El público ha votado y elegido lo mejor de lo mejor del 2016. Aquí están los ganadores de la primera encuesta de lectores de Artezeta.

Mejor disco nacional

1 – Lo que nos junta – Los Reyes del Falsete

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La banda de Adrogué forjó, bajo el padrinazgo de Litto Nebbia, su mejor disco hasta el momento. Trece canciones que exploran el universo falsete nutrido de la influencia beat de este pionero del rock nacional, quien los incluyó en su octeto luego de conocerlos al grabar juntos “Los niños”, del disco Días nuestros (2012). Los arreglos vocales y de cuerdas evidencian una madurez superlativa, prueba de esto son las guitarras de “Van andando”, el riff hipnótico de “Pasó en tu casa” o los coros de “Lo que nos separa”, tema que hace las veces de opuesto complementario del título del disco. Pablo Díaz Marenghi

2- Bronce – Atrás Hay Truenos

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Bronce emerge como una evolución en la tríada que alcanza un sonido identitario. A diferencia de lo grabado hasta el momento, en donde con capas y capas de guitarras indómitas nos llevaban por un camino inexorable hacia el fin del abismo, en este nuevo esfuerzo parecen haber encontrado un atajo por el cual desviarse para mostrar otro final posible. Caro Figueredo

3 – Las Afueras – Cabeza Flotante

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La banda de los hermanos Lamothe apuesta al rock más clásico de guitarras alternativas, que combinado con sintetizadores remite al sonido más contemporáneo y cercano por momentos al dream pop. Martín Barraco

Mejor disco internacional

1- Blackstar – David Bowie

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Blackstar es el mejor ejemplo de cómo el músico inglés fue siempre capaz de superarse una y otra vez: el disco recupera la vibra vanguardista presente en los álbumes decisivos de Bowie y desafía a los oyentes a aventurarse en lugares desconocidos. La épica de casi diez minutos que da nombre al álbum conceptualiza toda la búsqueda, con sus baterías exuberantes, su pulso de electrónica moderna, sus vientos de jazz experimental y esa voz gloriosa de Bowie entre percusiva y dramática. Matías Roveta

2 – A moon shaped pool – Radiohead

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En el plano sonoro, A Moon… regresa a una dinámica más “tradicional” tras la electrónica nerviosa de The King of Limbs (2011): unas cuantas guitarras, piano, la voz al centro, bajo, baterías, y esta vez muchas cuerdas y coros, que irrumpen con un protagonismo inusitado en varios temas. Santiago Farrell

3 – Post pop depression – Iggy Pop

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Post Pop Depression es el trabajo sobresaliente de un hombre que se animó a abandonar por un momento la comodidad de su aura legendaria para regalar un discazo que evita lugares comunes; es su más sólida síntesis de letras y música en casi cuatro décadas. Matías Roveta

Canción nacional

1 – “Cara de mapa” – Atrás Hay Truenos

El track 4 de Bronce (2016) condensa la sonoridad que esta banda nativa de Neuquén viene construyendo hace más de cinco años: distorsión psicodélica, un bajo oscuro y punzante, alla Joy Division, letras que remiten a la Patagonia y al romance. Los truenos persiguen al sol, escalan una montaña, olfatean el perfume del tiempo y decodifican una ilusión de coordenadas. 2 minutos y 7 segundos alcanzan para darle forma a una canción pegadiza y romántica que no por esto deja de ser rockera. Pablo Díaz Marenghi

2 – “Lo que nos separa” – Los Reyes del Falsete

Un rasguido de guitarra desnudo. Un coro, de fondo, agudo. Un riff distorsionado, garagero. Una base electrónica que se dispara de fondo mientras se entonan las primeras frases. “Lo que nos junta, no es nada y es lo mismo que nos separa”. Esta canción expone, en una vitrina recién lustrada, la vajilla completa y reluciente que Juanchy Manchy, Tifa y Nica Rex supieron construir. Toda la versatilidad mutante de los Reyes esta puesta en esta oda que nombra al mejor disco que lanzaron hasta el momento. Pablo Díaz Marenghi

