Con una producción multimillonaria en la que se invierten alrededor de 60 millones de dólares por temporada, filmada en Irlanda, Croacia, Islandia y Marruecos y con un casting que se renueva constantemente y al que son convocados los mejores actores de la televisión y el cine, el medieval-fantástico de HBO, Game of Thrones, tiene ya confirmada la fecha de inicio de su tercera temporada: 31 de marzo de 2013. Mi opinión sobre lo que nos ofreció la segunda temporada.

Por Luis García Fanlo

A diferencia de la primera temporada que tenía una diégesis principal (“Un rey, siete reinos”) la segunda (“Cinco reyes, un reino”) se bifurca en varias diégesis que se desarrollan simultáneamente y adquieren, a la vez, el carácter de narraciones independientes entre sí. En consecuencia se dificulta para el espectador el seguimiento de cada una de ellas y la trama se percibe como más lenta a tal punto que la audiencia también se fragmenta en sus gustos y preferencias por una u otra de las diferentes historias, fenómeno que se puede comprobar visitando los diversos sitios web, foros y redes sociales en el que los fans comentan, analizan o critican la serie, de modo tal que sin perder la calidad ética y estética el producto final no deja conforme a nadie. Es que resulta muy difícil la transposición de géneros en el intento de los guionistas por mantenerse lo más fieles posibles a las más de mil páginas que tiene el segundo tomo de la monumental obra de George Martin que lleva el título de “Choque de reyes” sobre el que está escrito el guión televisivo. En mi opinión ya es hora de que los guionistas asuman su propio camino porque sino la tercera temporada –basada en las más de mil trescientas páginas del tercer tomo de la saga “Tormenta de Espadas”- corre el riesgo de caer en el lugar común del que mucho abarca y poco aprieta. Una cosa es la literatura y otra muy distinta la televisión.//z

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