Supermodel, segundo disco en la vertiginosa carrera musical de Foster The People, pretende alcanzar nuevamente el top en los rankings y hacer saber que el éxito conseguido en Torches no ha sido sólo suerte de principiante.

Por Estefanía Lestanquet

La vida de las bandas de rock se dividen en dos grandes universos, aquel en donde pasan años tocando en suburbios y ese otro, en el que logran llevar su música al mundo en un abrir y cerrar de ojos. Foster The People se ubica en el afortunado segundo caso. Este trío de caras bonitas logró con su primer álbum Torches y su mega archi hit “Pumped Up Kicks” posicionarse en la cumbre del soft-rock actual, cerrar los festivales más famosos y triunfar en cada presentación, inclusive en Argentina. Aquí, la banda de Mark Foster colgó el cartel de sold out en sus dos shows de la Trastienda, allá por el año 2012, cuando un ejército de adolescentes revolucionadas coparon el lugar para ver a su nueva y rebelde boy band. Pero como sucede en la mayoría de estos casos, la consolidación será mucho más difícil de conseguir que el propio éxito.

Lejos de la frivolidad que el título incita, en Supermodel Mark Foster se sincera con su propia consciencia. Mostrar “el rostro feo del capitalismo” fue la idea principal del frontman cuando comenzó a escribir las canciones que conformarían al álbum. Atacar a la sociedad consumista desde un contexto por demás capitalista: el disco recibe publicidad del sitio web Spotify y hasta de la marca de ropa Levi’s. Esa es la primera dicotomía que deberá atravesar la banda. La segunda es cantarle a temas como la drogadicción, la guerra y el desamor con la base melódica y festiva que vienen forjando desde el comienzo del grupo. En una ensalada de conceptos aislados (y hasta por momentos poco creíbles), nace esta nueva producción que contó con la ayuda del músico británico Paul Epworth.

“Are You What You Want To Be” y “Ask Yourself” son las canciones elegidas para el inicio de la placa. La primera, digna de animar cualquier fiesta, no debería sorprender si se convierte en el cuarto corte del álbum. En la segunda, las luces se apagan y una guitarra marcada por una base folk hace que la particular voz de Mark nos juegue una bonita pasada. Tras ellas, llega el primer corte difusión del álbum, “Coming of Age”, con esa melodía que no sería una locura confundir con alguna canción vieja de Artic Monkeys o The Magic Numbers. Es que uno de los puntos más flojos de Foster The People es justamente la carencia de un sonido propio que ya es notoria en todos sus trabajos. Debilidad que intentaron suprimir en este disco, donde incluyeron nuevos y extravagantes instrumentos de la cultura africana (parte del álbum fue grabado en Marruecos), aunque aún les quede mucho por investigar.

Luego todo se vuelve conocido. El segundo y tercer corte de difusión, “Pseudología Fantastica” y “Best Friend”, reaparecen en el álbum y dan los puntos más sobresalientes de esta edición. Entre ellos las olvidables y monótonas “Nevermind” y “The Angelic Welcome of Mr.”, que nos hacen dar cuenta -otra vez- que los Foster The People se destacan más por hacernos bailar que razonar. Para el final “Fire Escape”, una balada conmovedora que desentona el clima festivo pero merece la mención por ser de lo más arriesgado y visceral en la pluma de Mark Foster.

Es notorio como, luego de haberse hecho de dinero, fama y mujeres, las preocupaciones que conviven en las cabezas de los integrantes de Foster The People hoy son mucho más profundas. Esta maduración se ve en las letras de las canciones que conforman Supermodel y será sin duda el tinte que de a poco los irá haciendo alejar del alias “comercial” que atemorizó al grupo desde sus inicios. Si bien la introducción de nuevos y raros instrumentos ha sido todo un acierto desde lo musical, el sonido de los angelinos aún tiene mucho más por inspeccionar y conocerse. Foster The People no será la banda que salvará al mundo, eso está claro, pero sí nos va a entretener por un largo rato.

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