Arrancando este 2013 con toda la electricidad posible, Poseidótica volvió al Club V para terminar de repasar todo su repertorio y mostrar algunas de las novedades que compondrán su nuevo disco. El sábado fue el turno de Intramundo: sonoridad acuática y profunda para combatir el calor de la ciudad.

Por Gabriel Feldman

Fotos de Mimi Cappellini

Poseidótica no encontró mejor manera de empezar el año que reuniendo a sus seguidores dos noches seguidas en el Club V para repasar sus tres discos en forma entera y presentar material nuevo de lo que será su nuevo trabajo discográfico. El local de la Avenida Corrientes tendrá una capacidad máxima de 200 personas y un escenario un tanto reducido sin barreras para con el público. En este espacio íntimo, hombro a hombro con los que se acercaron, casi un ensayo a puertas abiertas, el cuarteto instrumental  paseó por todo su repertorio: el viernes 15 fue el turno de La Distancia (2008) y Crónicas del Futuro (2011), segundo y tercer disco de la banda respectivamente, mientras que el Sábado 16 sonó todo Intramundo (2005), primer disco, más algunas novedades y yapas.

Noche de culto entonces. De culto y calurosa. Sólo hay algo peor que una noche de sábado calurosa en la ciudad de Buenos Aires: una noche de sábado calurosa con corsos de carnaval en la ciudad de Buenos Aires. Y aunque las persianas del Club V se levantaron pasadas las diez y media, la banda arrancó minutos después de la media noche. Un tentempié antes, por qué no, mientras de los colectivos escolares meta-cumbia-al-taco baja la murga que hará las delicias de los carnavaleros entre agua y espuma de pomo. Pero después sí, ya adentro, se escuchó Tame Impala, Ramones, Megadeth y Nirvana, entre otros, el coro cantó hey! Wait! i’ve got a new complaint, forever in debt to your priceless advice, y ultimaron los detalles arriban del escenario: les acomodaron las listas de temas, un agua ya abierta en cada rincón, una cerveza en el centro y el objeto más preciado en la batería: una toalla. No iba a haber descanso hasta el corte de diez minutos promediando la mitad del show.

-¿Qué dice el primer tema de esa lista?
-Hidro…Hidrofobia
-Pero la de acá arranca con “Superastor”

 

 

Las pocas luces encendidas se apagaron y los cuatro integrantes tomaron sus respectivos lugares, señal para que las personas se agolparán frente al escenario cosa de tenerlos a centímetros de sus caras.“Sí, salgamos”, apuró Walter Broide desde la batería y arrancaron el aluvión instrumental con “Hidrofobia”, primer track de Intramundo, álbum de las profundidades acuáticas, un viaje en busca de la realización personal y la liberación de la mente. La siguió “Superastor”, confirmando que no iban a tocar el disco en su orden original.

Intramundo iba cobrando forma, otra forma. En clave ascendente, entre las luces azules, la intermitencia de los leds rojos y las gotas de transpiración que se derramaban y brillaban en las guitarras y el bajo. “Primero lo lento, la balada…”, bromeó Martín Rodriguez, la voz de compromiso, antes de hacer “Aquatalan”, una de las joyas del disco que no suele estar en las presentaciones en vivo.  Ya habían pasado el halo de jazz de “Las cuatro estaciones”, “Nave Nodriza” y “Tantra” y, entre las primeras composiciones de la banda se fueron colando algunas de las nuevas, “El alma de las maquinas” y “Holograma”, dos piezas con germen metalero. “Algo más movidito”, como había adelantado el bajita antes de comenzar. La adrenalina thrashera al servicio de la ciencia ficción.

¿Dónde está la cabeza cuándo empieza a sonar Poseidótica? Porque el cuerpo estaba ahí, presente, parado, transpirado y despeinándose; con el mechón que se te viene a la boca de tanto mover la cabeza. Pero los ojos cerrados. Casi siempre cerrados. Ellos están también en ese mismo plan, con la mirada apretada o en el techo. Disfrutando de la energía que se crea a su alrededor. Y esa es la clave: el viaje: el intramundo: la película que se proyecta detrás de los párpados;  y que sólo uno ve. ¿Dónde estaba tu cabeza mientras te dejas llevar por lo profundo del sonido? Esta vez no estaban las proyecciones caleidoscópicas que el cuarteto suele usar que de algún modo sirven como un anclaje de sentido. Una biblioteca de imágenes a mano para experimentar con el sonido.  Sólo el sonido y las imágenes propias, originales o robadas, que uno se arma, diagrama y ordena para acompañar al cuerpo, al conjunto de carne húmeda que se muere por desnudarse.  Pero que está ahí, presente, y en otro lugar.

-Walter cuando toca parece uno de los caballos de carreras
que tiene la mirada concentrada en algún punto lejano.
-En la llegada…
-¿Y dónde queda eso?

 

 

El merecido descanso vino después de “Acuático”. Quedarse, salir, diez, quince minutos para tomar aire, alguna cerveza o agua y esperar. La atmósfera distendida, de camaradería entre los que se acercaron y los cuatro integrantes de la banda hizo que, pasado el breve lapso, mientras Martín se acomodaba para volver a arrancar, un pibe lo felicite por la primera mitad y le acerque un vaso de Campari. Después de apurar un trago del aperitivo, le ofreció cerveza como buen anfitrión, y miró a sus costados para ver en que andaban Santiago y Hernán, uno pasando un porrito mientras ajustaba una de las perillas de su cabezal Orange, y el otro ultimaba detalles en su pedalboard: “¿Listos señoritas…?”

“Videjuego”, otra de las nuevas, marcó el inició de la segunda mitad, seguida de “Mantra” que puso fin al repaso de su primer trabajo.  Se colaron “Elevación” y “Maldición”, de Crónicas… y La Distancia respectivamente, y el fin de la lista fue con “El dilema del origen”, otra novedad.

Por los nombres y lo vertiginoso de las nuevas composiciones podemos suponer que el nuevo disco de Poseidótica será un nuevo viaje de ciencia ficción que girará en torno a las posibilidades de la tecnología y el amanecer (y futuro) del hombre. ¿Un posible soundtrack de 2001: Una odisea del espacio? Habrá que esperar.

A pedido de la acalorada concurrencia se apersonó “Xantanax” y quién te iba a decir que ibas a terminar un recital de Poseidó haciendo palmas-palmas-el que-no-hace-palma’-es-un-cornudo. Lo dicho, clima distendido, la sonrisa de los cuatro poseidóticos, el metal-camdombe, las palmas y una última arremetida triunfal con “Cyberpunk” y Martín tocando de frente a sus compañeros entre el calor de la concurrencia. Noche de culto, conceptual y para unos pocos; Poseidótica para ratificar porque son una de las mejores propuestas en vivo. Los presentes pudieron escuchar el disco con otro corte de los directores y se ilusionaron con lo que se viene. Ahora, el que no escuchó en vivo Poseidótica es, al menos, un despistado.