3 – “La fórmula” – El Estrellero

Sin dudas, fue una de las más grandes apariciones del 2016. El Estrellero, que sorprendió a varios en el Festival BUE, lanzó uno de los discos del año en donde resignifican la definición del pop, se nutren de sonoridades de los 80 (como el post-punk o el tecnopop) y las adaptan de una manera poética. Como en “La fórmula”, en donde la letra cruza romance con mitología nórdica y la intro de guitarras parece esculpir un paisaje mitológico. Mientras la batería de Gregorio Jáuregui repiquetea, las guitarras de Lautaro Barceló y Alejo Klimaviciu se entrelazan y se fusionan con el bajo de Juan Irio en un estribillo con fuerza hippie: “Pasábamos la tormenta, recostados en la hierba, viejo páramo de gloria, la locura y la tristeza de los prisioneros del amor”. Pablo Díaz Marenghi

Canción internacional

1 – “Lazarus” – David Bowie

En el contexto de un disco aventurero atravesado por pulsos de electrónica moderna, baterías exuberantes y vientos de jazz experimental, David Bowie regaló el último maravilloso clásico de su carrera. “Lazarus” tiene unas guitarras góticas que remiten a The Cure como marco sonoro y sobre todo una letra a través de la cual el ex Duque Blanco parece estar despidiéndose en secreto: “Mirá hacia aquí, estoy en el cielo / Tengo cicatrices que no pueden ser vistas”, dice Bowie mientras estallan sutiles ráfagas de distorsión. Dos días después de la edición de Blackstar, con la muerte de Bowie ya consumada como sorpresa dolorosa, esa línea que abre la canción con el característico tono dramático del cantante cobró un sentido especial y estremecedor. Matías Roveta

2 – “Gardenia” – Iggy Pop

“Gardenia” se editó como simple cuando recién se abría el calendario de lanzamientos y anticipó todo lo bueno que estaba por venir: un clásico instantáneo que oscila entre las vibraciones del riff con trémolo de Josh Homme y los tentáculos rítmicos que despliega el bajo con un poderoso groove, mientras Iggy se divierte con una letra sobre una historia de sexo al costado de la ruta y se define como el “gran poeta norteamericano vivo”. Es una canción que suena mucho más a Bowie que a Iggy, y en esas reminiscencias a las colaboraciones experimentales entre ambos de los ’70 está lo mejor de Post Pop Depression. Matías Roveta

3 – “Decks dark” – Radiohead

En “Decks Dark” la voz delicada de Thom Yorke habla de la oscuridad latente en los seres humanos y junto a una penetrante línea de bajo de Colin Greenwood se abre paso en un paisaje sonoro glacial y de engañosa simpleza, decorado con un loop de pianos procesados, una batería programada y unos coros espectrales sampleados. Pero son las guitarras de Jonny Greenwood y Ed O’Brien con sus disparos de distorsión suave a cada lado del estéreo lo que le dan a la canción un pulso rockero que remite a los mejores momentos de In Rainbows (2007). Matías Roveta

Mejor show

1 – Iggy Pop – Festival BUE – Tecnópolis

Iggy salió desde el primer segundo decidido a comerse crudo el escenario: sobre la base del riff ominoso de “I Wanna Be Your Dog”, ahí estaba él en cuero, gritando como un alienado sobre la valla y desafiando al público. Secundado por una banda con un sonido avasallador, la Iguana no dio respiro y así fueron pasando en continuado himnos como “The Passenger” o “Lust for Life” junto a clásicos de los Stooges como “1969”, “Search and Destroy” o “Down on the Street”. Pero lo mejor llegó de la mano de un puñado de canciones de su obra maestra The Idiot (1977), editado en años de vanguardia musical junto a David Bowie: el funk futurista de “Sister Midnight”, pulso mécanico de “Nightclubbing” y el sonido industrial de “Mass Production” con sus reminiscencias a Kraftwerk. La certeza fue la de ver en vivo a un tipo maduro transitando un nuevo período de gracia de la mano de Post Pop Depression, justo sobre el final de su carrera y en el probablemente último show suyo en el país. Matías Roveta

2 – El Mató a un Policía Motorizado – Festilaptra – Ciudad Cultural Konex

Hace varios años que el festival que reúne a todas las bandas del sello Laptra en el Konex viene siendo una atracción infaltable. El plato fuerte de 2016 fue el show de la banda liderada por Santiago Motorizado que repasó, de pé a pá, su disco Un millón de euros (2016) a una década de su lanzamiento. Así sonó el arpegio hipnótico y demoledor de “Chica rutera” para despertar los primeros pogos de una noche calurosa. Clásicos como “Amigo piedra”, “Vienen bajando” o el instrumental “Provincia de Buenos Aires” fueron odas a la nostalgia, al fuego que hemos construido. Luego algunos clásicos de siempre redondearon uno de los mejores recitales del año. Pablo Diaz Marenghi

