Andrés Fortunato: “Nuestra propuesta apunta a una convivencia con la naturaleza"
Pauta Agosto 2021

El director musical de Chimbe analiza la sonoridad experimental de la banda, reivindica la sabiduría de los pueblos originarios, el valor de los espacios naturales y cuenta detalles de las colaboraciones con Carca y Juan Palomino.

Por Carlos Noro

Fotos de Leonardo Italiano

 

A pesar de haber sido creada en un paisaje urbano, Chimbe es una banda que va más allá de los edificios o calles asfaltadas y sin por ello negar su origen. Con raíz rockera y ramificaciones en distintas culturas y sonoridades del mundo. Andrés Fortunato (director musical del grupo que completan Lautaro Toscano, Belén Ricardes, Ezequiel Del Peral, Oscar Ávila y Yago Loretti) apuesta a que sus palabras, imágenes y sonidos tengan una resonancia que se sitúe entre el pasado y el presente.

Chimbe es una banda con una pretensión decididamente experimental y rupturista, en donde el rock, el folklore latinoamericano, el blues tuareg y una consciente exploración por las identidades de las culturas originarias se mezclan con la electrónica para generar una propuesta estética tan compleja como inabarcable. Incluso, capaz de generar colaboraciones con Claudio “Tano” Marciello, Carca o el reconocido actor Juan Palomino, quienes participan de algunas de sus canciones sin por ello generar alguna sensación de duda o rechazo. Sin lugar a dudas, Chimbe intenta romper con algunos esquemas establecidos y el tiempo dirá cuál es el resultado.

AZ: Conceptualmente, la banda parece estar relacionada con la idea de viaje en sus distintas dimensiones ¿Con cuál se identifican ustedes?

Andrés Fortunato: Todo conocimiento que logre ensanchar un poco más las fronteras perceptivas nos es sumamente atractivo, pero queremos ir más allá. Por eso le agregamos el espacio comunitario. Muchas veces se asocia la exploración de la conciencia con caminos solitarios, pero ése no es nuestro caso. Consideramos de vital importancia, para la salud física y espiritual, la idea de explorar nuestro mundo interior, así como el exterior. Somos muy curiosos, también.

AZ: La historia del nombre de la banda tiene que ver con la sabiduría de los pueblos originarios. Teniendo en cuenta que ustedes son oriundos de un paisaje urbano, ¿cómo fueron construyendo esa comunicación? ¿Qué desafíos tuvo ese encuentro?

AF: Más que desafío, lo hemos sentido como un gran alivio. Las sabidurías ancestrales nos otorgaron una reconexión con las fuerzas energéticas de esta tierra que siempre se vinculan a espacios naturales. Quizás sí hubo un tiempo de reaprendizaje de cómo manejarnos con nuestro entorno y el incorporar una cosmovisión diferente. En mi caso, se sintió más acorde al planeta en el que vivimos y creo que eso es un gran logro.

AZ: Algo de esto que decís se relaciona con la idea de lo ancestral, un concepto que tiene una dimensión religiosa, pero también política, antropológica y sociológica ¿Cómo lo vinculan con el presente que vivimos?

AF: Nuestra propuesta apunta a una convivencia con la naturaleza y con las sabidurías milenarias en un presente moderno. No planteamos el retornar a viejas costumbres. La mayoría del planeta sigue yendo a consultar a curanderos o chamanes para su alivio físico y espiritual. Solo las grandes ciudades tienen acceso a la mayor parte de la tecnología occidental que, si bien muchas veces es altamente efectiva, generan un costo en cuanto destrucción del medio ambiente que nos parece exagerado, innecesario y cruel. Nuestro ideal sería un punto de equilibrio entre las tecnologías antiguas de convivencia con la naturaleza y las tecnologías modernas, que son muy efectivas pero también altamente dañinas para la mayoría de los seres que habitan este planeta.

AZ: Desde el punto de vista del paisaje, la banda suele proponer los espacios naturales como un escenario donde la propuesta fluye mejor ¿Cómo relacionan esto con las sonoridades y las búsquedas musicales?

AF: Ese aspecto lo consideramos como un plus energético en donde nuestra propuesta musical pueda funcionar a modo de ceremonia en cuanto a agradecimiento, respeto y renovación espiritual. En cuanto a sonoridades y búsquedas musicales, nos parecen fascinantes las expresiones naturales, ya que son de características infinitas y nunca repiten el mismo patrón. Pueden parecerse mucho pero siempre hay algo ligeramente diferente en cuanto a la intención o variación de patrones, como puede ser el caso de nuestras huellas dactilares, plantas, cantos de aves y todo lo que deviene de eso.

