Otra vez de la mano de James Gunn, Guardianes de la Galaxia Vol. 2  divierte pero insiste con la fórmula original. 

Por María Almazán

Tres años atrás se estrenaba la primera entrega de Guardianes de la Galaxia, aquella novedad del universo cinematográfico de Marvel en la que, a diferencia de los renombrados Vengadores, los protagonistas eran casi desconocidos para el público. Este riesgo de Marvel resultó en un éxito comercial que la ubicó entre las favoritas de la franquicia, principalmente por la frescura de su relato entre coloridos escenarios, canciones grabadas en un mixtape y egocéntricos anti-héroes que sin querer se reúnen para salvar la galaxia, no sin antes intentar salvar sus propios pellejos.

Dirigida por James Gunn, Guardianes de la Galaxia Vol. 2 comprende los aciertos de la primera, apuesta a aquellos y los exprime para contar una nueva aventura galáctica. Con una secuencia que presenta a los protagonistas preparándose para una batalla épica, la película deja en claro desde el comienzo que los Guardianes de la Galaxia volvieron, y con ellos más dinámica, más acción y más diálogos y situaciones hilarantes, en mayor cantidad y más desproporcionados que en la anterior. En este sentido, la película tiene sus aciertos y desaciertos.

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Con el quinteto original ya establecido la historia se pone en marcha rápidamente. Peter Quill, Gamora, Drax, Rocket y Groot (Chris Pratt, Zoe Saldana, Dave Bautista, Bradley Cooper, Vin Diesel) son contratados por los soberanos, una raza alienígena liderada por Ayesha (Elizabeth Debicki) para proteger unas poderosas baterías a cambio de la capturada Nebula (Karen Gillan), hermana perversa de Gamora. Todo parece salir bien hasta que descubren que Rocket robó parte de las baterías y Ayesha se lanza contra los protagonistas. En su rescate aparece Ego (Kurt Russell), el misterioso padre de Quill y poseedor de una sabiduría y un poder infinito que quiere transferir a su hijo.

Gran parte de la magia de Guardianes de la Galaxia es la química disfuncional entre los protagonistas, por lo que el hecho de que el quinteto esté dividido en dos grupos en gran parte de la película es un detalle que, aunque poco afecte al entretenimiento, pone el foco en muchas tramas simultáneas. Los personajes no tienen suficiente tiempo en pantalla y sus curvas dramáticas son abruptas; sumado a los incontables easter eggs (referencias, cameos, guiños) entremezclados con chistes (algunos buenos, otros forzados), el desarrollo de la cantidad de personajes por momentos es abrumador y distrae de la trama central. El esperado encuentro entre Peter Quill y Ego no alcanza las expectativas, quedando chato en comparación a las ocurrencias de Rocket y Groot (en su versión bebé): dos personajes que robaron la atención (y las risas) de los fanáticos en la primera entrega y no tardan en hacerlo en la segunda.

Sin embargo, el fin de este Vol. 2 es entretener y lo consigue, mérito del buen gusto e imaginación del director James Gunn. Habiendo dirigido la primera, Gunn deleita nuevamente con créditos de apertura excepcionales y grandes y coloridos efectos especiales acompañados por canciones (desde “Mr. Blue Sky” de Electric Light Orchestra a la original “Guardians Inferno”, co-escrita por Gunn y el compositor Tyler Bates, con la voz del mismísimo David Hasselhoff) tan memorables como las escenas que musicalizan. Es así como no tiene razones para que los decepcionar a los fanáticos: con batallas épicas, CGI explosivo, humor y momentos emotivos, Guardianes de la Galaxia Vol. 2 resulta atractiva y divierte pero vuelve una y otra vez sobre los recursos que dieron éxito a la primera.//∆z