Con tan solo 25 años y un amplio repertorio en el plano actoral, Martín Piroyansky, (“Cara de queso”, “XXY“, “Excursiones”) dirige y protagoniza un original cortometraje  en clave humorística sobre las obsesiones en torno a las relaciones de pareja. Una genial mirada sobre el cuestionamiento amoroso.

Por Nayla Madia

“En su cabeza, el enamorado no cesa en efecto de correr, de emprender nuevas andanzas y de intrigar contra sí mismo”, señalaba Roland Barthes en su libro Fragmentos de un discurso amoroso. “No me ama”, parece trasladar esta frase al universo fílmico, ofreciendo una brillante exploración sobre el amor y su reciprocidad (o no), que se transforma en el disparador de un sinfín de situaciones. La opera prima de Piroyansky sorprende a través de una cámara que funciona como un ojo atento, captando a una pareja de veintiañeros que viaja a Uruguay de vacaciones.

En este caso, el flamante director se pone en la piel de un joven inseguro que comienza a indagar en el sentido del amor. Tras dos años y cuatro meses de relación, su novia (María Canale) nunca le dijo “Te amo”. Por eso, el protagonista llega a la conclusión de que ella no lo ama, y se propone encontrar el momento adecuado para dejarla antes de regresar a Buenos Aires: “no me ama, es así de simple, cuando uno ama a alguien lo dice, si me amara me lo diría (…) en cualquier momento se puede enamorar de otro y dejarme en un segundo“, manifiesta Martín en un  excelente monólogo interno.

Galardonada con  el “Premio Semilla al Mejor Cortometraje Latinoamericano”, nombrada Mejor Corto en Piriápolis, Mejor corto de ficción y Mejor actor,  en el 3°  Festival Internacional de Cine de Gualeguaychu, “No me ama” se destaca gracias el uso del plano contraplano acompañado del juego de miradas, y se ve enriquecida por la presencia de un guión que deja relucir pensamientos neuróticos y paranoicos. De esta manera, el joven actor demuestra una vez más su talento a través de la voz en off que acompaña todo el relato, logrando que el espectador se vuelva cómplice del torbellino psicológico del protagonista.

Recreando el día a día de una pareja, el cortometraje se convierte en una historia sumamente espontánea,  donde queda reflejado a la perfección lo irracional de toda relación sentimental. Además de su desarrollo narrativo, tanto la música como el colorido, la fotografía y los bellos paisajes de Colonia, Piriápolis y La Paloma forman en conjunto un cortometraje de dieciséis minutos sumamente entretenido y de calidad, que con gran sentido del humor y carismáticos personajes, impulsa a comprender y vivir la instancia del enamoramiento demostrando que en la naturaleza del amor, el corazón tiene razones que la razón nunca entenderá.