AZ: En la música de la banda hay sonoridades de distintas partes del mundo, como el folclore latinoamericano, el blues tuareg y la electrónica, pero también el rock y la psicodelia. ¿Qué desafíos implica situarse entre la frontera de la música popular y otras tendencias más contemporáneas?

AF: Como argentinos y argentinas nos cuesta definir las fronteras de nuestra identidad cultural y consideramos que las sabidurías de nuestros pueblos originarios, así como los del mundo, son una clave para reinterpretar nuestro presente. De alguna manera, al ser un país multicultural, intentamos promover una hermandad energética en donde todas las personas que se sientan excluidas puedan encontrar un espacio que las contenga espiritualmente.

AZ: Teniendo en cuenta esto, ¿qué vínculos fueron encontrando entre las distintas culturas?

AF: Creo que tiene que ver con un misticismo muy profundo, aunque cada una tiene su energía particular. Así como hay cuestiones positivas, existen también elementos negativos, por lo que resulta muy complejo definir esos puntos en común. Cada cultura posee caudales enormes y complejos de información que son prácticamente imposibles de definir. Pienso que se experimentan más de lo que incluso ellas mismas pueden definir y entender. Con nuestra música intentamos acercar esa visión unificada de lo que fuimos encontrando de cada una de manera poética.

AZ: Más allá de lo musical, la banda tiene una propuesta estética que acompaña cada una de las canciones. ¿Cómo se vincula esta dimensión con la música?

AF: El trabajo en cuanto a la imagen nos parece de suma importancia para poder amplificar nuestro mensaje. Consideramos que debe alcanzar a las conciencias para que lo perciban desde la mayor cantidad de estímulos sensoriales posibles. Por eso trabajamos con la dirección de Belén Ricardes en el objetivo de expandir estos sentidos hasta sentir por momentos que música y estética no son cuestiones separadas.

AZ: “Madre de la Lluvia” tiene la participación de Carca, elementos de danza afro, candombe y una sonoridad de blues tuareg. ¿Cuál es el origen de la canción y cómo fue tomando forma?

AF: “Madre de la Lluvia” es un homenaje a las raíces autóctonas del blues y del rock, considerando a África y las culturas nativas de Norteamérica. Quisimos agregarle un toque sudamericano y rioplatense al incorporar una clave de candombe, así como la participación de Yael Martínez con un ensamble tradicional afro argentino. Carca es un artista muy admirado por nosotros, por lo que su participación creemos que le suma a la canción mucho groove y quizás una energía psicodélica. Nuestra meta es fusionar tantos estilos y estéticas admiradas para que terminen transformándose en algo nuevo.

 

AZ: “Destranque” propone una especie de psicodelia ancestral. ¿Cuál es la historia de la canción y qué simboliza ese altar que aparece fijo a lo largo del tema?

AF: Un baño de destranque es un tipo de ceremonia milenaria con hierbas practicada por los pueblos originarios de Perú, con los cuales tenemos un vínculo directo y constante hace más de quince años. El altar es un homenaje a ellos y a sus estéticas hermosas que muchas veces consideramos tremendamente psicodélicas, así como necesarias para soportar el transcurrir en este mundo que muchas veces es muy hostil.

AZ: ¿Por qué decidieron convocar a Juan Palomino en esa canción?

AF: Juan Palomino es un gran defensor de la Latinoamérica profunda y nos pareció hermoso contar con su participación. Además, al ser un texto recitado, encontramos que la entonación y energía de un artista de su talla le podía otorgar más mística al asunto.

 

AZ: La propuesta musical de Chimbe recorre varios caminos que incluso pueden resultar provocadores o incómodos en una escucha tradicional. ¿Con qué otros artistas sienten que hablan un idioma parecido?

AF: Nos gusta mucho reconocernos como rock porque este grupo no sería posible sin la libertad que ese grandioso género nos ha otorgado. Si bien se ha disuelto incontables veces en las tentaciones del poder de turno, el rock conserva mucha irreverencia por lo socialmente establecido. A la vez, ha demostrado mucho respeto por las sabidurías milenarias: The Doors y el vínculo con los chamanes de Jim Morrison, Led Zeppelin y su estética celta o sus participaciones con la orquesta egipcia. Por ahí aparece también Jane’s Addiction y sus escalas árabes y gitanas, Red Hot Chili Peppers con su respeto y relación sanguínea de Anthony Kiedis con las culturas nativas, Link Wray, el neofolk europeo de bandas como Wardruna o Heilung, Aurora o propuestas latinoamericanas surgidas en los setentas como Los Jaivas. Es una lista interminable de gente muy admirada que nos permitieron desarrollar la estructura que nosotros llamamos Chimbe. //∆z