3 – Rolling Stones – Estadio Único de La Plata

Fue un año de super fiebre stone que culminó con la edición de Blue & Lonesome, pero que en el medio tuvo además un documental sobre el histórico show en La Havana, la reedición ampliada de Stripped, otro documental sobre la gira por Latinoamérica (el Olé, Olé, Olé!: A Trip Across Latin America, con guiños especiales al público argentino) y hasta una muestra de museo llamada Exhibitionism que recorre la historia de la banda. Claro que lo más importante de todo estuvo en el arranque del calendario, con una trilogía de shows en La Plata en febrero como parte de un Olé Tour con el que desembarcaron por cuarta vez en el país. ¿Y qué hizo tan especial esta visita en relación a las anteriores? Nada más (ni nada menos) que la posibilidad de observar –sin disco nuevo que presentar en esta oportunidad- el legado clásico de los Stones en acción, ese que define para siempre la historia del rock. Una suerte de greatest hits en vivo y en directo, la leyenda viva con sonido perfecto y ejecución maestra en manos de una banda –sobre todo Mick Jagger y Keith Richards- que dejó de lado las asperezas del pasado para concentrarse en la magia que pueden desatar juntos. Matías Roveta

Mejor evento de la movida independiente

1 – Festilaptra 

Con las brasas de la tragedia de Cromañón aún tibias, un grupo de jóvenes con ganas de crear y de desarrollar un modelo de auto gestión en la música funda el sello Laptra en 2004. Cualquier sujeto que frecuente la escena musical independiente se topará con la infinidad de músicos que han nacido bajo el ala de esta cofradía platense. 107 Faunos, El Mató, Las Ligas Menores, Atrás hay truenos, The Hojas Secas y Bestia Bebé son sólo algunas de ellas. Esta policromía sonora se viene celebrando a sí misma hace ya varios años en el Festilaptra, que desde 2013 se viene realizando de manera ininterrumpida en Ciudad Cultural Konex (antes supo engalanar Niceto Club). Un escenario doble, una veintena de bandas y un manto de camaradería que lo recubre todo han forjado uno de los eventos más destacados del under nacional. Pablo Díaz Marenghi

2 – Fan mundial

Una generación hambrienta de éxitos futbolísticos se dio cita en el Matienzo para conmemorar la obtención de la Copa Mundial de México ’86 ni mas ni menos que en su 30º aniversario. Quienes asistieron a esta velada para el recuerdo pudieron ver el partido final entre Argentina y Alemania, darse el gusto de gritar los goles, participar de sorteos  y también disfrutar del show de Bestia Bebé, banda futbolera como pocas. Martín Barraco

3 – Feria de editores – 8 y 9 de agosto – Central Newbery

Más de seis mil personas visitaron la V edición de la Feria de editores. Las instalaciones de Central Newbery les quedaron chicas. No se podía transitar por tranquilidad por los pasillos de la cantidad de personas que había. De la Feria participaron más de  80 editoriales independientes de todo el país y algunas del exterior. Además contó con un ciclo de charlas por donde pasaron nombres rutilantes de las letras locales como: Marcelo Cohen, Martín Kohan, Luis Gusmán, entre otros. La movida que nació en 2013 y salió de la cabeza de Victor Malumián y Hernán López Winne ya se convirtió en un clásico porteño y es un fiel exponente que la unión hace la fuerza. Joel Vargas

Mejor libro nacional

1- Las cosas que perdimos en el fuego, de Mariana Enriquez – Anagrama

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2016 fue el año en que Mariana Enriquez se consolidó como una de las cuentistas más destacada de nuestro idioma. Con Las cosas que perdimos en el fuego, editado por Anagrama, conquistó el mercado hispanoamericano. Es como un disco, hay canciones que son hits y otras que tienen otro sabor, están destinadas a otra cosa. Uno de los hits es “El patio del vecino”. Enriquez cuenta el terror de lo cotidiano, de lo que está pasando ahora mismo, capaz a metros tuyo, al lado de tu casa detrás de tu medianera. Cuidado. Joel Vargas

2 – La maestra rural, de Luciano Lamberti – Literatura Random House

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Lamberti teje una maraña a su alrededor, con personajes en el borde difuso entre lo paranormal y la psicopatología. Lo real se deforma, se vuelve sospechoso. La maestra rural nos obliga a leer con las puertas bien cerradas y las luces bien prendidas, no sea cosa que… Sebastián Rodríguez Mora

