Un nuevo resumen de lo visto en el 16 º Festival de Cine Independiente de Buenos Aires. Esta vez, no todo fue tan bueno.

Por Claudio Kobelt

Chigger Ale / Fernando que ganhou um pássaro do mar / The Joycean Society

De la misma manera que estos dos cortos y un mediometraje fueron reunidos en la proyección, me permito juntarlos en esta mínima reseña de tres trabajos que no exigen mayor análisis. El primero, “Chigger Ale”, es un corto básicamente delirante: en el medio de un pueblo de Etiopía un muchacho de color se viste como Hitler, saluda con un Heil cuando en el pueblo le dicen “hola Hitler”, vende dvds piratas, y canta y baila Beyonce en la intimidad. No mucho más. Ah sí, al final se quiere vengar de alguien que lo burla pero viene la madre en una nave espacial y se lo lleva. No hay más. Solo delirio.

“Fernando…” por otra parte, es un cortometraje donde se intenta desmenuzar la siempre complicada relación entre Portugal y Brasil a través de un dialogo por carta entre habitantes de esos países, imágenes de cada sitio y dramatizaciones demasiado pseudo “poéticas” o metafóricas. Interesante tema para abordar y de algunos detalles bellísimos, pero un film completamente prescindible de ver.

Por último, “The Joycean Society” es un pequeño documental que narra la historia de un grupo de personas que desde hace 11 años (¡once años!) se juntan a tratar de descifrar el verdadero significado tras las palabras utilizadas en Finnegans Wake de Joyce. Si bien el punto de partida es interesante, y los últimos diez minutos son de los más valiosos. El resto del film resulta francamente tedioso al intentar desmenuzar un chiste que se agota a minutos de comenzar.

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Amancio Williams (Dir. Gerardo Panero):

“Las ciudades deben devolver a los hombres lo que le quitaron: la luz, el aire, el sol, el goce del espacio y el tiempo, lo que necesita para su salud física y mental. Las horas que hoy pierde, estéril y desagradablemente en el transporte, y que podría aprovechar para la producción, el descanso o el placer”. Dijo alguna vez Amancio Williams, arquitecto argentino de culto, y a esa creencia dedicó su vida, al construir estructuras que se integraran amablemente con la naturaleza sin destruirla. Williams fue un artista sublime reconocido a nivel mundial por su genio, aun a pesar de no haber construido tanto.

Este documental indaga en su figura y su historia, teniendo como eje una de sus creaciones más representativas: La Casa del Arroyo. Una especie de casa puente emplazada en Mar del Plata y construida sobre un arroyo, tratando, según su eterna búsqueda, de tener un mínimo impacto en el suelo y en el ambiente natural.  Una casa delicada y armónica, erigida de tal manera que su planta baja tiene a la par a la copa de los árboles, rodeándose, integrándose, y cuidando el bosque que la rodea, tal como siempre lo soñó. “Esta es la primer obra moderna en todo sentido de la palabra” dijo el maestro Sacriste sobre esta original casa, cuya particularidad no reside solo su bella forma y emplazamiento, sino en el empeño y detalle que Williams había tomado al plantearla, ocupándose de diseñar personalmente desde las tulipas de iluminación a las esterillas de las persianas pasando por los picaportes de las puertas, su obsesión por el tipo de piedra a usar y hasta la creación de un concepto revolucionario en la forma de una escalera. Cuando recorremos La Casa del Arroyo en detalle, entendemos la importancia de Williams a nivel arquitectónico, y porque esta construcción fue mencionada por diversos especialistas como una de las “100 casas del siglo en todo el mundo”.

En el film abundan los testimonios de sus hijos, asistentes, colaboradores y arquitectos varios, entre los que se destaca el reconocido Clorindo Testa, declarando a viva voz su profunda admiración a Williams. Mención especial merece el destacado lugar en que lo había colocado el gran Le Corbusier, llegando al punto de delegarle y elegirlo como su representante ante la realización de la emblemática Mansión Curutchet en La Plata. Larga y conflictiva historia del trabajo en conjunto de dos genios, llegando Le Corbusier a decirle a Williams: “Esa es su obra, ya no es mía”.

El documental cumple y sirve como primer acercamiento a la obra del gran maestro, pero prefiere ahondar en los testimonios más que en las imágenes, quedándose en el puro registro formal, algo denso, monótono y dentro de límites bastante rígidos de documental convencional, escaso de la frescura y riesgo que sí tenía -y aún conserva- la obra de Williams.

Queda claro que Amancio Williams fue un artista sin límites, con todo lo bueno y lo malo que eso conlleva. Legó una cantidad enorme de proyectos teóricos irrealizables mas no por culpa suya, sino por el tiempo, costo, cuidado y detalle que cada uno demandaba. Prefería no llevar a cabo una obra antes que hacer concesiones, y fueron esos principios y creencias los que le costaron la realización de muchos de sus trabajos, pero como alguien menciona durante la película, lo más importante no es lo que logró construir, sino lo que dejó como pensamiento.

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Burroughs: The Movie (Dir: Howard Brookner):

La obra, genio y mito de William Burroughs es gigante, inabarcable para un solo acercamiento, y que precisa de múltiples lecturas y enfoques para comprenderlo y captarlo en su inmensidad. Vaya este documental como una muy buena aproximación a su figura, un repaso de su obra, su historia personal y su locura adorable que lo convertían además en el brillante escritor que fue, en un personaje absolutamente magnético para la pantalla. La película abunda en declaraciones del propio Burroughs, además de testimonios de Allen Guinsberg, Francis Bacon, Herbert Huncke, la fugaz pero iluminada aparición de Patty Smith y el siempre presente recuerdo de Jack Kerouac. Desde el lado familiar, resultan increíbles las declaraciones de su hermano sobre su incomprensión de la obra del gran William. Merecen un apartado extra el “episodio de locura total”, como él mismo llama: aquel conocido accidente donde su esposa perdió la vida en una letal combinación de armas y tequila, y para no dejar pasar la figura errática y tormentosa de su hijo Williams Burroughs Jr.

Puntos extra para las escenas de Burroughs recitando de memoria fragmentos de Naked Lunch, Nova Express y The Wild Boys. Su voz, su actitud y su expresión hacen que cada palabra salida de sus labios sea un tiro certero y fulminante. Otro gran momento es aquel donde el escritor recrea y dramatiza una escena de Naked Lunch, vestido como el Dr. Benway, como así también aquel donde cuenta con vehemencia su pasión por las armas, y la enorme colección que tiene y cómo sabe usarlas. “Parece preparado para la invasión”, le dice el entrevistador viéndolo desplegar un látigo de acero. “Eso espero”, retruca Burroughs, para luego añadir: “pero ojala que no, no me gusta la violencia”.

Un documental sumamente entretenido, ágil, de fácil visión, con un Burroughs gracioso y profundo a la vez. Un acercamiento brillante a la mente de una de las grandes mentes (lisérgicas) del siglo 20.//z

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