Aprovechando su pronta visita a la Argentina, repasamos el último disco a la fecha de Cibo Matto, el excéntrico grupo de finales de los 90´s que volvió tras 15 años de inactividad con un nuevo álbum, Hotel Valentine. Un celebrado y justo regreso con gloria.

Por Claudio Kobelt

Antes de avanzar debo reconocer algo: A la primera oída de Hotel Valentine fruncí el ceño con disgusto, y dije en voz alta algo parecido a lo que tipearía algunos pocos minutos después: Esto no es Cibo Matto. No tiene la rebeldía, la frescura, el desparpajo de Viva! La Woman. ¿Dónde están los hits? Quiero ya mi “Know Your Chicken” ¡Incorrección ya!

Varias escuchas después, y algunas horas más maduro, puedo caer en lo cierto y lo errado de aquella primera observación: ciertamente no es el Cibo Matto de hace 18 años, y las canciones de este su tercer disco luego de quince años de inactividad (parece mentira), no tienen aquella prisa y ni el vértigo de su mencionada primer placa, si no que exhiben una madurez y una propuesta realmente sólida y afianzada: Yuka Honda y Miho Hatori –tal el nombre de las japonesas adorables tras la banda- no vuelven por tu dinero de nostálgico. Vienen para sorprenderte, una vez más.  ¿Las Cibo Matto no son las mismas de hace 18 años? Es momento de darse cuenta que nosotros tampoco.

Como dato fundamental a tener en cuenta, Hotel Valentine fue creado y presentado como un disco conceptual, es decir con un tema central que recorre y une todas las canciones del álbum. En este caso, una serie de historias que tienen lugar en un hotel embrujado.  En el bellísimo tema “Hotel Valentine” lo dejan bien claro: “Im a ghost / only you can see me”. Dicho hilo conductor sobrenatural estará más o menos claro y no tan evidente a lo largo del disco, permitiendo el disfrute individual de los tracks por separado y fuera del total de la  obra.

Siguiendo con la odiosa e inevitable comparación con el pasado, el disco presenta ciertos matices algo similares a Stereo Type A, segundo álbum del grupo editado en 1999, pero de la misma manera que ningún ser vivo, ni la escena musical, permanece igual hoy en día a lo que era en el  pasado, las canciones de Hotel… se apoyan con la punta de los pies en aquellos ritmos pero solo para crecer infinitamente. Lo dicho: madurez sonora, propuesta afianzada.

Entre los momentos más destacados de Hotel Valentine no puede dejar de nombrarse “10th Floor Ghost Girl”, de encendido ritmo tribal y guitarra contagiosa, quizás el tema con más posibilidades de encender la pista de baile, y la confirmación de esa increíble característica propia de las Cibo Matto: ser tan parecidas a M.I.A., y en otros momentos no tan lejanos, a Bjork y/o a Portishead. “MFN”, por su parte, posee un groove irresistible, un beat infalible y un bajo espeso que se arrastra con ritmo eléctrico y sensual por nuestra piel. Y es en esta canción donde finalmente reaparece  un elemento clásico en las Cibo Matto: la referencias a alimentos y comidas, aunque a decir verdad, en mucho menor medida que antaño.

“Empty pool” es una conmovedora balada dueña de una honda y triste belleza, mientras que  “Maid Song” es un rap midtempo pleno de coros con pequeños y enfermizos sonidos. Otra vez el bajo latiendo pleno, escurriéndose por los parlantes y desparramando espesura y oscuridad, envolviéndonos sin dejar salida, como una viperina letal.

Hotel Valentine funciona como la banda de sonido etérea para esos cuentos de fantasmas.  Un compás sigiloso, grave y un sonido impecable, afilado, para bailar y transportarnos por cualquier plano astral.

Musicalmente podemos hablar  sobre Cibo Matto y etiquetarlas de trip hop, soul, hip hop, pop electrónico, elementos de acid jazz… y la lista continúa.  Y por suerte continua, y ojalá nunca se detenga. Cibo Matto abre en Hotel Valentine las puertas de su nuevo mundo encantado, un hotel con vista a un futuro sin fronteras, un paisaje seguramente bello e inesperado, como sólo ellas lo pueden pintar.

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