Muy Crudo, de Jimmy Rip & The Trip, nace de la tristeza, la ira y el dolor del histórico guitarrista y productor por un divorcio reciente. Conversamos con él sobre este proceso creativo.

Por Carlos Noro

Fotos: Verónica Manso – Gentileza Prensa Jimmy Rip (Nicolás Tavella)

 

Jimmy Rip no es un nombre más en la escena del rock. Fue el guitarrista de la primera etapa solista de Mick Jagger, integrante de Television y productor de Last Man Standing (2006), uno de los discos más exitosos de Jerry Lee Lewis.  El estadounidense vive hace más de diez años en Argentina y acaba de estrenar Muy crudo (2020) con su banda Jimmy Rip & The Trip. El disco le sirvió para exorcizar un momento personal y redescubrir sus raíces bluseras y rockeras.

ArteZeta: Muy crudo está relacionado con un momento personal difícil. ¿Cómo se refleja en las canciones del disco?

Jimmy Rip: Todas las canciones de Muy crudo aparecieron después de un divorcio muy infeliz. Así que hubo mucha ira, tristeza y también algo de alegría en mi nueva libertad. Fue una manera de hablar sobre mi vida y de vender algo de música con la esperanza de poder recuperar algo del dinero que perdí en el divorcio (risas).

AZ: Elegiste un nombre en español aunque las canciones están en inglés. ¿Por qué elegiste ese nombre?

JR: Tiene que ver con las emociones que sentía en aquel momento. Todo estaba a flor de piel, muy crudo, sin procesar. Por eso fue el nombre perfecto para el disco. Además, el proceso del disco fue híper rápido, poco producido y en algún sentido también “muy crudo”. Fue como un huracán que arrasó con todo. Lo escribí en tres meses y lo grabamos en vivo. Fue una especie de expiación de lo que me había pasado.

AZ: Soles realizar covers en tus discos, pero esta vez no hay ninguno. ¿Tuvo que ver con el “enfoque personal”?

JP: Si bien siempre usé covers, solo mi último disco tenía más versiones que canciones originales. Lo que pasó tiene que ver con la pregunta anterior. Tenía muchas cosas que sacar afuera. Sentía que era mi momento de sacar mi propio blues en el estricto sentido estricto de lo que significa el término. Hay algo de melancolía y de la necesidad de mostrar mis circunstancias personales. A tal punto de que todo estaba escrito sin esfuerzo en poco tiempo. Esta vez las canciones se escribieron solas. 

AZ: Desde hace diez años tocás con Luli Bass y Silvana Colagiovanni. ¿Cómo es tu relación con ellas? ¿Qué sentís que aportan al sonido?

JR: Son grandes músicas y grandes amigas. En el escenario tenemos una gran comunicación y fuera del escenario siempre nos reímos. Eso es lo mejor que puedes esperar de cualquier banda. Me suelen preguntar si me aportan algo especial por ser mujeres pero no hay una respuesta específica. Me llevo bien con ellas y eso es lo más importante.

AZ: Contaste hace poco en redes sociales que grabaste el disco con tu primera guitarra, que la tenés desde los ocho años. ¿Cómo es esa historia? ¿Alguna vez pensaste en venderla?

JR: Me la dio mi hermano mayor cuando tenía esa edad, pero no era realmente un instrumento funcional y literalmente la consideré olvidada. A principios del 2000, la encontré y se la di a un lutier. Le dije que la hiciera utilizable de nuevo. Hizo un trabajo impecable. A partir de ahí he tocado en veinte o treinta álbumes desde entonces. Lo loco es que esa guitarra nueva solo cuesta quince dólares, así que venderla no tendría mucho sentido (risas). Igualmente, en un momento Ry Cooder intentó comprarla y le dije que no. Es una guitarra con mucha historia. Me encanta el sonido que tiene. 

AZ: El sencillo del álbum se llama “Way Down in Mississippi“. ¿Cómo se relaciona el sur de Estados Unidos con tu historia y con la historia de la canción?

JR: Mi padre era de Texas, así que tengo una conexión real con el sur de los Estados Unidos. También es el lugar de nacimiento del blues, el jazz y el rock & roll. Cuando manejás por las rutas, la emoción y la aventura siempre se sienten como una posibilidad. Creo que la canción trata de transmitir esa sensación que siento cuando estoy en la ruta.

AZ: Viniste a Argentina por primera vez en 1997 y diez años después decidiste vivir aquí. ¿Qué te atrajo?

JR: En 2009 hice tres giras por Argentina y en la tercera vuelta a Los Ángeles me di cuenta de que me estaba divirtiendo mucho más y me sentía mucho más vivo en Buenos Aires. Vendí mi casa en Beverly Hills, mi Harley y Mercedes y vine aquí para sentirme vivo de nuevo. Argentina y yo tenemos el mismo tipo de pasión por las guitarras y el rock & roll. Todos me tratan muy bien y me encanta vivir aquí.  Por las dudas aclaro algo: no estoy huyendo de la policía y no vine por una mujer, ¡vine a tocar! (risas).

AZ: Siempre tuviste una participación activa en la escena del rock local. ¿Encontraste alguna característica que define al rock argentino?

JR: Hay algo que me parece relevante: el amor por la historia de la música. Creo que compartimos ese amor y hablamos el mismo idioma. Otra cosa que me encanta es que el público argentino no dé la espalda a los artistas a medida que envejecen. Hay un respeto por quienes construyeron la historia. Eso es híper valorable.

AZ: Imagino que el idioma debe haber sido un desafío. ¿Lo aprendiste? 

JR: Lo hablo muy mal. Puedo hacer bromas y lograr pasar la mayoría de los días haciendo lo que tengo que hacer, haciéndome entender. De una manera extraña, me genera mucho más solo entender la mitad de lo que se dice a mí alrededor. Me permite pensar en paz y es algo que busco para mi vida. //∆z