3 – Un cementerio perfecto, de Federico Falco – Eterna Cadencia

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Federico Falco, con una prosa depurada y serena, narra la vida de estos personajes desprotegidos, que permanecen en soledad y eterna retirada –de sus creencias, de sus amores, de sus lugares de origen– y se internan en el frágil y silencioso futuro sin generar estridencias, aunque sin disimular la tensión existente en el presente de esas vidas y también en lo que les deparará el futuro. Juan Alberto Crasci

Mejor libro internacional

1 – Stoner, de John Williams – Fiordo

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John Williams narra con calma y sencillez la vida de Stoner, desde la adolescencia hasta su muerte, pasando por los amoríos, el nacimiento de una hija, las vicisitudes profesionales y el espíritu de época del período comprendido entre las dos guerras mundiales. La novela, como tantas otras obras norteamericanas del siglo XX, cuenta las tragedias de una vida, pero lo hace sin sobresaltos ni exotismos. Williams no exorciza los demonios de Stoner a través del alcohol, las drogas o los excesos heroicos, sino a través de una triste sapiencia que lo afianza a su moral y a una ética de la persistencia en el propio camino por sobre los volantazos o las decisiones poco afortunadas. Juan Alberto Crasci

2 – El hermano mayor, de Daniel Mella – Casa Editorial HUM

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En 2016 HUM editó El hermano mayor, la obra más autobiográfica de Daniel Mella. En el verano de 2014 muere su hermano. Convierte ese dolor en literatura, mejor dicho lo disecciona poco a poco. Narra las consecuencias de la tragedia, explora el amor y su pasado; no se queda atrapado en el espacio entre palabra y palabra mirando como el tiempo se desplaza sin él. Joel Vargas

3 – Las chicas, de Emma Cline – Anagrama

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Con una prosa envolvente y prolija, con un ritmo propio del mejor realismo sucio norteamericano, Cline construye una de las novelas más destacadas del 2016, cuyo valor agregado es doble: por un lado, la notable adaptación histórica y ficcionalización de sucesos que atrapan, ya desde un punto de vista historiográfico. Por el otro, el abordaje y el desarrollo en profundidad de la femineidad en su faceta de mayor introspección y búsqueda, que identificará a cualquier muchacha que haya sobrevivido a los terremotos de la adolescencia. Pablo Díaz Marenghi

Mejor película nacional

1 – Gilda, dirigida por Lorena Muñoz

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Sujeta a un orden patriarcal dictado por maridos, padres, empresarios, representantes, la de Gilda no es la historia de una mujer que triunfa, sino la de una que se construye. El escenario en el que acontece la revolución es el cuerpo, la mirada y la voz de una Natalia Oreiro que alcanza la cúspide de su carrera actoral y entrega una Gilda a la vez tierna y sensual, tímida y apasionada. Así como veinte años después de su muerte temas como “Paisaje” y “Corazón valiente” siguen vigentes, es cuestión de tiempo que Gilda: no me arrepiento de este amor pase con justicia a formar parte del reducido grupo de clásicos del cine argentino. Martín Escribano

2 – El Ciudadano ilustre, dirigida por Gastón Duprat y Mariano Cohn 

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La pareja de directores crea a Daniel Mantovani, el primer nobel literario argentino. El Ciudadano… cuenta cómo el escritor regresa a su pueblo natal, Salas, para que le hagan un homenaje. Todas sus novelas transcurren en esa localidad. Ya en Salas, el pasado de Mantovani no para de volver y se ve envuelto en una trifulca con sus detractores. Cohn y Duprat, como ya lo instauró Sarmiento, muestran la civilización y la barbarie del ser nacional. Una conjunción que siempre se leyó como una disyuntiva. Una cosa o la otra, una falsa dicotomía. En realidad son dos caras de la misma moneda: Argentina. Joel Vargas

3 – La larga noche de Francisco Sanctis, dirigida por Andrea Testa y Francisco Marquéz

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La oscuridad de los planos y  la cámara que acompaña la angustia y el miedo del protagonista, que deambula por una Buenos Aires fantasmagórica, nos sumergen en una atmósfera asfixiante. Esta película ganó el BAFICI del 2016 y es una adaptación de un relato de Humberto Constantini. Lo políticamente correcto choca con visiones egoístas y ocurre un dilema moral: ¿meterse o no meterse? En esa disyuntiva navega la historia que nos sumerge en algo que es tan vívido, tan potente, tan real que es difícil no sentirse interpelado. Ayelén Cisneros

