Utopians presentó el flamante Vándalo en una Trastienda repleta, repasó buena parte de sus himnos de garage y dio muestras de su enorme crecimiento como banda.

Por Matías Roveta

Fotos de Florencia Videgain

Siempre el primer paso post éxito es el más difícil para una banda con una trayectoria corta. Trastornados (2012) -un excelente disco con arremetidas de garage rock, riffs zeppelianos, estribillos de power pop y ética punk- había sido la obra con la que Utopians pegó el salto definitivo: edición con sello grande (Pop Art), producción sumamente profesional y sonido impecable, crecimiento exponencial del público, varias Trastiendas colmadas y, sobre todo, el merecido reconocimiento por uno de los grandes álbumes argentinos de la última década. Pero los Utopians parecen dispuestos a superar expectativas, ajenas y propias, y a elevar aún más la vara: el flamante Vándalo es todavía mejor que Trastornados y, quizá, lo mejor que hayan editado hasta ahora.

Grabado en los míticos Sonic Ranch de Texas, con producción vintage y cintas analógicas, el álbum incorpora nuevos matices al explosivo sonido habitual de los Utopians y tiene un cariz experimental. “Hace poco sacamos un disco nuevo, esperemos que con el tiempo les guste tanto como a nosotros”, dijo Barbie Recanati sobre el escenario de La Trastienda, después del filo grunge de “Come Baby (en Berlín)” y a modo de anticipo de Vándalo como una obra que contiene riesgo artístico. Ese fue el quinto tema de la lista de un show excelente – en la previa se sumó la sólida actuación de apertura de Las Diferencias, otra gran banda de sangre joven- que tuvo como excusa presentar la nueva obra: antes habían pasado “Algo Mejor” -una canción de Vándalo que abrió la noche con su cruza perfecta entre Neil Young y “About a Girl” de Nirvana y su letra interrogativa a lo “Blowin’ in the Wind” pero en plan venganza-, el punk pop onda Attaque 77 de “Nada Bueno” y su “no, no, no, no, no, no” del final que es puro Patti Smith a partir de la voz fresca y desparpajada de Barbie, el rock potente de “Trastornados” y su dinámica loudQuietloud con un estribillo como dinamita, y el riff circa Jimmy Page de “Muertos Vivos”.

Luego, “Desde Lejos”: otra de las nuevas y una canción representativa del perfil innovador de Vándalo. Arrancó con su rasgueo de country folk y su riff de spaguetti western junto a una letra mordaz de Barbie que amontona un torbellino de palabras despiadadas (“Espero que te duela como nunca hoy”) que la acerca al Bob Dylan más ácido. Las violas de Gus Fiocchi en ese tema remiten a Sumo y desnudan todo un caudal de influencias post punk que hasta ahora habían aparecido tímidamente: lo mismo sucedió en “Fue por Vos”, con un punteo digno de Ricardo Mollo en los ochenta y el clima apesumbrado a lo Siouxsie and The Banshees en la voz apagada de Barbie, otra novedad interesante. Después, el rock urgente de guitarras sentidas de “Días de Calor” y su historia de amor pisoteado: la canciones de amor son una constante de Vándalo y, por supuesto, atravesaron toda la noche en La Trastienda. Son canciones de amor, okey, pero que evitan toda cursilería, cualquier tipo de sensiblería: en esas letras hay cinismo e ironía (las mencionadas “Fue por Vos” y “Nada Bueno”), despecho (en la darkie “A Veces”), vulnerabilidad (“Estoy tan mal, me veo mal / No me queda nada más”, dice Barbie sobre el blues de garage moderno y minimalista a la Black Keys de “Con Nada”) y resignación (el punk rock furioso de “Atrás”).

“Esas Cosas” y “Gris” -dos canciones fundamentales de Trastornados– son, en cambio, puros arrebatos de Cultura rock: en la primera, tocada al promediar la noche, se apunta con el dedo a ciertos artistas aburguesados en sintonía con el ataque punk de los ‘70 y en la segunda, que llegó más cerca del final del show, se expresa el mismo deseo contenido en “(I Can’t Get No) Satisfaction” de los Stones: las ganas de mandar a la mierda el modo de vida de las generaciones anteriores. También, hubo espacio para el riff crudo de “Nunca es Hoy” y el despligue notable de energía de la base rítmica de Larry Fus en bateria y de Mario Romero en bajo, para “Inhuman” y su sonido crudo que remite al Bleach (1989) de Nirvana, “Estación” y su ritmo blusero y arrastrado estilo Marc Bolan de T.Rex, “Donde Nadie te Espera” y su hardcore punk agresivo y, claro, “Allá Voy”: una canción que inició el paso de transición decisivo que fue castellanizar las letras luego de Inhuman (2007) y Freak (2010). El final con los covers de “Algo ha cambiado” (o de cómo estos pibes que arrancaron escuchando música en inglés hoy están amigados con el rock argentino clásico) y “Estallando desde el Océano” (para la confirmación de esa influencia que siempre estuvo y hoy sale a la luz) redondeó un show fenomenal que dejó en claro que el crecimiento de Utopians parece no detenerse y, por el momento, no tiene techo a la vista.