo, en torno a su saga mítica La torre oscura. Esta adaptación es mucho más fiel y detallada que el intento teen de Arcel y compañía y cuenta con King como director ejecutivo/creativo y con Robin Furth, especialista en la saga y autora de The Dark Tower: the concordance, como consultora en la realización de los argumentos. Por ejemplo, el episodio 2, llamado El largo camino a casa, cuenta con guión de Peter David e ilustraciones de Jae Lee y Richard Isanove. La impronta visual es casi gótica, con una raíz marcada en el estilo norteamericano y una preeminencia de tonos oscuros de rojo, negro, azul y gris que dotan de un aura opresiva y post apocalíptica a la historia. No es casual que ambos, dibujante y colorista, hayan trabajado con guionistas de la talla de Neil Gaiman y Grant Morrison. Esta entrega expande aún más la saga planteada por King en los libros. Profundiza momentos que no fueron desarrollados, como el regreso de Roland el pistolero (el protagonista por excelencia de esta historia), Cuthbert y Alain luego de la muerte de Susan, amante de Roland, en Hambry. Otro punto fuerte de estas entregas es el Rey Carmesí, principal antagonista de estas historias mitológicas que cruzan universos fantásticos y cotidianos. Este Rey hace su aparición sobre el final y es una figura tétrica, con su túnica roja y su enorme cuerno. Los amantes de historias míticas como Game of Thrones o El señor de los anillos disfrutarán de esta saga épica pergeñada durante décadas por el maestro del terror y adaptada al formato de la novela gráfica con la solidez necesaria.

El Bazar de los Malos Sueños (2017) (Plaza & Janes, Random House)

“Disparo a bocajarro y no me inmuto” es la cita de “Stiff Upper Lip”, de AC/DC, que eligió King para dar inicio a la que quizás sea su antología de cuentos más sincera, sólida y descarnada. El bazar de los malos sueños reúne algunos cuentos ya publicados, alguna novela corta (“Bily Bloqueo”) y un relato inédito hasta el momento (“Área 81”). “Soy novelista por naturaleza”, confiesa en la introducción. Pero también admite que “las experiencias más breves e intensas tienen también su interés. Pueden ser estimulantes, a veces incluso sorprendentes, como bailar un vals con un extraño”. El material es variado: desde competencias hilarantes entre vecinos (“Fuegos artificiales en estado de ebriedad”) hasta relatos apocalípticos (“Trueno en verano”).

La particularidad, el verdadero valor agregado de esta recopilación, es que a cada cuento lo antecede un prólogo, escrito por el autor, en donde amplía el contexto en el que se le ocurrió la historia, agrega algún dato de color, confiesa dificultades y desliza reflexiones de todo tipo. El Lector constante, como King llama a sus seguidores, se entera por ejemplo de que el cuento “Premium Harmony” está inspirado en la obra de Raymond Carver. Allí King cuenta un terror absolutamente cotidiano, tal como Carver lo hacía con sus relatos íntimos del corazón de la familia norteamericana. Dice King, sobre el excelso cuentista: “me asombró la claridad del estilo de Carver y la hermosa tensión de su prosa. Todo está en la superficie, pero esa superficie es tan cristalina que el lector ve un universo vivo justo debajo”. En su relato King sitúa el terror en una muerte inesperada que fractura a un matrimonio para siempre. “Niño Malo”, por otro lado, condensa la historia de un infante que es, practicamente, la encarnación de Satán y cuyo prólogo incluye la predilección de King por los Rolling Stones antes que por los Beatles. También incluye poemas narrativos que sorprenden, como “La iglesia de huesos”, un relato macabro en verso que es casi una prosa poética, algo inusual en el autor. También hay reflexiones fantásticas sobre la vida después de la muerte (“Más allá”), sobre la moral (“Moral”, donde King confiesa previamente haber robado comida y hecho trabajos prácticos por plata para sus compañeros en la época universitaria).

Sobre su novela corta a pedido de Kindle (Amazon) “Ur”, lanzada originalmente en 2009 e incluida en esta recopilación, afirma: “Yo escribo por pasión, pero la pasión no paga las facturas”. Esta historia incluye al Kindle dentro de una historia de ficción, una jugada magistral en la que este dispositivo electrónico se convierte en la puerta a universos paralelos y paradojas temporales con consecuencias tremendas. Algo que King exploraría años después con su notable novela 11/22/63 (2011).

Los prólogos arrojan luz sobre el proceso creativo de King, Muchas veces su inspiración proviene de sueños, otra de visiones o epifanías. Sus ideas nacen de sucesos casi mundanos, por momentos difíciles de recrear. Confiesa, en un momento: “No tenía la menor idea de hacia dónde apuntaba el relato, pero tenía plena confianza en que el lenguaje me llevase hasta allí”. En otro pasaje afirma: “A veces pienso que un libro de cuentos es en realidad una especie de diario onírico, una manera de capturar imágenes subconscientes antes de que se desvanezcan”.