Mejor película internacional

1 – The Revenant, dirigida por Alejandro González Iñárritu

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En manos de Iñárritu el film se convierte –fiel a su tradición- en un feroz retrato sobre el dolor y el sufrimiento humano, con la venganza como motor de la historia a partir de que Glass (Leo DiCaprio) es atacado por un oso Grizzly y, moribundo, abandonado por parte de su grupo de compañeros de caza. Pero más allá de ese recurso que en cine nunca falla, la película concentra un poder artístico descomunal a partir de varios planos secuencia rodados absolutamente con luz natural en paisajes de imponente belleza (algunas de las locaciones incluyeron Ushuaia, Tierra del Fuego) y un trabajo de fotografía sublime por parte de Emmanuel Lubezki. Matías Roveta

2 – Spotlight, dirigida por Tom McCarthy

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Sin escenas rimbombantes ni héroes ensalzados ni víctimas humilladas, la sobriedad de Spotlight la hace grande. Se percibe en ella un homenaje al mejor periodismo de investigación, aquel que se resiste a los embates del poder con tal de pronunciar su verdad. Mark Ruffalo, Michael Keaton, Rachel McAdams, John Slattery, Brian d’Arcy James, Liev Schreiber, Billy Crudup, Stanley Tucci… todos entregan actuaciones de nivel. Thomas McCarthy confirma, como lo había hecho con The Visitor en 2007, que es un director necesario, de esos que apuestan al valor de la palabra. Al igual que Todd Haynes, McCarthy confía en el espectador. No es poco viniendo de Hollywood. Martín Escribano

3 – Tangerine, dirigida por Sean Baker 

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Todos tenemos celulares, todos podemos filmar. No todos podemos ser tan buenos directores como Sean Baker. El responsable de Starlet decidió filmar su última película con un celular y a pulmón, en la calle y con varios actores no profesionales. El resultado es asombroso. Tangerine es una película trans no porque su protagonista sea travesti sino porque no se ajusta a los cánones de Hollywood pero tampoco a las fórmulas del típico cine independiente norteamericano. Martín Escribano

Mejor serie 

1 – Stranger Things – Netflix

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Stranger Things recupera la tradición de una forma de hacer cine que se construye alrededor de la ciencia ficción y el género como excusa para hablar de los grandes temas de la vida. Ross y Matt Duffer nos intrigan con ese monstruo que deforma las paredes y tiene secuestrado a un niño que le habla a su madre a través de las luces de la casa, pero más nos quieren hablar sobre la amistad de un grupo de pibes y de cómo entablan relación con una niña de aspecto andrógino. Iván Piroso Soler

2 – Black Mirror – Netflix

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Black Mirror no es solo una serie para contemplar. Es una propuesta para sacarse los anteojos de espectador, dejarlos en la mesa de luz, y ver más allá de lo narrado. O dicho a través de un mantra de la cultura popular argentina, “el futuro llegó, hace rato”. Muchos dirán que las entregas anteriores fueron mejores, que la serie se volvió más estadounidense que nunca o que los guiones se repiten. Otros, tildarán a Brooker de tecnofóbico y clausurarán cualquier discusión. Si hay algo que puede decirse de esta serie es que, al igual que el desarrollo tecnológico, el hambre de la ciencia, la curiosidad del ser humano o la polisemia de la ciencia ficción, no tiene techo. Pablo Díaz Marenghi

3 – Bojack Horseman – Netflix

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Todo se vuelve un poco más oscuro en la tercera temporada para el caballo humanoide. Los recursos del relato se intensifican: la ironía, el sarcasmo y lo políticamente incorrecto. Existe un momento hilarante en el que Bojack hace un viaje al mundo subacuático y no puede hablar ni se escucha nada. La angustia no necesita palabras. Por otra parte, la serie estalla los lugares comunes del progresismo yanqui en el capítulo en el que Sextina Aquafina, la joven estrella del pop, banaliza la elección del aborto y la lucha feminista con una cancion llamada “Get dat fetus, kill dat fetus”. Bojack Horseman construye un relato brutal y bastante parecido a la contemporaneidad, donde todo parece importar poco. Ayelén Cisneros