Junto a esta tapa pintada con acuarelas se encuentran las tres nuevas canciones de éste cuarteto de Luján que admira a Kurt Cobain y saluda a la muerte.

Por Gabriel Feldman

Amanece de nuevo en el universo, otra vez lluvia de semen, arriba del escenario hay una banda ruidosa: una bajista con zapatitos rojos que brillan y un pibe con pasamontañas que te cuenta un sueño: submarino subterráneo, destruye tu casa, vienen por el agua.

Es que en el mágico y misterioso (terrorífico) mundo de Los Pus hay un cielo violeta y caen gotas de semen; también hay duendes fluorescentes que horrorizan a la población del campo seduciendo a los niños para que pierdan sus vidas en el pozo abandonado; abuelos que les cuentan a sus nietos los deterioros de la muerte; un zoológico atestado de monos malditos; ositos cariñositos descajetados y violentos; una loba rosa que nada en un río de ancianos y ahogados; soretes humanos alejados del contacto con los demás; mujercitas que chillan porque les duelen sus ovarios; personas que merecen morir de sida de rata; un mesías con el alma negra, plegarias a lucifer y celebraciones por el fin del mundo. No parece poco para un cuarteto que se autodefine como “un fiasco de gente con extremidades post punk, instinto noise y corazones de grunge. Ausentes y con nada que decir. Listos para visitar el espacio”.

En el fondo lo que ellos verdaderamente quieren es que los subestimemos. Agarrarnos con la guardia baja y doblegarnos con su emporio del caos. Lobos disfrazados de corderos. No hay que dejarse engañar, Los Pus son una célula terrorista al servicio del ruido: Punk + grunge + noise = caos. ¡Atender antes de que sea tarde! ¡Y Deberíamos tener un dios, pero no lo tenemos!

Enredados es su nuevo epé que, además de contar con tres canciones de su genética tradicional y agregar nuevos personajes a su espantosa fauna, es una grabación de mayor calidad, con un sonido más compacto. Si en su último disco, Circoscuro (2011), apostaban a la estridencia de composiciones urgentes, esta vez regulan un poco la efervescencia punk y dejan más aire para que los instrumentos dialoguen. Sean bienvenidos, pasen y vean: quizás no vuelvan.//z