Fin de guardia (2017, Plaza & Janés, Random House)

Los fanáticos argentinos de King tuvieron que esperar hasta diciembre de 2017 para leer el final de la trilogía de Bill Hodges. Fin de Guardia se publicó en EE.UU en junio de 2016, luego en España  en octubre de 2017 y a fin del año pasado llegó a nuestro país en una edición tapa dura de lujo, un formato acorde para disfrutar con comodidad el final de esta saga, que, como se comentó anteriormente ya posee su adaptación en formato serie. El final de Quién pierde paga, la entrega anterior, ya auguraba un reencuentro entre el detective protagonista, con un mejor estado de salud y más ordenado que en el comienzo, y el psicópata Brady Hartsfield, que se encontraba en coma desde el final de la primera entrega. Otro aspecto importante se deslizaba en las últimás páginas del libro anterior: un vínculo con lo sobrenatural (la tan querida y explotada telequinesis que tan bien ha desarrollado King en innumerables de sus obras) pareciera ser el as bajo la manga que guardaba este psicópata con un complejo de Electra no resuelto cuyos últimos planes fueron burlados por Hodges y compañía. Esta nueva entrega comienza, otra vez, con un flashback hacia los incidentes del Centro Cívico (así arrancaba la primera novela, donde atacó “El asesino del Mercedes”), esta vez narrado desde la óptica de dos camilleros de una ambulancia. Esto atrapa desde un primer momento a partir del vértigo y la adrenalina, con uno de los formatos de inicio predilectos por el autor oriundo de Maine. Luego, la acción se traslada al presente y a los personajes habituales. Hodges, devenido en detective privado y ya algo cansado, recibe la noticia de un nuevo crimen que se conecta con lo narrado al comienzo. Una vez más el pasado tormentoso vuelve a acecharlo. Poco después, Hodges es diagnosticado de cáncer. Al parecer le queda poco tiempo de vida, y mientras hace cuentas y consolida a su dream team detectivesco favorito como los herederos (los entrañables Jerome y Holly, tanto o más héroes que él), una ola de suicidios de personas vinculadas al demente Hartsfield lo perturba, y decide investigar. ¿Puede, realmente, un asesino en estado vegetativo estar implicado? De la mano del mejor King, el que tiende puentes entre lo sobrenatural y lo cotidiano, lo realista y lo horroroso, las andanzas de un detective enfermo son narradas con vértigo, dolor y astucia. Hodges es un viejo lobo de mar que se ve sobreexigido y que no duda en arriesgarse al máximo en lo que podría ser su último enfrentamiento ante su principal demonio.

Bellas Durmientes, junto a Owen King (2018, Plaza & Janés, Random House)

En alianza con su hijo menor, Owen (1977), Stephen le ha dado vida a su equivalente a The Handmaid´s Tale, de Margaret Atwood. Una distopía feminista que, en este caso, toma su punto de partida desde una premisa fantástica: ¿Qué pasaría si, de pronto, todas las mujeres del mundo cayeran en un sueño perpetuo y profundo? ¿Y si ese sueño las transportara a otro mundo? Eso plantean los King en este libro que, ya por su proceso de producción, es toda una novedad. Es la primera vez que King escribe una novela junto a uno de sus hijos (el mayor, Joe Hill, también es escritor). En Dooling, una región dentro de los Montes Apalaches, las mujeres parecen dormirse para siempre. Quedan envueltas bajo una especie de capullo y si son despertadas reaccionan de manera violenta. Todo esto se produce por una especie de gripe llamada “Aurora”. Los hombres deben aprender a vivir sin ellas y muchas mujeres que no quieren dormirse para siempre realizan locuras para tratar de evitarlo. Al mismo tiempo, una mujer misteriosa llamada Evie Black se encuentra en la cárcel de mujeres y duerme y despierta normalmente, inmune a este misterioso hechizo.

La prosa combinada de los King da como resultante un cóctel entre el habitual terror realista con toques sobrenaturales, un clásico del autor de Carrie y El Resplandor, con una trama de universos paralelos, dimensiones desconocidas y suspenso. A esto se le suma un entramado coral de desesperación y supervivencia muy logrado, algo similar a lo hecho por el hombre de Maine en obras anteriores como La CúpulaApocalipsis, La Niebla o Celular. Una vez más, la geografía es rural, de un pueblo perdido parecido al de Fargo, de los hermanos Coen. Mucha incertidumbre rodeaba a esta novela antes de su lanzamiento. Las obras de King escritas en colaboración (las anteriores junto a Peter Straub) no son de lo mejor de su producción. Esta vez, quizás por la empatía familiar, parecería haber alcanzado una interesante alquimia y retroalimentación que generó una novela muy inteligente que le habla a una época en donde las mujeres avanzan a paso firme en pos de las conquistas de sus derechos. En este caso, al igual que en el relato de Atwood devenido en serie y protagonizado por la genial Elizabeth Moss, el clima es terrorífico pero, a la vez, cercano. Y en este caso, al parecer, también habrá serie, ya que la productora Anonymous Content adquirió los derechos para su adaptación.//∆z